Foto-galería de José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba.- Mientras el palo va y viene, la bola está echada a rodar nuevamente en las calles. Frente a los establecimientos de cambio de moneda (CADECA) vuelven a verse largas y abarrotadas colas (como hacía tiempo ya que no se veían), y otra vez vemos en su entorno al pícaro merodeador en busca de trueques que le permitan embolsillarse algunos pesos, amparado por las circunstancias.
Otra vez se encapota el cielo anunciando los truenos y ventoleras que podría traer el cambio de moneda, supuestamente beneficioso, según los ingenuos, que cada vez son menos, y atroz para el resto, que conforman mayoría y que asumen la eventualidad no como el fin, sino como otra mala consecuencia de este disparate económico que nos legó Fidel Castro.
Como en las películas con final abierto, cada cual conjetura a su gusto el desenlace, estimulado muchísimo más por lo que desea, o por lo que teme, que por lo que conoce, y angustiado por el exceso de incertidumbre y por la falta de buen juicio con que el régimen ha venido comportándose ante este problema.
No sería necesario describir el ambiente porque es exactamente el mismo que ha sido descrito en diversas ocasiones. Iguales son también las elucubraciones y las actitudes al nivel de la población. Lo único que parece haber cambiado es la opinión general acerca del origen de la “bola”, pues todos casi sin excepción coinciden en la certeza de que fue lanzada por el régimen, no tanto para observar cómo reacciona la gente (lo cual ya hizo antes y parece no importarle esta vez), sino como anticipo de lo que realmente va a ocurrir en breve.
Entretanto, la prensa oficial en lo de siempre, en silencio y a la espera de órdenes. No circulan noticias, ni reales ni inventadas (puesto que continuamos sin ver, ni oír, ni imaginar siquiera sus señales concretas) sobre una recuperación en los índices de productividad y de eficiencia, es decir, sobre el mínimo avance económico que resulta imprescindible para intentar con responsabilidad la anulación de esta patochada fidelista que es el sistema de doble moneda.
En ocasiones anteriores por lo menos han desmentido la “bola” oficialmente, no antes, claro, de dejarla correr el tiempo que necesitaron para estudiar la reacción popular. ¿Será entonces que ahora no le están prestando atención por ser más de lo mismo? ¿O será que esta vez sí es verdad que viene el lobo?
Si así fuera, habrá que amarrarse los pantalones, pues la llegada del lobo no resultaría menos fiera y alarmante que como pudo ser en años atrás, con precipitación y golpe de efecto incluidos. Y no porque al fin hayan creado las condiciones, sino porque se sienten apremiados a darle un vuelco al disparatado e irracional uso de la doble moneda, pero sin dar un vuelco de consideración a sus causas: la crisis económica que desde hace tanto asfixia al país.
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