HOLGUÍN, Cuba.- Extenuada y a punto de desfallecer, Ángela Rojas González lleva más de una hora en la cola para extraer dinero de un cajero automático.
Está jubilada por enfermedad y cobra su pensión con una tarjeta magnética. “Vivimos solas mi hermana y yo. Ella tiene más achaques y no puede salir de la casa”, cuenta Ángela a CubaNet.
En ocasiones ha intentado por la mañana y en otras por la tarde, “pero a toda hora siempre hay muchísima gente. Yo me voy a morir haciendo cola”, dice la anciana.
Las filas para los cajeros automáticos son cada vez más largas. La crisis ha ido en aumento desde que se impusieron las tarjetas magnéticas para cobro y pago de salarios y pensiones.
Es una medida que pretende atenuar la galopante inflación. Pero los resultados no han sido los esperados. Al tomar la decisión el Gobierno no tuvo en cuenta la obsoleta tecnología, el reducido número de cajeros automáticos y sus frecuentes roturas.
Según cifras oficiales, en 2021, a través del uso de los canales electrónicos, se ofrecieron 160 millones de operaciones bancarias y se emitieron 2 200 000 tarjetas magnéticas, más que en el 2020.
“Estamos hablando de 11 200 000 tarjetas que se han emitido con los diferentes actores económicos y con los distintos productos y servicios asociados a las mismas, que pueden ser una tarjeta de ahorro, de salario o de formación de fondos, entre otros”, dijo al periódico Granma el presidente del Banco Metropolitano (BANMET), Orlando López Garcés.
El suplicio es diario
Sin embargo, hay disgusto popular y queda en entredicho la imagen gubernamental de una Cuba con avances en la digitalización e informatización de la sociedad.
Las colas no solo son los días de pago de salario y pensiones: el suplicio es diario. Los más afectados son los adultos mayores, con limitaciones físicas y enfermedades propias de la edad.
En Cuba la seguridad social atiende a 1 627 856 jubilados y pensionados, según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS)
La pensión no compensa el sacrificio de la cola. Leonides, de 81 años, cobra 1 528 pesos: la pensión mínima en Cuba. “No me alcanza para vivir. Por esa miseria tengo que hacer esta cola de horas y sin condiciones. El día del cobro es muy triste cuando debería ser alegre”, dice el anciano.
Cerca de la casa de Margot, 76 años, no hay cajeros automáticos. Hoy ha sido uno de sus peores días: los dos equipos más cercanos están rotos.
Ha llegado hasta el centro de la ciudad y se ha encontrado con largas colas para extraer el dinero de los cajeros automáticos. “Ya marqué, pero la cola es muy lenta. Es terrible cobrar la chequera con tarjeta magnética”, dice la agobiada señora que decidió esperar sentada en un banco del parque San José.
Sin embargo, los infortunios de los adultos mayores han sido desoídos por el Gobierno que “acordó migrar de la nómina electrónica a la tarjeta magnética a la totalidad de pensionados que cobran en las Sucursales bancarias de BANMET y BANDEC y al 20% del BPA”, según publicó el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) en su cuenta oficial de Twitter. La noticia se anunció en el mes de abril.
La situación ha empeorado
“En este país todo se hace al revés. En vez de incrementar la cantidad de cajeros automáticos, decidieron aumentar el número de personas que cobran con tarjeta magnética. Ahora las colas son más largas”, dice a CubaNet Josué, un joven que espera en la cola. “Como siempre, se hacen las cosas sin tener en cuenta ni la realidad, ni la opinión del pueblo. Los que tomaron la decisión no hacen cola para cobrar en los cajeros”, dice el joven.
Para cobrar el salario, muchos se ausentan de sus trabajos. “Fui a la empresa y firmé la entrada. Enseguida vine para aquí. Me he pasado toda la mañana en la cola y todavía no he podido extraer el dinero. Ya hoy perdí la mañana. Tengo que hacerlo ahora porque cuando salgo del trabajo generalmente los cajeros no tienen dinero”, dice Elena, que así prefirió identificarse.
La situación adversa creada por el Gobierno conspira contra el desarrollo económico y social del país. “No puede haber avances si existen problemas como estos que interrumpe la jornada laboral y al mismo tiempo desestimulan al pueblo”, dice Leonardo. Agrega que se pasa mucho trabajo para algo tan simple como cobrar un salario que no satisface las mínimas necesidades.
Fatalismo geográfico
A inicios de año en La Habana se instalaron nuevos cajeros automáticos con tecnología de pantalla táctil.
Un privilegio capitalino que no se extendió al resto del país donde la mayoría de los cajeros automáticos funcionan gracias a la inventiva de los técnicos, pues las tecnologías utilizadas están obsoletas y no hay piezas de repuesto para ellos.
La medida ha causado molestias en la población que está en desacuerdo que se privilegie a la capital en detrimento del resto del país.
“Eso no es nuevo. Para todo es así. Para acá siempre nos mandan las cosas viejas que se usaron en La Habana. Con las guaguas pasa lo mismo”, dice Miriam, que hace más de una hora aguarda para extraer el dinero.
La espera en cola carece de las mínimas condiciones. Son largas horas de pie y bajo un inclemente sol. Así les sucede a los usuarios de los dos cajeros automáticos situados en el Banco de Créditos y Servicios (BANDEC).
Mientras que en el BANDEC de la calle Arias un solo equipo está funcionando. El otro se quedó sin fondos disponibles por demora en el depósito.
La cola se ha largado y ha llegado hasta la sede de la Casa de Iberoamérica. Sobre dos mesas se exhiben libros a la venta que nadie mira. Lo material le gana a lo espiritual. “A la gente no le interesan los libros, lo que quiere es sacar el dinero e irse lo más pronto posible”, dice un joven.
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