VILLA CLARA, Cuba,- Lucrecia González, ama de casa y madre de dos niños, se enteró del timo del que fue objeto solo cuando llegó a su casa.
Anteriormente sospechaba del peso exacto que se anunciaba sobreimpreso en lo que compraba por la libreta para sus hijos, porque la dieta que le corresponde a ella como diabética, que son 10 litros al mes, “sigue perdidita y nadie te da noticia”.
Ya le dijeron que por ahora “sólo vendrá en polvo para lactantes menores de edad”.
Acostumbrada a que “me roben en todas partes”, hace un tiempo consiguió una pesa electrónica gracias a un vecino que viaja, quien le trajo una de República Dominicana. Con pilas recargables y todo, para no fallar.
Preguntó en la bodega si las bolsas de leche en polvo contenían lo que anunciaban por fuera: 600 gramos, y las empleadas se encogieron de hombros, porque Lucrecia había comprado antes las mismas bolsas, y aunque tiene por costumbre pesarlas en su balanza, esta vez le parecieron “más escuálidas que nunca”.
“A ojo de buen cubero”. –“A veces le faltan10 gramos, a veces 20. Pero esto ya es un descaro”—puntualizó.
— “¿Con esta cantidad me saldrán 3 litros? Aún faltan dos. Aunque agua hay de sobra”.
Las lluvias recientes que agravaron la sempiterna escasez de leche natural, como todas las demás crisis del sistema, han obligado a las autoridades a repartir dosis pulverizadas del lácteo como medida de urgencia, pero solo para que aquellos nenes que no cumplan todavía los trágicos 7, vayan desayunados a su escuela, ya que los mayores beberán yogurt de soya (cuando aparezca).
¿Qué usaron bolsas de 600 gramos cuando solo contienen 350? No es nada nuevo. Lucrecia cree que este es un “país picado por la mitad”.
Una empleada del mercado cuenta de su experiencia al recibir envases que dicen una cosa y contienen otra. “Como la leche misma que suele venir en bolsas de yogur y viceversa” es una locura al despacharlas.
Pero desde hace bastante, cuando la sequía arreció, “comenzaron a traer la leche a granel, en una pipa bastante fea”. Lo bueno es que “al menos llegaba fría”. Ahora habrá que replantearse “que pasará con estos calores”.
Más tarde Lucrecia se interroga si después “dirán en la radio que de esas bolsita que nos han vendido a un precio ridículo se podrán sacar los 5 litros de leche que nos corresponden”, sin embargo, apenas alcanza; habría que “estirar este polvo hasta volverlo un chicle”.