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LA HABANA, Cuba.- El auxilio de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) o el exilio son las soluciones encontradas, hasta el momento, por el Doctor en Ciencias Biológicas Ariel Ruiz Urquiola y el Licenciado en Bioquímica Oscar Casanella Saint-Blancard, en su búsqueda de apoyo internacional contra las violaciones a sus derechos ciudadanos cometidas contra ellos en Cuba.
Urquiola, actualmente en Suiza, fue expulsado del Centro de Investigaciones Marinas (CIMUH), realizó intentos por presentar ambos casos antes instituciones internacionales como Amnistía Internacional y la Organización Mundial del Trabajo (OMT).
Pero lo simple se complicó porque Cuba no ha ratificado los pactos sobre derechos humanos y la OMT exige que las demandas sean realizadas a través de la central sindical (CTC) del país. En el caso de Cuba, se trata de una organización que responde a la política gubernamental.
Los dos investigadores tienen en común que ambos ya fueron expulsados de su puesto de trabajo por no comulgar con el gobierno. El Órgano de Justicia Laboral de Base (OJLB) lo esconde detrás de faltas de respeto al oficial de del Departamento de Seguridad del Estado (DSE) que atiende la institución científica, así como “ausencias injustificadas”.
Cualquier argumento sirvió para esconder el motivo de las expulsiones, incluso el “síndrome ansioso depresivo” diagnosticado a Ariel Ruiz, como resultado de la represión laboral. Esta enfermedad lo mantiene bajo tratamiento médico y le imposibilitó asistir a su centro laboral.
Al respecto, Ariel declaró a Cubanet: “Fue en el Centro de Salud Mental de Playa donde encontré asistencia permanente para la situación que vengo acarreando desde el 2015”.
La verdadera causa salta entre los renglones de la documentación que poseen ambos investigadores. En el caso de Urquiola se muestra la petición al Tribunal del Licenciado Gilberto Tabares García de no solo expulsar al investigador por las ausencias, sino también “por no estar acorde con nuestros principios al dar declaraciones a los medios internacionales”.
Similar argumento expresó la Dra. Silvia Patricia González Díaz en una reunión con el Secretario del Partido de Comunista de Cuba.
A pesar de que Oscar Casanella ya fue expulsado del Instituto Nacional de Oncología y Radiología (INOR), por decirle a un oficial del DSE “chivato, descarado, por tu culpa no me dejan trabajar”, el investigador posee documentos de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social (DPTSS) y la Fiscalía Municipal de Plaza de la Revolución, que ratifican el carácter violatorio del proceso laboral en su contra.
La resolución del 20 de julio del 2016 de la DPTSS expresa “errores en el proceder del Órgano de Justicia interpelado que merecen corrección” y que “fueron dictaminadas violaciones del proceso laboral (…) Queremos indicarle que con todos los elementos que cuenta en su poder comparezca ante la Fiscalía Provincial de La Habana pues evidentemente han sido violados sus derechos ciudadanos”.
El documento emitido por la Fiscalía Municipal afirma:
“El procedimiento utilizado por el Órgano de Justicia Laboral de Base (OJLB) fue violatorio pues no se cumplió con las regulaciones que a tales efectos establece la ley 116/14 y su Reglamento”.
Después de emitida la resolución el OJLB volvió a violar la ley 116/168 (Código de Trabajo), sobre el carácter público de los procesos laborales, al obstaculizar la entrada de los testigos y familiares de Casanella a la vista oral, donde se decidió su expulsión del INOR.
Urquiola y Casnella tienen en común algo más que su carrera como investigadores. Los dos científicos expulsados “por contrarrevolucionarios” de los centros de investigaciones donde trabajaban están decididos a enfrentar los molinos de viento “revolucionarios” para reivindicar sus derechos ciudadanos.
El diagnóstico medico de alteración psíquica que padecen los dos es una de las consecuencias de la represión laboral. El daño a la salud mental de los científicos está hecho. Lo seguro es que las violaciones a la ley cubana ya están archivadas, y los represores están cantando una victoria con sabor a culpa, que recodarán siempre.