LA HABANA, Cuba. – Durante la Mesa Redonda televisada en la tarde de ayer, y en la cual comparecieron Miguel Díaz-Canel Bermúdez (Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros); Raúl García Barreiro (Ministro de Energía y Minas); Alejandro Gil (Ministro de Economía) y Eduardo Rodríguez (Ministro de Transporte), fue abordada la crisis de combustible que sacude a Cuba, cuyo impacto se ha hecho sentir particularmente en el transporte público y el sector productivo estatal.
La intervención del mandatario cubano inició con la habitual retórica sobre la política genocida de los Estados Unidos y el cerco económico impuesto a la Isla; aunque en reiterados momentos precisó que la actual crisis es coyuntural y exclusivamente en el sector energético, recalcando que no habrá desabastecimiento de artículos de primera necesidad ni alimentos.
Según la información ofrecida, hasta el próximo 14 de septiembre el panorama será crítico; pero a partir de esa fecha se esperan los cargamentos de combustible que permitirán estabilizar el suministro y consumo del importante recurso al menos durante el mes de octubre. Mientras tanto, se ha preparado una “estrategia” en la cual juega un importante papel la producción de petróleo cubano, que cubre un 40% del total demandado por las termoeléctricas.
Díaz-Canel precisó que la falta de Diesel se hará sentir fundamentalmente en el transporte obrero y público, y en la distribución de algunos productos. Ante los temores expresados por la ciudadanía de que Cuba sufra un Período Especial similar al ocurrido en la década de 1990 tras la caída del Bloque del Este, aseguró que hoy Cuba atraviesa por un escenario “cualitativamente distinto” gracias al sector del turismo que sigue generando divisas; el interés vigente de los inversionistas extranjeros; la exportación tanto de servicios médicos como de productos farmacéuticos y biotecnológicos; y una economía más diversificada y mejor posicionada en el mercado internacional.
Respecto a la crisis actual y las que pudieran sobrevenir por la falta de combustible, señaló posibles soluciones como trabajar desde casa -a pesar del lento proceso de informatización y el deficitario acceso a Internet-; intensificar el ahorro y el altruismo; desplazar los picos de consumo eléctrico; aumentar el empleo de la tracción animal en las actividades que así lo permitan; redoblar la vigilancia sobre el desvío de recursos, el oportunismo, el acaparamiento y la especulación; y estimular el control popular, algo que muchos ven como una convocatoria masiva a la delación.
El Ministro de Energía y Minas, Raúl García Barreiro, aseguró que las balitas de gas licuado, utilizadas por 1.7 millones de cubanos aproximadamente, están garantizadas para lo que resta del año; una información que contrasta con las denuncias sobre la escasez de este producto vital en provincias del centro del país. Asimismo, el titular enfatizó que el sector residencial se adjudica el 60% del consumo energético, por lo cual es necesario aplicar medidas de austeridad en el horario pico.
Su intervención fue complementada por la del Ministro de Economía, Alejandro Gil, quien alertó sobre la paralización momentánea de algunos segmentos productivos -no especificó cuáles- que demandan gran consumo de energía. Volvió a insistir en que “hay que eliminar la mentalidad importadora en un contexto que cada vez más nos obliga a depender de nuestras posibilidades reales”, y aseguró que el combustible Diesel será dirigido al transporte público y de carga, amén de actividades productivas específicas destinadas al consumo.
El titular de Transporte, Eduardo Rodríguez, explicó que se ha diseñado un conjunto de medidas para paliar la situación mientras se normaliza el suministro de combustible. Entre ellas: el uso del ferrocarril, por ser el medio de transporte de carga y pasajeros que menos energía consume; asegurar el traslado de combustible y otros productos de alta demanda; priorizar las exportaciones; mantener la comunicación con la Isla de la Juventud; garantizar las operaciones portuarias y la distribución de la canasta básica.
Las salidas de trenes y ómnibus nacionales se verán reducidas, y la transportación pública será reajustada para satisfacer la demanda en horarios pico. Con el propósito de que estas medidas sean más efectivas, se ha preparado un cuerpo de inspectores cuya misión principal consistirá en obligar a los transportistas estatales a cooperar en el traslado del personal que abarrota las paradas.
A pesar de que la crisis se agudiza, no faltaron los triunfalismos de rigor. Según el Ministro de Economía, el PIB crecerá para el cierre de 2019 y aunque el problema del combustible es coyuntural, cada estrategia que permita sortearlo deberá ser aplicada con sistematicidad.
No se habló de apagones en el sector residencial; pero eventualmente podrían ocurrir, aunque, acotó Díaz-Canel, “no serían tan intensos ni prolongados como los del Período Especial”.
Dura, pero no terrible. Así quieren vender una crisis que no se resolverá aumentando salarios sin respaldo productivo, ni topando precios. Es la misma catástrofe que nos acompaña hace tres décadas, replanteada en un contexto que, comparado con los años noventa, ciertamente exhibe una economía más diversificada. La mentalidad, sin embargo, continúa siendo un páramo.
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