LA HABANA, Cuba.- La prensa oficialista y algunos de los participantes entrevistados por la misma califican de “trascendental” el IX Congreso de la UNEAC, y el discurso con que fue clausurado por el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel.
No hay que hacer mucho caso a la prensa oficial. Sabemos que exagera, se pone rimbombante y abusa de calificativos como trascendental, grandioso, etc.
Por qué fue ¿trascendental? ¿Por el discurso de Díaz-Canel? ¿Porque fue un poco menos cansino de lo habitual y lo ovacionaron?
Los escritores y artistas que ovacionaron el discurso de Díaz-Canel, especialmente, y chicharronería aparte, fue porque esperan que su dinero no siga nutriendo a la burocracia parásita de las empresas que los esquilman sin oficio ni beneficio. Ojalá. Y que no los aprieten demasiado con los impuestos.
A mi, luego de escuchar a Díaz-Canel reiterar la vigencia de las palabras a los Intelectuales de Fidel Castro y eso de la continuidad (ya ustedes saben de qué), se me escapa la trascendencia del evento. En todo caso, este Congreso de la UNEAC se me antoja tan trascendental como la nueva Ley Electoral y la reducción de plantilla de la Asamblea Nacional para que quepan los diputados en el Capitolio.
¿Cambios? Como no: Miguel Barnet, luego de 20 años como presidente de la UNEAC, ahora deja el puesto a Luis Morlote, su hasta ahora vice, y pasa a una presidencia honorífica. No sorprendió. Desde el anterior congreso (el VIII, aquel que fue presidido nada menos que por Machado Ventura) se rumoraba que Morlote sustituiría a Barnet.
Muchos temen que Morlote, el nuevo presidente, se ponga extremista y apriete. Barnet, según dicen, era tratable, asequible, comprensivo hasta donde podía serlo, y lo más importante, dejaba vivir…
Díaz-Canel llamó a una cruzada contra “la incultura y la indecencia”. ¿Qué viene ahora? ¿El decreto 349 sin anestesia? ¿Los inspectores, ahora que les aumentarán los salarios, con más entusiasmo para determinar qué es decente, qué es antipatriótico, qué es arte y que no? ¿El MININT revisando con lupa y audífonos los guiones de las películas, los video clips de la TV y las letras de los reguetones?
Con Morlote no hay molote. Todo sigue bajo control. La trapisonda, los bretes, los chismes y el descontento, bien bajito, confinados a las mesitas de la UNEAC, con fondo de boleros, preferiblemente del tipo para tarrúos y aguantones. Eso, si los comisarios no determinan que esa música es banal, indecente, un producto subcultural y la sustituyen por cantos luctuosos de Raúl Torres, joropos venezolanos e himnos militares chinos y norcoreanos.