LA HABANA, Cuba.- La mezcla de la política con el deporte ha sido una práctica habitual de las autoridades castristas. Muchas veces tratando de demostrar la supuesta superioridad del deporte socialista sobre el que tiene lugar en las sociedades capitalistas. Pero también fueron notorias las ausencias de Cuba a las Olimpiadas de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988. En ambos casos por motivos políticos. Ausencias que, entre otras cosas, troncharon la carrera deportiva de varios atletas con posibilidades de haber alcanzado la gloria olímpica.
Pero Cuba no solo ha aplicado esa especie de boicot a las citas olímpicas. Los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe también han sido blancos del accionar político del castrismo. En ese sentido destaca la no participación de la Isla en los Centroamericanos que tuvieron lugar en El Salvador en el año 2002.
Hay que recordar que dos años antes de ese evento, durante la Cumbre Iberoamericana celebrada en Panamá, el entonces presidente salvadoreño Francisco Flores acusó a Fidel Castro de tener las manos manchadas con la sangre del pueblo salvadoreño, con motivo del aliento de Cuba a la guerra civil que estremeció a esa nación centroamericana.
Entonces, previendo un ambiente hostil hacia su delegación deportiva, Castro ordenó que Cuba no concurriera a la cita salvadoreña bajo el pretexto de que “no había seguridad para los atletas cubanos”. En su lugar Castro ideó la denominada Olimpiada del Deporte Cubano, un evento fallido por su deficiente organización y escaso interés competitivo. Tan fallido que no ha vuelto a retomarse.
Pero ahí no paró todo. Los gobernantes cubanos optaron por no participar tampoco en los Juegos Centroamericanos de Mayagüez, Puerto Rico, en el año 2010. Nuevamente se refirieron a la “inseguridad” que les esperaba a los deportistas cubanos en tierra boricua. Pero para nadie era un secreto el temor del castrismo a una posible desbandada de sus atletas en busca de la libertad.
Es de destacar el daño, específicamente en lo referido a la calidad e interés por la competencia, que la no asistencia de Cuba les causó a ambas citas centroamericanas, teniendo en cuenta que por entonces la Mayor de las Antillas conservaba el liderazgo deportivo en la región. Una posición que mantenía desde los Juegos de Panamá en 1970.
Así las cosas, las autoridades del deporte en Centroamérica acaban de dar a conocer que El Salvador será la sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en el año 2023, los cuales debían haberse celebrado en 2020 si la pandemia del coronavirus no hubiese hecho acto de presencia.
Se trata de una decisión que tal vez no haya sido muy del agrado de las autoridades cubanas, temerosas de que el eco de las palabras de Francisco Flores aún permanezcan en el sentir del pueblo salvadoreño.
De todas maneras, es posible que el castrismo adopte una determinación tomando en cuenta el partido político que gobierne a esa nación centroamericana en el 2023. Si gobierna el partido ARENA —en el que militaba Flores— lo más probable es que Cuba no asista. Si, por el contrario, gobierna el izquierdista Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), es posible la participación cubana. Claro, queda también la incógnita de qué haría el castrismo si el actual presidente Nayib Bukele se mantiene en el poder para esa fecha. Bukele, al menos hasta ahora, no ha sido muy benevolente con la izquierda radical de la región.
Ah, pero habría una diferencia en caso de que Cuba decidiera no asistir a los juegos del 2023. Ya la competencia no se desluciría tanto en esa ocasión. Porque los cubanos no lideran el deporte centroamericano y caribeño. México los desbancó en los Juegos de Barranquilla 2018. En aquella ocasión los aztecas obtuvieron 132 medallas de oro por solo 102 los cubanos.
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