LA HABANA, Cuba. — El pasado martes, en el horario estelar que sigue al noticiero, las autoridades cubanas se dignaron -¡por fin!- dar una versión de lo ocurrido cuando dos embarcaciones colisionaron frente a las costas de Bahía Honda. Este trágico abordaje tuvo lugar a fines del pasado octubre; o sea, que los cotorrones y plumíferos del castrismo han necesitado todo un mes para dar una explicación amplia (aunque tendenciosa y parcializada) del mortífero suceso.
Por supuesto que lo expresado por el inefable Humberto López, conductor del programa, y por las restantes personas que hablaron en este, merece un análisis exhaustivo. Aclaro que, en mi caso (y habida cuenta de mi total desconocimiento en asuntos de navegación), me centraré en otros aspectos del aludido “programa especial”.
Lo primero que despierta mi curiosidad es por qué escogieron para hacer la presentación a un individuo como Humberto López. Por lo que he podido apreciar en los comentarios de otros compatriotas, mi referido colega (para mi desgracia, el señor López es también graduado en derecho y dice ser periodista) es una persona que despierta el más unánime rechazo en sus oyentes.
Él brinda informaciones de un modo tan tendencioso, y manipula los hechos de una manera tan burda, que la mayoría de los potenciales espectadores, al verlo en pantalla, opta por sintonizar otro canal. Con esto se ahorran el desagrado y la repulsión que su sola presencia provoca en ellos.
¿No saben esto los burócratas del Departamento Ideológico del Comité Central? Supongo que sí. Ellos disponen de cotorrones que no despiertan tanto rechazo en la ciudadanía, pese a ser también incondicionales del régimen. Los burócratas continúan empleando a Humberto López, lo cual valoro como una muestra más de la quiebra ideológica del castrismo.
El segundo aspecto que llamó mi atención fue el silencio total que guardaron en el “programa especial” acerca del porqué de la presencia de la lancha guardacostas en el lugar de la salida ilegal. Comento esto porque, en base a los antecedentes suministrados en la misma emisión televisiva, lo único razonable es suponer que las autoridades tenían conocimiento del plan de exfiltración.
Según dijo el portavoz López, quienes a riesgo de sus vidas pretendían huir del “paraíso proletario”, estuvieron ocultos por más de un día en el inhóspito paraje de manglares donde fueron recogidos. Como es lógico, ese es el mismo tiempo que llevaban ausentes de sus domicilios y de los sitios que solían frecuentar. Todo eso en un pueblo pequeño como Bahía Honda.
Entonces, no hace falta demasiada imaginación para suponer que los planes de salida ilegal eran ya del conocimiento de la Seguridad del Estado, cuyos miembros son malvados, pero competentes en su labor represiva.
Es posible que algunos de los lectores se pregunten qué importancia puede tener ese conocimiento previo por parte de las autoridades castristas. A ello respondo que esa información implica la existencia de un escenario similar al que precedió a la partida y el trágico hundimiento del remolcador “13 de Marzo”. También en aquel caso se filtraron los planes de fuga. Otros barcos de mayor potencia, velocidad y resistencia fueron preparados de antemano para dar alcance a los fugitivos.
Ya sabemos el terrible desenlace de aquella aventura. Los perseguidores abordaron en más de una ocasión al viejo remolcador y llegaron a dejarlo inmovilizado. Pese a ello, lanzaron potentes chorros de agua cuya fuerza lanzaba al mar a quienes estaban en la cubierta de la embarcación; en especial a los niños, que eran arrancados de los brazos de sus progenitores. Las muertes de esa tragedia se contaron por docenas.
En el caso de Bahía Honda fueron “sólo” siete. Hay diferencias en la cantidad, pero no parece haberlas en el modus operandi, aunque Humberto López y sus compinches del “programa especial” intenten convencernos de una maniobra de la lancha fugitiva para interceptar el rumbo de la lancha guardafronteras; o sea, de una embarcación dotada de un casco diseñado para impactar otras embarcaciones y ocasionarles daños importantes sin sufrirlos ella misma.
Ya dije que no soy especialista en estos temas de navegación. Pero como lego en la materia, la única valoración que logro hacer de la supuesta maniobra descrita en el “programa especial”, se deriva de una analogía quizás elemental: un chofer de motocicleta a quien, tratando de eludir la persecución de un camión, no se le ocurre nada mejor que proyectarse sobre este.
Para terminar, no puedo dejar de señalar la selección arbitraria de los otros participantes en el dichoso “programa especial”. Por él desfilaron varios peritos, oficiales con grandes estrellas o galones de numerosas barras; pero brillaron por su ausencia quienes podían contribuir a brindar una versión más integral y completa de lo sucedido, por el simple hecho de haber estado allí.
Por no presentar, el inefable Humberto no nos aportó el testimonio de siquiera uno de los tripulantes del guardacostas. Aunque se supone que se trate de un reportaje periodístico, este se hizo “a la cubana”; o sea, presentando una sola versión de los hechos. Cualquier idea de equilibrio o contrapeso en las declaraciones, brilló por su ausencia.
Sí aparecieron algunos de los presuntos fugitivos, pero todos ellos exhibiendo posturas grotescas, como la de Héctor Eduardo Meizoso Chiong. Su dicho recuerda el conocido refrán: “Donde dije ‘digo’, digo ‘Diego’” (“no estábamos esclarecidos”, alegó); y en su desenfreno pidió “disculpas al MININT y a las tropas guardafronteras también”.
Entonces, sólo puedo exclamar: ¡Brava la mamá de la niñita de dos años que perdió la vida! Si ella se hubiera prestado a cambiar su declaración, habría sido la testigo-estrella de Humberto López. Pero a pesar de haber estado encerrada en un paraje tan poco acogedor como el cuartel general de la Seguridad del Estado en “Villa Marista”, la joven madre se mantuvo en sus trece y no sirvió para apoyar la versión oficialista que ahora se ofrece.
Supongo que en los días venideros conoceremos más sobre este “culebrón”, al que ahora se han sumado los oficialistas cubanos.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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