LA HABANA, Cuba. – Aunque reconoce que todos los opositores del año 1959 en adelante han escrito historia en contra de la tiranía cubana, Tomás Ramos Rodríguez, exprisionero político conocido como El Tigre, considera que son los jóvenes de ahora quienes van a decidir la libertad y el futuro de Cuba.
A raíz de los sucesos del 11 de julio de 2021 (11J), cuando miles de cubanos se lanzaron a las calles en todo el país pidiendo libertad, sostiene que han surgido muchos jóvenes “con tremendo valor y tremenda dignidad”.
“Me quito la gorra ante esos muchachos, porque no los subvencionó nadie, no los mandó nadie, no recibieron ninguna ayuda, fue un acto espontáneo. Ellos escribieron la historia”, manifiesta.
Para El Tigre, los detenidos por el 11J “no merecen ser condenados por pedir la libertad de su país, por querer vivir mejor, por no querer no pasar más hambre ni miseria”.
A pesar de que no reniega nada de lo que ha hecho en su vida con el fin de acabar con la dictadura y que Cuba sea libre, El Tigre asegura que ya renunció a la lucha armada y aceptó trabajar por la vía pacífica.
Cárceles, penas de muerte, desembarcos…
Tomás Ramos Rodríguez fue enviado a la cárcel de Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, el 24 de febrero de 1962, con solo 17 años.
Antes de 1959 colaboraba con el Movimiento 26 de Julio. Sin embargo, tras el triunfo de la Revolución se “viró” contra el incipiente régimen, por lo que fue detenido en diciembre de 1961 y procesado por intento de alzamiento.
“Había comenzado a trabajar para la Rosa Blanca; pertenecí al Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) y al Ejército de Liberación Nacional, y fui mensajero de Julio Emilio Carretero”, recuerda.
A Ramos Rodríguez le apodaron El Tigre en el presidio de Isla de Pinos por ser frontal contra los guardias.
“Yo estuve primeramente en la circular tres, que era de militares, pero no me sentía bien allí (…). De ahí me sacaron, me llevaron para la celda de castigo, me cayeron a golpes y me quitaron la ropa. Estuve 45 días en la celda y cuando salí fui a parar a la circular uno”.
En el presidio de Isla de Pinos, los cinco edificios donde se albergaban los reclusos eran redondos. Existían cuatro para alojar a los presos y uno que servía como comedor.
En la circular uno, celda 21 del segundo piso, El Tigre convivió cinco años con Pedro Luis Boitel Abraham, activista y exprisionero político que luchó contra la dictadura de Batista primeramente y luego contra la de Castro, y que murió el 25 de mayo de 1972 durante una huelga de hambre en la prisión El Príncipe.
En Isla de Pinos, El Tigre estuvo hasta 1967, año en que el presidio fue cerrado definitivamente. Entonces lo trasladaron a La Cabaña, donde se mantuvo hasta que salió en libertad, en 1970.
El exprisionero político Ángel de Fana, quien coincidió con El Tigre en la prisión de Isla de Pinos, lo recuerda en aquellos momentos como “un joven valiente, conversador, activo, un buen compañero, siempre inquieto y bullicioso”.
“Estuvimos también un tiempo juntos en La Cabaña. Cuando llegué a Miami en 1984, apenas veía a El Tigre. Por lo que conozco, él estaba asociado con otros exiliados que se preparaban para ir a Cuba a incorporarse a la lucha en el interior de la Isla”, recuerda el líder de Plantados hasta la Libertad y la Democracia en Cuba.
De vuelta a la cárcel
En 1980, El Tigre regresó a la cárcel, esta vez a la prisión Combinado del Este para cumplir una sanción de tres años de privación de libertad por haber entrado ilegalmente a la Isla.
Unos meses antes había llegado a Estados Unidos como parte del éxodo del Mariel. Sin embargo, poco después decidió regresar a Cuba. En esa ocasión arribó por la zona de Varadero “para hacer contacto con una célula muerta del MRR en Matanzas”, pero fue detenido por agentes de la Seguridad del Estado tras desembarcar.
En 1988, un funcionario de la Embajada de los Estados Unidos lo ayudó a salir del país una vez más como preso político, pero en octubre de 1990 nuevamente regresó a Cuba en una lancha rápida y desembarcó en Santa Cruz del Norte, Mayabeque, para “atentar contra Fidel Castro, Raúl Castro y Ramiro Valdés”.
“En esa ocasión estuve en diferentes prisiones, 1580, Guantánamo, Guanajay y por último Combinado del Este. Fui condenado a 20 años y cumplí 18 porque estaban rebajando la condena a los presos políticos. El 14 de julio de 2008 fui puesto en libertad”.
El Tigre tiene 78 años y estuvo tres décadas encarcelado. En dos ocasiones estuvo condenado a pena de muerte: la primera por la Causa del Escambray (no lo fusilaron porque tenía 17 años) y la segunda cuando desembarcó en una lancha rápida en Santa Cruz del Norte, según cuenta.
“Esa vez estuve tres días con pena de muerte. Aún me pregunto cómo libré”, dice.
Desde Cuba, El Tigre continúa en la lucha
En 2008, al salir en libertad se presentó en la Embajada de Estados Unidos, donde le informaron que no podía entrar a ese país por ser considerado, irónicamente, “terrorista”. El Tigre asegura que esta no es su causa, sino “rebelión y otros actos contra la Seguridad del Estado”.
Actualmente, el exprisionero político vive en Cuba y es miembro del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), organización que cumplió recientemente sus 20 años de fundada.
Al decir de Ángel de Fana, El Tigre “se mantiene activo colaborando con buenos compatriotas, luchando en la defensa de los derechos humanos”.
Mientras, Orlando Gutiérrez-Boronat, secretario general del Directorio Democrático Cubano, lo describe como “un ejemplo del luchador incansable por la libertad y la verdadera soberanía de Cuba”.
También asegura que hombres y mujeres como él son ejemplo de “la voluntad indomable del pueblo cubano por ser libres”.
El Tigre, por su parte, sabe que “las tiranías, lo mismo de izquierdas que de derechas, se tumban”. Antes de terminar el diálogo con CubaNet, insiste en que son los jóvenes quienes “van a seguir escribiendo la historia, los que van a decidir la libertad y el futuro de Cuba”.
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