CDMX, México. – La última vez que Félix Delis Castro pudo manejar el auto que heredó de su padre fue el 17 de octubre de 2017. Ese día en Santa Clara, donde reside, Félix chocó con otro vehículo y su Lada, modelo 2105, quedó destruido, sobre todo en la parte delantera.
En el momento del accidente hizo lo establecido: llamó a la aseguradora para que enviara al perito. Es él quien determina la culpabilidad, tasa el vehículo, ve las condiciones en que quedó y hace un dictamen. Le toca al experto proponerle a la empresa que dé baja al auto si está muy dañado, y se le reponga a su dueño.
En caso de que el afectado no desee esperar reposición le ofrecen dinero, pero la cantidad es ridícula. “No podría comprar ni una bicicleta”, comenta Félix.
Como Félix ―al igual que antes su padre― había pagado cada mes la cuota establecida por la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN) por muchos años, la obligación de la empresa era otorgar otro carro. Normalmente entregan los autos de turismo que ya no están en condiciones de rentar por su tiempo de explotación. El caso de Félix fue añadido a un escalafón de reposiciones pendientes. Es una especie de lista de espera que en teoría es inviolable y se añaden los nombres en orden cronológico.
En esa época el tiempo promedio de retraso era de dos años o menos, pero él lleva casi seis esperando que finalmente le toque su turno en la lista.
“Tú vas a quejarte y te dan siempre la misma respuesta. La tienen guardada en una máquina, solo le cambian tu nombre y la fecha”, comenta el entrevistado, quien en seis años ha acumulado decenas de documentos similares.
En todas las respuestas recibidas le recalcan que el contrato del seguro especifica que le repondrán el auto cuando haya “disponibilidad”, sin especificar lapso máximo de espera. O sea, el tiempo para recuperar un vehículo puede ser infinito, por lo que a los afectados no les queda otra opción que sentarse y confiar.
Al cierre del pasado año, en un documento enviado a Félix, la ESEN aseguraba que había en el país más de 600 personas en la misma situación y que no tenían autos para responder.
El “bloqueo”, el culpable de todo
Hace poco más de una semana, el actual director de la ESEN se reunió con un grupo de afectados y les pidió lo usual: confianza y paciencia. Incluso fue optimista y habló de “buenas perspectivas”, pero concretamente no dio soluciones reales.
“Una cosa es esperar meses, pero hablamos de años. Años se traducen en incapacidad de los funcionarios, dejadez, mal trabajo de los ministros y de todo el que tenga que ver con esto”, opina Noel Montiel Soca, otro de los cubanos que continúa aguardando por su auto.
En cada reunión, ante las quejas de los afectados las respuestas son predecibles por lo repetitivas: “se elevó, “se está trabajando”, “se está haciendo”. “Todo lo que nos dan es muela y babeo”, sintetiza Noel, de 62 años y residente en Artemisa.
En general, las autoridades simulan ser sordas ante los reclamos, excepto cuando un grupo numeroso se ha reunido para protestar. Entonces sacan unos pocos carros y los reparten para mantener la ilusión de que ahora sí puede tocarte. Pero Félix, después de seis años de espera, sabe que se trata de eso: un espejismo para neutralizarlos.
“Para calmarnos dan un par de autos y luego pasan meses y más meses; y cuando volvemos a meter otro bateo es que vuelven a dar algo. Así nos tienen engañados todo el tiempo”, narra Félix, quien trabajaba como taxista y al no disponer de su auto ha perdido el sustento principal de su familia.
El argumento central para justificar que no compran los carros es el embargo estadounidense. Incluso les han asegurado que tienen el dinero pero “el bloqueo” les impide maniobrar en mercados internacionales.
“Les he preguntado cómo es posible entonces que estén entrando autos a Cuba directamente desde Estados Unidos para venderlos aquí, y ellos sigan diciendo que el bloqueo no los deja”, cuestiona Félix.
El villaclareño se refiere a los vehículos que tocan suelo cubano directamente desde el “imperialismo” como parte de un negocio del empresario cubanoamericano Hugo Cancio.
En mayo de este año la empresa estadounidense Fuego Enterprises Inc. fue autorizada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC, por sus siglas e inglés) y el Departamento de Comercio a exportar vehículos hacia Cuba.
“Cuando les planteo eso me dicen que no pueden darme una respuesta porque ellos no lo sabían, que yo estoy más informado”, apunta Félix.
Por su parte, Noel agrega que varios de los choferes le han dado a la ESEN otra alternativa para solucionar el retraso. “Le planteamos que algunos de nosotros que viajamos podemos comprarlos [los carros] fuera y que el Estado solo debe encargarse de meterlos en el país. Como siempre dicen que lo elevaron, pero siguen de manos cruzadas”.
A pesar de no tener los autos para responder al contrato, la ESEN no solo sigue vendiendo pólizas de seguro sin tener respaldo en caso de siniestros. En octubre de 2020, el Gobierno cubano estableció como obligatorio para los conductores profesionales, tanto estatales como privados, la contratación de un seguro de responsabilidad civil. Siguen cobrando cuotas mensuales por una póliza que no respetan. “Es una estafa y nosotros somos una pelota que lanzan de un lado a otro”, valora Noel.
Autos abandonados que no llegan a la lista de espera
Las autoridades de la ESEN les aseguran a los más de 600 ciudadanos que esperan una reposición que no existen autos en el país para satisfacer la demanda. Sin embargo, hay cientos de vehículos abandonados en solares yermos estatales, expuestos al deterioro y las condiciones meteorológicas, que podrían ser entregados.
CubaNet pudo constatar la presencia de autos abandonados en el Cano, un consejo popular del municipio La Lisa. También se encuentran expuestos en un terreno de TRANSTUR, próximo a la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría”. Desde hace años han reportado autos tirados en el Rent-a-car de Guanajay, así como en polos turísticos, específicamente en Varadero y Cayo Coco.
“Esos carros se están pudriendo y no los ofertan porque el ministro de Transporte, que es el responsable de asignarlos a la ESEN, no lo hace”, explica Noel, quien varias veces se ha quejado al respecto con las autoridades.
Muchos de estos autos pertenecen a GAESA, el brazo económico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. “Parece que nadie quiere meterse con los militares, pero la realidad es que están echándose a perder con tanta necesidad que tiene este pueblo y con un parque vehícular tan envejecido en el país. Una de las causas por las que vemos tantos accidentes de tránsito”, opina el cubano.
Los autos de Félix y Noel fueron recogidos por la ESEN tras los accidentes. La empresa los vendió por partes y se quedó con el dinero, sin que los afectados vieran un peso. El trato era entregar el carro accidentado y recibir otro en su lugar. Pero la espera continúa.
“Mi accidente fue el 13 de febrero del 2021. Ese mismo día me diagnosticaron cáncer de colon y metástasis en hígado y columna. He tenido que pagar altos precios por la transportación a los hospitales desde Güira de Melena hasta La Habana para los tratamientos. Y no aguanto más. No tengo de dónde sacar porque incluso me quedé sin trabajo por falta de materia prima e incapacidad de la dirección en la empresa alimentaria de Artemisa”, concluye Noel.
Nota del editor: CubaNet contactó al director de la ESEN vía WhatsApp, pero hasta la fecha no ha obtenido respuesta.