SANTA CLARA, Cuba. – Hace cerca de dos semanas los habitantes de Santa Clara comenzaron a preguntarse por el destino de los cerca de veinte indigentes que solían dormitar en las calles céntricas de la capital provincial, y que desaparecieron repentinamente a raíz de la cuarentena decretada por el gobierno.
No fue hasta este martes que el canal provincial aclaró mediante un reportaje que estas personas fueron trasladadas a un “Centro de alojamiento y clasificación” para “protegerlos ante la amenaza del nuevo coronavirus”. De acuerdo con dicho informe, se encuentran allí 38 personas recogidas de nueve provincias cubanas, cifra que pudiera parecer muy inferior a la cantidad real de habitantes de calle que podían advertirse en la ciudad.
Los indigentes interceptados se encuentran actualmente recluidos en el otrora preuniversitario Yabú 1 en las afueras de Santa Clara. En el video transmitido por el canal pueden advertirse la presencia de fuerzas policiales en el lugar para impedir la fuga de estas personas con patologías tales como alcoholismo y que, en su mayoría, no poseen viviendas ni respaldo económico alguno.
Uno de los funcionarios entrevistados dijo a la televisión que “todos los días desayunaban leche y pan croqueta o tomate” o “con algo que siempre aparece”. También se aclaró que se les ofrecía “recreación” y en el video puede visualizarse un televisor “Panda” que exhibe dibujos animados a cuatro deambulantes postrados en sillas de hierro con sus respectivos nasobucos.
Santa Clara es una de las ciudades de Cuba en la que existen mayor cantidad de indigentes, que acostumbraban a pedir limosnas para vivir, lo cual ocasionaba el constante asedio al turismo, una actividad “perniciosa” a ojos del gobierno. Estas personas no cuentan con chequeras de jubilación, no poseen subvención social, están incapacitadas para trabajar o fueron abandonadas por sus familiares.
Antes del advenimiento de la pandemia las autoridades los catalogaban como vagabundos y, si causaban “desorden público”, los trasladaban a un centro por solo una noche donde los bañaban, los alimentaban y les daban la libertad para volver a mendigar o dormir en las calles. A pesar de la ínfima cifra ofrecida por la prensa oficialista aún se advierten, en horario matutino, a varios que hurgan en la basura en busca de latas a escondidas de la policía, o que esperan por un plato de comida gratis frente a los pocos restaurantes de tercera categoría abiertos, que ofertan comida para llevar.
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