LA HABANA, Cuba.- Una imagen dice más que mil palabras. No hay lugar a dudas. Los 47 segundos que dura el fragmento de grabación en la que aparece José Daniel Ferrer golpeándose la cabeza contra la mesa, para inmediatamente decir que ha sido agredido, serían suficientes para declarar que su carrera política se fue a bolina.
Ha sido poco más de medio minuto pero ha ocupado el centro de la “prueba” presentada por el gobierno cubano para demostrar que el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) es un loco más que un delincuente, como recalca el polémico material audiovisual en los momentos que anteceden al “arrebato” del opositor, y como hubieron de machacar en los minutos restantes de esa “arenga-acusación-reportaje” a la que le faltó más de una pieza para ser considerada irrebatible.
Pero el régimen cubano al menos logró parte del objetivo que se propuso, mayormente dirigido al interior de la Isla más que al exterior.
Si, por una parte, no evitaron que la Unión Europea se pronunciara e incluso aprobara una resolución condenatoria por mayoría de votos, por otra alcanzaron a generar un estado de opinión al interior de la Isla que les resulta favorable no solo para enfatizar en la vieja y maquiavélica idea del carácter “delincuencial” de la oposición, incluso del periodismo independiente, sino como sondeo arriesgado para determinar si sería viable una escalada más agresiva en el futuro inmediato contra todo cuanto huela a disidencia política. Por supuesto, todo ello en virtud de las presumidas “unidad monolítica” e “irreversibilidad del socialismo” a las que aspira el Partido Comunista para los años venideros.
Pero retornando a los detalles del video de la discordia, no habría que repasarlo muy detenidamente para darse cuenta que algo no huele muy bien en esos 47 segundos en que José Daniel Ferrer pareciera más un paciente de un hospital psiquiátrico que un preso político.
Hacemos hincapié en ese “arrebato demencial” porque la escena llama a la duda en tanto el oficial que lo custodia pareciera estar a la espera de alguna reacción. Para nada lo toma por sorpresa y no sigue el protocolo típico de reducir al detenido o inmovilizarlo, como al parecer hicieran con otro preso político como el periodista Roberto de Jesús Quiñones, de quien, por cierto, no presentaron ninguna “prueba” de haberse autoagredido. Es este un caso que va quedando en el limbo pero por el momento continuemos con José Daniel Ferrer.
Los policías han colocado la cámara en un ángulo demasiado conveniente como para que no queden dudas de que es el sujeto en cuestión y no un actor pero, a la vez, esto ha dado pie a que se pudiera cometer otros errores: el audio es inexplicablemente desastroso para un “interrogatorio”, de modo que es casi imposible reconocer el tono verdadero de voz de José Daniel Ferrer, quien pareciera bajo los efectos de algún tipo de narcótico, incluso han debido subtitular el momento en que lanza su denuncia.
“Drogado”, y no “loco”, es la palabra que han usado dos psicólogos de la Isla que han observado el material a propuesta nuestra y señalan otros aspectos que confirmarían que el detenido quizás ha sido medicado.
No se le entiende muy bien. Manifiesta dificultades con el lenguaje e, instantes previos al sobresalto se pasa las manos por la cabeza con nerviosismo como si estuviese intoxicado, tal vez intentando controlar una mente que se ha desbocado.
Más allá de cualquier especulación, el sujeto que aparece en el video no se ve nada bien. El guardia que lo observa ni siquiera le pregunta si necesita ayuda cuando evidentemente el detenido muestra malestar físico, quizás como consecuencia de algún tipo de medicación o, también pudiéramos suponer, como “reacción recidiva posterior a un episodio de tortura psicológica”, han apuntado algunos observadores acostumbrados a tratar con casos similares.
Por otra parte, es muy difícil de creer que el principal miembro de la UNPACU, quien ha sido detenido más de una vez, que ha conocido la cárcel y está al tanto de las rutinas de la policía política de Cuba en eso de instalar cámaras y demás tecnologías para la recolección de “pruebas” más allá de los lugares de detención, incluso dentro de las viviendas de los opositores, se le haya escapado ese detalle crucial de que con toda probabilidad estaba siendo filmado.
No es la primera vez que el gobierno cubano apela a esa estrategia intimidatoria de “te estamos observando”, aunque sí pudiera ser una de esas tantas veces que “se le va la musa” con los detalles que intenta presentar como prueba.
Con eso y con otras cosas más. Por ejemplo, en el mismo video, cuando acusa a José Daniel Ferrer y a su familia de recibir instrucciones directas de la encargada de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Cuba apenas muestran un brevísimo fragmento de esta al entrar y salir de la casa de aquel en Santiago de Cuba.
No presentan una grabación de alguna conversación que soporte las acusaciones de monitoreo y adiestramiento contra la diplomática, lo cual haría sospechar que tampoco existen correos electrónicos, correspondencia ordinaria, intercambio de algún tipo de comunicación. Sencillamente el video no pasa de reiterar el carácter violento de Ferrer mediante el uso de testigos que a lo sumo moverían el debate a un estéril enfrentamiento de acusaciones sin pruebas contundentes, pero ya han logrado fijar la idea en el televidente, y ese era el propósito.
Aunque hay quienes han podido quedar muy conformes con ese video que mostró la televisión cubana, y a partir de ahora le será muy difícil a José Daniel Ferrer deshacer el daño que le ha causado la divulgación de tales imágenes no solo a la UNPACU sino a buena parte de la oposición en Cuba, también para ser bien objetivos habría que observar todos esos detalles que apuntan a chapucería y que, al mismo tiempo, afectan la credibilidad del régimen cubano y, tarde o temprano, pudieran pasarle la cuenta.
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