LA HABANA, Cuba.- Newton Briones Montoto lleva de nombre el apellido de dos célebres ingleses, pero no es filósofo ni alquimista como Isaac, ni cantante de música pop como Olivia. Es un cubano nacido en 1941, dedicado a escribir sobre la “cabalgata política” desatada en Cuba entre 1930 y 1952, donde los presidentes se saltaron las leyes para mantenerse en el poder y no terminaron de manera feliz.
Así, Newton teje sus madejas entre buenos y malos políticos, escudriña la Historia y pasa las hojas volando sobre flores, para no seguir la cabalgata más allá de 1959. Por esos primeros días de enero llegó el Comandante y le dijo, como a todos: aquel que en mi feudo cubano no esté de acuerdo con mi derecho a gobernar de por vida, por mis pantalones, ¡Que se vaya!
Newton no se fue.
Con el paso del tiempo se graduó de Historia, en 1975, en la Universidad de La Habana y comenzó a escribir sobre nuestro pasado político, como lo hace todo el grupúsculo de historiadores castristas, fieles a la dictadura más larga de nuestro continente; aunque, según Newton, “muchos la han escrito de manera parcial.”
Confieso que de todos ellos me quedo con Newton. Me gusta como cuenta la historia. Tanta sinceridad y transparencia tiene que, cualquier día de estos, este autor de un montón de libros publicados, podría lanzarse a narrar la historia de la dictadura de los hermanitos Castro y muchos lo aplaudirían, tanto los cubanos en la isla, como los que están lejos.
Los 17 años que vivimos sin Constitución; la economía hecha pedazos; los 15 mil presos políticos plantados que tuvo Cuba, con una población penal de 60 mil a 70 mil hombres y mujeres, en su inmensa mayoría de la raza negra; sus miles de fusilados; las libertades democráticas suprimidas; desaparecida la libertad de prensa; la creación de las UMAP; cordones agrícolas desaparecidos de La Habana; las tristes zafras del pueblo y los actos de repudio contra familias que emigraban; la persecución y encarcelamiento de miembros del Movimiento de los Derechos Humanos y su prensa independiente; la siempre fallida administración económica con su libreta de abastecimiento, hoy obsoleta; las deudas externas con sus historias de corrupción y sus obreros convertidos en merolicos; los 591,456 trabajadores por cuenta propia que representan solo el 12% de la fuerza laboral del país; las viviendas convertidas hoy en fondas particulares; una juventud -él que conoce bien a los cubanos- que se va de una ciudad sucia y ruidosa, etc.
Newton tiene que investigar todo esto y mucho más. En sus manos de buen escritor quedarían como niños de teta Estrada Palma, Machado, Batista, y qué decir de Grau o Carlos Prío, si los comparara con Fidel y su hermano Raúl.
No importa que Newton ande cerca de los ochenta. Fácilmente podrá descubrir que tanto el Comandante en Jefe como el General representan el súmmum de los políticos anteriores, la consecuencia de todos ellos. Aprendices de brujo que dejaron a los demás chirriquiticos, pues no quisieron desprenderse de la “dulce miel del poder”, y engañaron a todos con eso de que “sacrificaban sus vidas”. Como dijo Maquiavelo, con su fino olfato, “descubrieron los resortes para alcanzar el poder: saber disfrazar bien las cosas, y ser maestros en fingimiento”.