LA HABANA, Cuba.- A consecuencia del drástico cambio de tono en la relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba producto de los denominados “ataques acústicos” que habrían afectado a 24 funcionarios estadounidenses, el proceso de solicitud de visas de inmigrante para los cubanos se ha complicado con el traslado de esta tarea consular a la embajada de Washington en Bogotá, Colombia.
La medida, anunciada por el Departamento de Estado norteamericano el 12 de octubre de 2017, entró en vigor durante el mes de noviembre y no ha sido bien recibida por los cubanos, que ahora deben realizar el papeleo en un país desconocido, sujetos a incomodidades y a un gasto excesivo.
Por su parte, el consulado colombiano en La Habana se ha visto precisado a reordenar su calendario laboral para ofrecer atención a la cantidad de interesados que acuden diariamente para recabar información, llenar planillas o, con suerte, recibir la ansiada autorización de viajar a la capital colombiana.
CubaNet conversó con algunas personas que actualmente se encuentran realizando dichos trámites y todas coinciden en que la gestión es dilatada y estresante, pues el personal de la embajada de Colombia en La Habana no da abasto para tantas solicitudes. Además del desorden y la falta de información, los cubanos perciben como un inconveniente el tener que viajar a otro país, donde deberán permanecer durante el tiempo que demore la tramitación de su solicitud.
Este proceso, según explicó a medios de prensa Virgil Carstens —Sección de Asuntos Consulares de la Cancillería de Estados Unidos— podría tomar varias semanas; de modo que para aceptar la entrada de cubanos a territorio colombiano se han establecido requisitos, como la tenencia de una cuenta bancaria con un mínimo de dos mil dólares, indispensables para asegurar la manutención del potencial inmigrante durante su estancia en ese país sudamericano.
Si bien este Consulado alternativo fue elegido por el Departamento de Estado tomando en consideración su relativa proximidad a La Habana, el conocimiento del idioma español para agilizar los trámites y la alta competencia de la embajada colombiana en la emisión de visados, no se tuvieron en cuenta las características de la emigración cubana que, por lo general, no cuenta con medios propios para viajar, ni siquiera dentro de la Isla.
Incluso, más allá de las limitaciones económicas, o aparejadas a las mismas, surgen otras complicaciones cuando el posible inmigrante es una persona anciana, un discapacitado o un menor de edad. En cualquiera de estos casos, el familiar que reside en Estados Unidos debe pagar el viaje y la estancia de su ser querido y un acompañante que provea la ayuda necesaria.
Desde el punto de vista político, pudiera comprenderse que se trata de una solución emergente y temporal hasta tanto se hayan normalizado las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana. Pero hasta el momento, ambos gobiernos parecen haber llegado a un callejón sin salida con respecto a la existencia de las agresiones acústicas y qué pudo haberlas provocado.
Mientras la incertidumbre y la tensión aumentan, los cubanos afectados por este súbito retroceso y obligados a obtener su permiso de futuro allende los mares, sufren de una angustia indescriptible; máxime si, de hacer falta otros documentos, no pueden acudir a las instituciones pertinentes para resolverlos y regresar a la Embajada más tarde —o mañana— en un taxi.