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Fidel Castro: un elefante en una vidriera

Fidel Castro; Cuba;
Fidel Castro (Foto: EFE)

LA HABANA, Cuba.- Ya los comunistas no saben que nombre ponerle a sus partidos. Recientemente visitó el periódico Granma un viejito con cara de buena gente, Serguei Mirónov, quien dijo que su partido comunista de oposición ahora se nombra Partido Rusia Justa, y que ambos países tienen una larga historia de solidaridad.

¡Una larga historia de solidaridad! No sería mejor decir una turbulenta, confusa y belicosa historia, desde antes y después del desmerengamiento del comunismo soviético, porque esa historia fue de “ampanga”, como se dice en Cuba en el argot popular, tan escabrosa, que vale la pena repasarla, para que se vea que el joven inquieto de Birán sí era un elefante en una vidriera, y no Donald Trump, como dice Mirónov.

Por ejemplo, ¿qué diría ahora Fidel Castro si supiera que el Partido de Mirónov se tiene que unir a otros partidos rusos comunistas, puesto que ninguno, por sí solo, vale un alpiste en las elecciones de ese país?

La historia del comunismo castrista comenzó cuando llegó de incógnito a La Habana el agente soviético Alexander I. Alexeyev para convertirse en embajador de la URSS en Cuba, y meses más tarde, un 16 de abril de 1961, Fidel, rodeado de hombres armados hasta los dientes, como el golpe de estado bolchevique, declaró el carácter socialista de la Revolución.

En 1962, durante la Crisis de Octubre, Fidel entró en graves conflictos con los rusos cuando éstos pactaron con Estados Unidos, por lo que el líder cubano, al sentirse jodido, pidió a Nikita Khrushchev que atacase primero con misiles nucleares, lo que crearía una tercera guerra mundial.

Caso omiso hizo Khrushchev, quien desmanteló los cohetes nucleares de Cuba y los retiró definitivamente.

Desde entonces tuvo que conformarse Fidel con atacar duramente a los partidos comunistas latinoamericanos, afines a la línea moscovita.

Luego, a pesar de haberse firmado un comunicado conjunto entre Rusia y Cuba, donde se reconocía el principio de la coexistencia pacífica, Fidel arremetió nuevamente contra la URSS, al ver que se prohibían las pruebas atómicas. Se negó a firmar el acuerdo, pero unos meses después lo aprobó, en espera de maquinaria soviética para la zafra, maquinaria que años después consideró “pura chatarra”.

En 1966 Fidel Castro volvió a tener desavenencias con Moscú, porque continuó coordinando con más empuje los movimientos guerrilleros del mundo. En un discurso de ese año, criticó las posiciones soviéticas en contra de la lucha revolucionaria auspiciada por La Habana.

El 10 de junio de 1969, en una Conferencia de Partidos comunistas celebrada en Moscú, Fidel Castro declaró que Cuba era solidaria con la URSS, y luego visitó La Habana una poderosa escuadra soviética, ignorándose en todos los medios de comunicación cubanos la llegada a la luna del Apolo XI norteamericano.

El 22 de abril de 1970 Castro criticó a quienes criticasen a la URSS y pusieran en dudas la construcción del socialismo y el comunismo a la vez; se responsabilizó por el fracaso de la zafra de los 10 millones, señaló un mal trabajo en la zafra azucarera y explicó grandes deficiencias en las fábricas cubanas.

A pesar de decir que la URSS era el pilar fundamental de Cuba, aclaró que no era buena la situación económica y se lamentó en el curso de sus intervenciones posteriores sobre “las dificultades para encontrar una solución al desarrollo del país”, destacó además el subsidio de la URSS, de cinco millones de dólares al año, como si este fuera poco.

Ya en la década del 80 Fidel Castro expuso el fracaso de la economía cubana y anunció las medidas de rectificación de errores.

A finales de 1989 se reunió urgente el Partido Comunista de Cuba para analizar la grave crisis alimentaria del país, momento en el cual Fidel mostró su gran disgusto al saber que la URSS se empeñaba en reducir el subsidio para la economía cubana, y luego se encolerizó cuando altos funcionarios rusos revelaron que ojivas nucleares soviéticas fueron desplegadas en Cuba y que Fidel pudo haberlas disparado contra ciudades norteamericanas durante la Crisis de los Misiles de 1962.

Poco después se prohibió la venta de los medios de prensa soviéticos Sputnik, Novedades de Moscú y Tiempos Nuevos, considerados por Fidel Castro propaganda de la democracia burguesa.

El año 1990 marcó el fin del socialismo: Los cambios en Moscú profundizaron el aislamiento político de Cuba y la prensa rusa la describió como “un estado policíaco empobrecido”. Fidel condenó a los políticos cubanos que quisieran imitar los cambios de la URSS.

El dictador rumano Nicolae Ceaușescu, quien había obtenido de manos de Fidel Castro la Orden José Martí, fue fusilado en Rumanía; cayó el Muro de Berlín, y comenzó el Período Especial, en el que los cubanos comieron hasta gatos callejeros.

El 14 de febrero de ese año el periódico oficialista Granma reconoció por primera vez que Cuba era un país agrícola subdesarrollado, y el 8 de junio Fidel Castro pidió a Carlos Rafael Rodríguez que hablara con el presidente de México para que propusiera a George Bush un diálogo con el dirigente cubano. El presidente estadounidense lo rechazó y Fidel, iracundo, vociferó que “primero se hundirá la Isla en el mar antes de arriar la bandera de la Revolución y el Socialismo”.

Hoy, continúa hundida. Ni Fidel ni Raúl pudieron sacarla jamás de las profundidades del mar.

Fuentes consultadas:

Nosotros somos como hermanos…, entrevista ofrecida a Granma por Serguei Mirónov

Discursos de Fidel Castro de las décadas del sesenta, setenta, ochenta y noventa.

Breve historia de Cuba, por Jaime Suchlicki, impreso en Los Angeles, EEUU.

Libro Negro del Comunismo, Editorial Planeta, 1998

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