MIAMI, Estados Unidos. – Hace una década, tras conocerse en la galería independiente de un artista plástico habanero, la escritora y periodista de CubaNet María Matienzo y el artivista Luis Manuel Otero Alcántara, que entonces no imaginaba fundar el Museo de la Disidencia ni el Movimiento San Isidro (MSI), discutieron por desacuerdos sobre arte y política.
La discusión, que fue la primera pero no la única ―recuerda la propia Matienzo― fue el preámbulo de una amistad que dura hasta hoy y que, a menudo, la obliga a salir de su zona de confort.
“Una de las cosas que más he disfrutado de la amistad con Luis Manuel es que casi nunca estamos de acuerdo en las cosas que él hace y en las cosas que pensamos. Aun así, en esta relación de amistad hemos aprendido el uno del otro”, explica.
Cuando ambos se conocieron, Otero Alcántara estaba enfrascado en extender a todo el país un performance suyo que consistía en peregrinar junto a la Caridad del Cobre. Matienzo recuerda que en Sancti Spíritus, a medio camino, las autoridades le decomisaron la escultura.
“Lo que me demuestra haberlo conocido en esas circunstancias, y que desde entonces haya pasado tanto tiempo, y que él siga haciendo ese tipo de creación confrontacional y siga perfeccionando su discurso político, es que es un tipo sumamente consecuente con lo que piensa y que demuestra que sabe lo que está haciendo”.
Por eso, la periodista y escritora cree que la última huelga de hambre y sed de Otero Alcántara no fue un performance, y aun así es parte de su universo creativo. “Es la consecuencia de un proceso de violencia al que ha sido sometido, pero también es parte de su obra. Es esta intención de correr los límites del arte y de la vida, aun a precio de su propia vida”, sostiene.
Cada vez que el líder del MSI ha puesto su vida en riesgo, o cuando el régimen ha amenazado con “desaparecerlo”, Matienzo ha sentido “un miedo y una angustia tremendas, así como la necesidad de apoyarlo”.
Para la reportera, “Luis Manuel se ha propuesto correr desde el arte los límites del cerco que hemos tenido bien pegado al cuerpo desde que nacimos. Él ha estado corriendo las rejas de las celdas (…) y, esta vez (durante su última huelga), las rejas las ha corrido más allá del límite que el régimen tenía pensado”.
“Por supuesto que eso implica un sacrificio de vida propio, y un sacrificio enorme de los amigos que corremos el riesgo de no verlo nunca más o de no verlo saludable nunca más”, reconoce Matienzo.
La periodista habanera de 40 años no cree en mesías ni mártires ni superhéroes, dice. No obstante, considera que su amigo es un tipo que, desde la creación, se ha vuelto poderoso. “Siento gran admiración por haber tenido la oportunidad de conocer a un tipo enorme, a un tipo que es capaz de poner su cuerpo para beneficio de los demás”, asegura.
“En Luis Manuel se resumen casi todos los eventos de violencia que recibe la oposición en Cuba: ha sido difamado en los medios, hasta se han divulgado imágenes íntimas de él. Los medios han tergiversado su obra y su vida; él ha sido encarcelado, rapado y casi condenado a prisión; su casa ha sido allanada en más de una ocasión. Ha sido golpeado en la calle, ha sido encarcelado sistemáticamente. Y así y todo no ha cejado”.
Matienzo cree que Luis Manuel es “una fuerza en sí misma” y que genera “una empatía desde la discordia, desde la democratización del pensamiento, que no hemos logrado encontrar en muchas otras personas”.
Para la periodista, con su obra el artista de San Isidro intenta hacer más por los otros que por sí mismo. “En su discurso de los límites del arte y de la vida también están la suerte de Luis Robles, de Denis Solís. Cada acción que hace Luis Manuel desde el arte o por tumbar la dictadura también es en función de los más de 100 presos políticos” del régimen cubano, termina Matienzo.
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