HARRISONBURG, Estados Unidos. — Un cambio radical y súbito del statu quo imperante en Cuba no va a ocurrir si tenemos en cuenta que un golpe de Estado fraguado desde la cúpula comunista, la paralización general del país o una intervención militar humanitaria, resultan acciones bastante alejadas de la realidad. Entonces, ¿qué hacer? Se trata de una pregunta agobiante que lacera a todos los cubanos que deseamos un mejor país y conocemos la inviabilidad del sistema impuesto.
Un ¿nuevo? debate se ha extendido en algunos sitios de las redes sociales y confronta dos posiciones ante las próximas votaciones municipales al Poder Popular en Cuba. Una aboga por el abstencionismo; la otra defiende la postulación de candidatos independientes y está liderada por el Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC). Advierto que uso el término “votación” porque en Cuba no hay elecciones.
Recientemente, CubaNet publicó dos interesantes artículos de la autoría del colega René Gómez Manzano sobre el tema, en los que abordó la opción liderada por la CTDC. Me refiero a “¿Candidatos opositores a las elecciones municipales de Cuba?” y “Elecciones municipales en Cuba: pasajes contra la democracia”. Nuevamente estamos ante dos posiciones que vuelven a la palestra pública cada vez que se realiza una consulta popular o una votación; pero también podemos estar ante un nuevo panorama político.
Una mirada a la posición abstencionista
De acuerdo con la legislación castrista, la asistencia a los colegios electorales en ocasión de algunas de las esporádicas consultas ciudadanas —que los comunistas gustan de presentar a la opinión pública internacional como actos reiterados de su gobierno— y en las votaciones periódicas para el Poder Popular, es voluntaria. Sin embargo, la práctica ha sido salir a buscar a los morosos o ausentes en sus casas, hospitales y hasta ómnibus para hacerlos votar. Tal acción tiene como objetivo demostrar una alta participación ciudadana en esa forma de gobierno presuntamente democrática y, de paso, afianzar el mensaje de que la gran mayoría de los cubanos confían en ella.
Alguna relación tiene que haber entre esa búsqueda de votantes y la posibilidad de acomodar los datos finales a los intereses de la cúpula gobernante. Pero exista o no, lo cierto es que quien controla los resultados de esos procesos es un miembro del Buró Político del PCC, órgano al cual está subordinado, en la práctica, el Consejo Electoral Nacional. Una votación o consulta ciudadana que se haga bajo tales condiciones, y cuyos resultados no permitan el escrutinio ciudadano o de observadores internacionales en todos los niveles de la estructura del sistema electoral, jamás podrá presumir de transparencia.
En tal sentido, las opciones de no ir a votar, o de ir y anular las boletas, tienen poca o ninguna trascendencia porque el régimen siempre tiene la posibilidad de falsificar los resultados. La efectividad real de la opción abstencionista está únicamente relacionada con la celebración de las asambleas de vecinos para seleccionar candidatos a las Asambleas Municipales del Poder Popular; pero sería así contando con la vergüenza de los comunistas.
Dichas reuniones deben realizarse -según lo establece el artículo 90.2 de la Ley No. 127 del 2019, Ley Electoral- “con la presencia masiva de electores del área”, y desde hace muchísimos años a ellas solo asisten, casi a empujones, los militantes del partido. A pesar de esta apatía los comunistas continúan informando sobre altos porcentajes de asistencia a esas convocatorias.
¿La oposición al ruedo, un asalto a lo imposible?
La idea de que los opositores pacíficos cubanos se involucren como candidatos independientes en los procesos de votación no es novedosa. Hace algunos años, la organización Candidatos por el Cambio la defendió públicamente y recibió una represión sistemática por parte de la seguridad del estado.
Apenas algunos miembros de la sociedad civil independiente dieron a conocer sus intenciones, la intervención de la policía política no se hizo esperar. Fue una grosera violación de la propia legislación castrista acompañada de arrestos, registros domiciliarios y acciones de descrédito público contra esas personas. Incluso, como recordó Gómez Manzano en uno de sus artículos, llegaron a sentenciar a Javier Roberto Bahamondes Massot.
Imagino que la estrategia retomada ahora por el CTDC tenga en cuenta el inevitable contacto con la población; y aunque no creo que puedan esperarse resultados notables en las próximas votaciones, sí es posible establecer las bases para un sostenido trabajo de proyección política hacia dentro de la ciudadanía.
En lo inmediato, una acción necesaria sería la captación y formación de activistas, tarea no exenta de riesgos, pero que, después del estallido social del 11 de julio de 2021 y ante la incapacidad evidente de la dictadura para responder con efectividad a las necesidades de la población, promete resultados alentadores. Dichos activistas deberían comenzar a formar grupos o células de trabajo encargados de trazar acciones concretas para sus comunidades, resultando ineludible un análisis objetivo de las posibilidades reales de alcanzar mayoría en las asambleas de vecinos. Una vez obtenida esa certeza, habría que trabajar para que el día de la asamblea se logre una amplia participación ciudadana y se respalde de forma inequívoca al candidato de la oposición cuya identidad, obviamente, sólo sería conocida in situ.
Cumplido este primer paso la situación se haría más complicada, pues una vez visibilizado el “enemigo”, las fuerzas represivas del régimen harán todo lo inimaginable para impedir que sea nominado como delegado de la circunscripción. Este será sin duda un momento álgido del proceso, donde serán puestas a prueba la organización y la capacidad movilizadora de la CTDC, así como la madurez política de los electores de esa circunscripción.
Cada violación cometida por los comunistas deberá ser documentada y denunciada por todas las vías y medios posibles, algo que sin dudas acrecentará la fuerte crisis de credibilidad nacional e internacional que ya sufre la dictadura.
Alguien podría pensar que se trata de ideas ingenuas; pero la posibilidad de que una Asamblea Municipal del Poder Popular cuente con opositores, e incluso con una mayoría disidente es real, al menos jurídicamente. Se trata de aprovechar cada brecha que permita debilitar las estructuras de la dictadura. Como afirmaba una célebre frase del ya lejano mayo francés: “Sed realistas, exigid lo imposible”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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