LA HABANA, Cuba. – Miguel Díaz-Canel constató que la burocracia fomentada por el férreo entramado estatal socialista en 60 años ha sido un valladar durante sus 10 meses en la presidencia de Cuba. Así lo evidencian los resúmenes de sus pronunciamientos en las reuniones del Consejo de Ministros y de balance del trabajo de los ministerios en 2018 efectuadas a fines de febrero y principios de marzo y difundidas en los medios oficiales.
El mandatario, envuelto por la telaraña inherente al sistema, se propone “deshacer los entuertos” de Raúl Castro aprovechando el ambiente creado para el referendo del 24 de febrero y por la emisión de las leyes complementarias de la nueva Constitución.
Díaz-Canel reiteró a todos los organismos la necesidad de eliminar la burocracia, las trabas y lo que está afectando en materia de pensamiento; abrir la mente y ser más proactivos. También expresó que se trabaja para flexibilizar la planificación y generar un escenario más propicio para que los diferentes actores económicos puedan desempeñarse con mayor eficiencia, buscando que el plan sea a su vez más integral para que la economía funcione de otra manera, dejando atrás métodos administrativos, y avance hacia métodos económicos de carácter financiero.
El turismo deberá asumir el papel fundamental en la economía, como lo fuera durante siglos la casi extinguida producción azucarera, junto a la inversión extranjera y los encadenamientos productivos para sustituir importaciones y generar exportaciones, a pesar de la escasez de rubros. De ahí la combinación de oferta de turismo de salud y la búsqueda de diversificar los mercados; el fortalecimiento de la industria nacional, y el sector no estatal como complemento al turismo.
Según medios oficiales, para el periodo 2019-2021 se han seleccionado varios rubros para centrar los esfuerzos y recursos, como níquel, azúcar, cacao, tabaco, miel, carbón, ron, productos biomédicos y del mar, servicios médicos, turísticos, de telecomunicaciones, educacionales, culturales y deportivos.
En cuanto al azúcar, las zafras apenas sobrepasan el millón de toneladas alcanzadas a principios del siglo XX, por lo que la exportación es muy baja después de cubrir el consumo nacional.
El ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, al presentar la Estrategia Integral de Exportación de Bienes como un instrumento de planificación coherente y realista, mencionó las mercancías poco competitivas y de baja integración tecnológica entre los problemas. Expresó que siguen siendo barreras a superar, las falacias en la capacitación de personal, la lentitud y la complejidad de los trámites, las demoras en la obtención de financiamientos y la falta de incentivos en las empresas estatales para desarrollar negocios con capital foráneo.
Por su parte el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, refirió que a veces se incumplen procedimientos y cronogramas de trabajo y que existe insuficiente comunicación de las direcciones de planificación con las entidades de su territorio, lo que genera, entre otras consecuencias, falta de calidad en la información recibida; en ocasiones se dedica más tiempo a la revisión de las cifras que al análisis de las mismas.
Desde la década de 1960 se han emprendido varias campañas contra el burocratismo, pero no se eliminaron las causas. Los controles económicos, como la contabilidad y los contratos, fueron suplantados por especialistas en la confección de planillas y formularios, elevados a las instancias superiores, que han trazado las directivas. El “sociolismo” para resolver cualquier necesidad o ambición, resultaban en truenes con plan pijama (expulsión del trabajo y quedar en casa hasta decisión superior) o caerse para arriba (ascender gracias a la mano del socio). Esto forjó el temor a tomar decisiones y la obstaculización de los cambios, por pequeños que fueren. Así se ha criado casi el 80% de la población cubana nacida después de 1959, incluidos los actuales dirigentes en los altos niveles, que pretenden “aligerar la carga burocrática” para enfrentar las tensiones económicas y desarrollar el país.
En las reuniones citadas, no se aprecian cambios motivadores del elemento fundamental: el ser humano, tanto trabajador como ejecutivo. El Estado es empleador monopólico, pero los salarios en moneda nacional son miserables y los estímulos en divisa mínimos, incluso en las actividades productivas y de servicios que generan su captación. Resulta difícil cubrir las plazas de directivos y personal en general, asi como la permanencia en los puestos de trabajo. La mayor independencia de las empresas y la reforma salarial se viene anunciando durante los últimos años.
El gobierno continuista necesita credibilidad entre la población, tanto para afianzarse como para que ejecute sus directivas, pero la aleja por las promesas incumplidas y el sostenido incremento de las dificultades financieras se aprecian en la vida diaria debido al desabastecimiento de productos básicos como medicinas, pan, huevos, pollo, detergente y papel sanitario (la carne de res y la leche son casi desconocidos por la mayoría de la población), por la imposibilidad de comprar las materias prima o la rotura de las viejas fábricas.
Será difícil de desenraizar el burocratismo mientras no se realicen cambios profundos en el sistema, de manera que los cubanos se sientan motivados por las posibilidades reales de participación, la promoción por el talento y los resultados del trabajo, los beneficios salariales y la seguridad para tomar decisiones sin represalias según la incondicionalidad política. Las leyes y decretos complementarios de la nueva Constitución son esperadas por la población con temor a que impongan mayores restricciones y sanciones. Esto sería muy contraproducente en el contexto de crecientes dificultades económicas, sin otro asidero que los sacrificios y el trabajo de los cubanos.