LA HABANA, Cuba.- ¿Se elimina o no la dualidad monetaria en Cuba? Los rumores crecen y el Banco Nacional solo se limita a publicar desmentidos para impedir una crisis. Sin embargo, ninguna autoridad asoma la cabeza para ofrecer una explicación capaz de calmar los ánimos de quienes presienten que el llamado día cero se avecina y estará muy lejos de favorecer al ciudadano de a pie.
Cunde el pánico en las calles de la isla donde aún muchas personas esconden el dinero bajo el colchón o sencillamente lo sacan del país bajo formas difíciles de imaginar.
No suelen confiar en la banca del gobierno por diversas razones, todas relacionadas con el oscuro entramado de una economía paralela, clandestina, informal que, durante décadas, ha ganado cuerpo al amparo de esa otra economía “estatal” deprimida e irreformable mientras exista el obstáculo de la dualidad monetaria junto a otros inconvenientes relacionados con la total conservación del control político-económico por parte del Partido Comunista.
Los presentimientos no son meras alucinaciones, mucho menos histeria colectiva. Tienen fundamentos. No solo porque Raúl Castro, con evidente desesperación, haya insistido en el tema sino porque varios signos se han vuelto visibles y hasta palpables, entre ellos la paralización de contratos en CUC en numerosas empresas estatales, las capacitaciones de directivos para asumir mecanismos simplificados bajo una nueva documentación donde desaparece la disparidad o paridad CUC-CUP, la emisión de considerables volúmenes de CUP frente a la disminución del CUC así como la retención de divisas en las Casas de Cambio, lo cual ha vuelto inestable las tasas de canje del dólar estadounidense y el euro en la calle donde cada día son más escasos y difíciles de adquirir.
Según fuentes del propio Banco Nacional de Cuba y el Ministerio de Finanzas y Precios, consultadas por CubaNet, ambas instituciones continúan trabajando en el análisis de las consecuencias inmediatas que tendría en la población, más que en el sector empresarial, la llegada del llamado “día cero”, teniendo en cuenta la actual tasa de cambio del dólar (USD) frente al peso cubano (CUP), los bajos salarios, el monto de las pensiones de los jubilados, la actual política de precios en el mercado minorista, lo cual produciría un efecto psicológico negativo que elevaría el descontento popular, una amenaza de graves consecuencias políticas y que ha podido contra el empuje del capital extranjero, necesitado de la unificación para poder establecerse y ampliarse.
“Para el sector empresarial representa un obstáculo y más allá de algunas trabas burocráticas clavadas en nuestro ADN, por decirlo de algún modo, sería un alivio, simplificaría el esquema financiero, pero la pesadilla está en cómo reaccionará la gente y ese ha sido el centro de las discusiones, es lo que mantiene divididas las opiniones”, sostiene un funcionario del Ministerio de Finanzas y Precios que no desea que revelemos su identidad. Además, agrega: “Por supuesto que existen otros muchísimos problemas que han impedido la eliminación del CUC (…), el exceso de circulante, grandes cantidades de dinero que no retornan al banco, el establecimiento de una tasa de cambio sin un respaldo real (…) por decirlo de algún modo, es un cambio artificial, en gran medida arbitrario porque no se sustenta ni en reservas ni en productividad”, afirma el funcionario.
“Siempre se han manejado fechas. Hasta donde conozco, se habló primero de diciembre de 2015-enero de 2016 (…), perdón, se prepararon varios informes para mediados del 2015 y después se dijo que tenía que estar listo todo para el primer semestre de 2016”, afirma, bajo anonimato, un funcionario del Banco Nacional de Cuba: “(…) se comenzó a trabajar desde mucho antes que se hablara del asunto y todo parecía ir bien (…), vino lo de Obama y se trabajó a la espera de que se registrara una mejoría económica, incluso que se quitara el bloqueo (embargo económico decretado por Estados Unidos), también de acuerdo con las transformaciones pero las cosas no salieron bien al llegar Trump, se vino todo abajo (…), también recientemente han reconocido que persisten los mismos errores que, aclaro, no son de implementación, son de raíz (…), un aparato burocrático espantoso, demasiada improvisación, deudas crecientes, muy pocas inversiones extranjeras consecuencia de todo lo anterior y por supuesto la corrupción”, opina este funcionario que además describe algunas de las estrategias que se han diseñado para disminuir el impacto “psicológico” del “día cero”.
“Se aprobó el cobro tanto en CUC como en CUP en los establecimientos de la red de comercio minorista, se comenzó a colocar los precios en ambas monedas para que las personas se fueran adaptando a esas cifras enormes pero la gente continúa pensando en CUC, hablan de un peso, diez, cien como si se refirieran al peso cubano, aun no incorporan en su lenguaje cotidiano los términos mil, veinte mil y otras cifras, gigantescas con respecto al salario medio (…) por otra parte, en cuanto al sector empresarial, mientras se mantiene la paridad CUC-CUP, uno por uno y no uno por veinticinco, es fácil establecer contratos por mil, dos mil o veinte mil CUC, porque ahora un CUC es igual a un CUP, pero cuando deje de existir el CUC y el cambio continúe rondando los 20 pesos cubanos por dólar, entonces los contratos, por ejemplo, a un albañil, un escritor, un diseñador, a un cantante rondarán los 100 mil, 200 mil y hasta más de un millón de pesos lo cual hará temer por la afectación del presupuesto (…) e influirá en el monto de los pagos, (haciéndolos) muy inferiores y creando un abismo entre precios altos y salarios bajos en correspondencia con la baja productividad en el contexto de un mercado laboral con un déficit que antes del 2030 será del millón de personas, frente a más de dos millones de jubilados y otros tantos miles de jóvenes en vías de emigrar, una pesadilla de verdad”, concluye el funcionario del Banco Nacional de Cuba.
El panorama no es nada alentador y, al parecer, bajo la perspectiva de la facción más conservadora del Partido Comunista, el día cero produciría más daños políticos que beneficios económicos.
Muy pocas son las empresas estatales que han logrado ser eficientes y, en consecuencia, elevar el salario de los trabajadores con el fin de disminuir el impacto “psicológico” del día cero, un momento que habrá de ser mucho más dramático para ese casi 15 por ciento de la población cubana (según los propios datos de la Oficina Nacional de Estadísticas) que sobrevive y continuará sobreviviendo unos cuantos años más con una pensión inferior a los 20 dólares mensuales, y en algunos casos muy por debajo de los 10 dólares.
En cuanto a los pagos por resultados en el sector estatal, que ayudarían a suplir las deficiencias de los salarios básicos, así como crear la ilusión de un falso aumento de sueldo que habría ayudado a “disimular” el poco valor real del peso cubano, según cifras aportadas por el propio periódico Granma, “órgano oficial del Partido Comunista de Cuba”, en su edición del 2 de marzo de este año, mostraron una alarmante contracción entre 2014 y 2016, a pesar de que debió registrarse un crecimiento, traducido en mayor productividad, de acuerdo con las fórmulas económicas aprobadas por el gobierno para remontar una crisis que tiende al endemismo.
En ese sentido, las medidas y resoluciones aprobadas por el gobierno para crear las condiciones óptimas para la eliminación de la doble moneda sin grandes “traumas” políticos no han arrojado los resultados esperados, de modo que, al parecer, la transferencia del poder en los próximos días conllevará además a un traspaso de las promesas incumplidas, colocando al “rostro designado” en una situación bien difícil donde tendrá que elegir entre, por un lado, complacer a las masas con medidas populistas que erosionen aún más la economía pero que le aporten algo de liderazgo o, por la otra, decretar el día cero sin demasiados remilgos y complacer al empresariado, cuyo cuerpo principal está en manos de las Fuerzas Armadas.