LA HABANA, Cuba. – La vivienda de Estrella de la Caridad Fernández Saínz, sita en avenida Zulueta, número 64 interior, entre Refugio y Genios, La Habana Vieja, lleva meses inundada de aguas albañales.
“Me meto hasta tres meses con estas aguas albañales aquí y no hay solución. Vienen [trabajadores de la empresa Aguas de La Habana], destupen y al mes y pico o dos meses vuelve a tupirse y a llenarse de agua esto de nuevo. Desde que está la construcción del Hotel Corona, esa situación se ha agudizado más”, denuncia la anciana, que reside a pocos metros del Museo de la Revolución y a un costado del Hotel Corona (actualmente en construcción).
Para la mujer, esa obra ha provocado el empeoramiento de las tupiciones en su casa, ya que desde allí se vierte agua mezclada con cemento hacia los desagües públicos. “No es que sea culpa del hotel solamente, pero sí tiene parte de ella”, opina la entrevistada.
En lo que va de 2022 ―explica― esta es la segunda ocasión en que su vivienda se inunda con aguas albañales, aunque lleva años lidiando con el mismo problema.
“El 19 de junio se volvió a tupir, pero antes, en febrero (2022), estuve tres meses con las aguas albañales aquí adentro. Ese viaje vino mucha gente y Aguas de La Habana destupió en la calle y el agua fue bajando”, detalla.
Fernández Saínz asegura que, a pesar de las quejas presentadas ante las autoridades pertinentes, cuando llama para solicitar que acudan a destupir los desagües le dicen que “no hay petróleo para el camión”.
La anciana también precisa que la tupición de su vivienda involucra a los apartamentos del edificio colindante.
“Toda esa agua que está estancada en el cuarto viene del sótano de al lado. Yo he dicho que hay que destupir al lado también, pero nadie me hace caso”, lamenta.
Debido a esta situación, a la anciana y los demás residentes del inmueble no les ha quedado otra alternativa que mudarse a casa de otros familiares.
“Yo no puedo vivir eternamente en casa de mi hija porque allí tampoco cabe la gente. Estoy allí porque no hay más opción, pero a mi edad no quiero estar en casa de nadie”, insiste.
La anciana de 81 años dijo a CubaNet que cada tarde debe recurrir al transporte público y atravesar toda la capital para llegar hasta el municipio La Lisa, donde reside su hija. Luego, a la mañana siguiente regresa a su hogar. Entre lágrimas refiere que vive con la esperanza de que las autoridades resuelvan su situación.
“Aquí no hay quien esté; entre los mosquitos y la peste es imposible vivir aquí”, se queja.
Fernández Saínz trabajó durante años como auxiliar de limpieza en la Dirección Municipal de Vivienda, entidad que le ofreció el local donde ahora reside legalmente bajo la promesa de concederle una vivienda más adelante, cuenta. Luego le dijeron que no había ningún inmueble disponible para otorgarle.
“Me dieron esto con la condición de sacarme y ya llevo 42 años aquí, con penetraciones del mar que me lo ha desbaratado todo. Me he quedado sin nada y aquí estoy yo todavía”, termina.
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