LA HABANA, Cuba.- La noticia sobre las 933 toneladas de medicamentos que el gobierno cubano y el chino donaron al gobierno venezolano ha provocado indignación en la población. Es que la medida tiene lugar a menos de un mes de que un tornado (el 27 de enero) devastara el depauperado fondo habitacional de varios barrios pobres y densamente poblados de la capital. Sin embargo, ni siquiera en esta ocasión el gobierno donó la ayuda humanitaria. Como siempre, alimentos e insumos necesarios para reparar las viviendas fueron vendidos. Y no sólo eso, también prohibió e impidió a las personas dar ayuda humanitaria a los afectados de forma independiente.
Ahora bien, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, declaró que en su país no existe crisis humanitaria. Hemos escuchado por Telesur a más de un funcionario, entre ellos al propio Nicolás Maduro, reiterar que en Venezuela no hay escasez. Si esas declaraciones son ciertas, ¿para qué necesitan ayuda? ¿Por qué no invertir entonces esos recursos en aliviar la crisis de medicamentos que sufre la población cubana? “Es que este gobierno oprime y abusa del pueblo como le da la gana”, reflexiona un conocido. “Como no tienen que rendirle cuentas a Liborio, porque ellos mismos se ponen y se quitan de los cargos, se creen los dueños absolutos que pueden disponer de los bienes del país como si fuera su feudo”.
“¿De qué nos sirve escuchar una y otra vez que Cuba cuenta con la cifra más alta de médicos de la historia, si no hay medicinas que recetar?”, me comentó una enfermera. En efecto, la crisis de medicamentos obliga a los médicos a repetir recetas una y otra vez, y a los enfermos a estar pendientes de la distribución en las farmacias (cada diez o quince días), hacer la cola, y si no entraron esperar por el próximo envío, y como las recetas solo son válidas por 30 días, a hacer de nuevo la cola en el consultorio médico. Las personas que padecen de enfermedades crónicas compran medicamentos por la tarjeta de control. Supuestamente, así se garantiza la disponibilidad basada en la planificación, pero la realidad es que la crisis también los alcanza, y el llamado tarjetón se vence sin adquirir las medicinas, por lo que hay que volver a la posta médica por otro nuevo.
Aunque la prensa divulga que más de dos tercios de los medicamentos se elaboran en el país, estos dependen de materias primas importadas, cuya adquisición se dificulta por la inestabilidad del mercado, los créditos y las finanzas, así como la falta de financiamiento en la producción. También con frecuencia los proveedores retrasan el pedido hasta la entrega del dinero. No obstante, la industria farmacéutica tiene facultades para comprar en el extranjero medicamentos de última generación, claro está, no para el pueblo, sino para la cúpula y sus acólitos.
Ante el desabastecimiento de todos estos años, la población acude a la medicina natural y tradicional, cuya comercialización comenzó con el período especial en la década de 1990, además, es sin receta médica. Pero hasta estos remedios han desaparecido de los anaqueles de las farmacias, se dice que porque no les pagan como es debido a los productores de plantas medicinales.
Ante esta realidad, ahora a los cubanos no nos queda otra salida que procurarnos las hierbas y curarnos como nuestros aborígenes: con tisanas y menjunjes.