LA HABANA, Cuba. – El dúo cubano de reguetón Gente de Zona ha decidido expresar públicamente su opinión sobre el acontecer político cubano y ha calificado como “dictadura” a la cúpula que gobierna en la Isla desde hace 61 años. Sus declaraciones han incomodado mucho al régimen de Díaz-Canel, cuyos heraldos han arremetido contra Alexander Delgado y Randy Malcolm lo mismo desde los medios estatales de comunicación que en las redes sociales.
Los que ayer eran tan queridos y aplaudidos por el régimen como “genuinos representantes de la música cubana”, de golpe han caído en la acera de los mercenarios, los vendepatria y los traidores. Ofensas al por mayor han llovido sobre ambos artistas por haber reconocido lo que todo el mundo sabe, y si es cierto que para muchos más vale tarde que nunca, la toma de partido de Gente de Zona parece ser, a juicio de otros, efecto de la presión ejercida en Miami contra artistas cubanos simpatizantes del régimen, que durante años han vivido camaleónicamente entre las dos orillas haciendo malabares para no calzarse el dilema político, ni desaprovechar las oportunidades económicas que ofrece la ciudad meca de la música latina.
El efecto Trump ha puesto fin a esas mañas de equilibrista. El brío renovado de la emigración anticastrista, añadido a la grave situación económica y de derechos humanos que impera en la Isla, han borrado las medias tintas y conminado a dar la cara a quienes se autodenominan “artistas del pueblo”, pero cuyo éxito terminó colocándolos en un nivel de exclusividad accesible solo para los acomodados del castrismo y los privilegiados que podían pagar covers de 500 CUC para ver a Gente de Zona.
Sobre este particular varios entrevistados conversaron con CubaNet, no solo para intentar explicar el cambio de opinión de Randy y Alexander, sino para recordarles a ambos de dónde vinieron, y que ese pueblo que tanto dicen amar y respetar hace mucho tiempo que no disfruta de sus conciertos; al menos no desde aquella presentación en la Ciudad Deportiva que tuvo a Laura Pausini como invitada y en la cual Alexander Delgado llamó “mi presidente” a Díaz-Canel.
De forma general las opiniones de los entrevistados se dividen entre quienes consideran que Gente de Zona tiene todo el derecho de decir lo que piensa, y los que creen que los artistas cubanos deberían cuidarse de hablar sobre política porque siempre los van a presionar, aquí para que se mantengan callados, allá para que hablen. Es imposible quedar bien con el castrismo y el exilio cubano, erigido sobre el dolor de quienes no fueron aceptables para la dictadura por tener ideas políticas diferentes y desear para Cuba la prosperidad que le ha sido negada desde 1959.
Gente de Zona fue víctima del mismo miedo que mantiene silenciados a médicos, deportistas y profesionales de todos los ámbitos, que no dejan traslucir el menor síntoma de inconformidad hacia los contratos abusivos y prácticas coercitivas del régimen. Después de las declaraciones ofrecidas en el Free Cuba Fest y la entrevista concedida al periodista Mario Vallejo, el dúo sabe que no le permitirán regresar a Cuba en mucho tiempo, ni podrán abrazar a sus seres queridos. Ese es el precio de enfrentar al castrismo, un precio que nadie quiere pagar y hasta cierto punto justifica la hipocresía en que viven los cubanos, dentro y fuera de la Isla.
En los tiempos que corren, no obstante, es necesario definirse y hacerlo de corazón. Es importante estar seguro de lo que se es y piensa, porque la política de Estados Unidos hacia Cuba es voluble; las tornas pueden cambiar y sería penoso ver a esos artistas que han dado declaraciones para salvar el pellejo ahora, desdecirse luego con tal de que los dejen volver.
Es terrible el lazo del miedo que estrangula a los cubanos, obligándolos al apocamiento y el oprobio. Es terrible saber que tu silencio condena a muerte a tu país, pero tu denuncia puede convertirse en un calvario para ti y tus familiares. Es una decisión muy dura, que solo entienden quienes se han visto obligados a tomarla.
Lo que ha hecho Gente de Zona es muy valiente; es lo que se requiere para seguir viviendo y trabajando en Miami, y es lo correcto si se considera que Cuba está ya en la línea roja de lo irrecuperable, de convertirse en un país chatarra. Resulta inevitable, sin embargo, preguntarse qué alcance tendrá el acto de coraje de dos músicos que residen fuera de Cuba, cuando los que están dentro continúan mirando impasibles a decenas de represores lanzarse sobre jóvenes inocentes que defienden solos la causa que debería ser de todos.
Si lo que se pretende es desacreditar al castrismo a nivel internacional, tal vez sirva de algo lo que ha hecho Gente de Zona; aunque poco o nada signifique en comparación con el regreso de Cuba al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, a pesar de los hechos represivos de los últimos días, ampliamente documentados y difundidos. Si Randy y Alexander lograron quitarse de encima la carga ominosa de la mentira, la vida les será más grata en lo adelante y el haber aligerado la consciencia les ayudará a sobrellevar el dolor de no poder ver a sus familiares.
Pero si al final han asumido esa postura por no perder los beneficios alcanzados, tendrán que hilar muy fino en el futuro. Ahora son sujetos políticos, enemigos del régimen más rencoroso y perverso de Occidente; una condición que entraña riesgo y responsabilidad en idénticas proporciones.
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