CIENFUEGOS, Cuba.- Según un artículo publicado en Granma el pasado 30 de mayo y firmado por Oscar Sánchez Serra, uno de los subdirectores del órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el proceso de consulta que condujo a la aprobación de los principales documentos sobre la actualización del modelo económico y social cubano en el reciente III Pleno de esa instancia partidista, constituye una muestra de la democracia cubana, frase reiterada en las sesiones de trabajo de los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) que desde el 31 de mayo están reunidos en La Habana para darle el espaldarazo final al proceso.
Tales documentos son los denominados “Conceptualización del Modelo Socioeconómico y Social Cubano de Desarrollo Socialista”, “Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030” y “Visión de la Nación, Ejes y Sectores Estratégicos”, a los que se unen las nuevas modificaciones a los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Es la primera vez que el castrismo conceptualiza su proyecto. Pero no basta con promulgar documentos, por muy importantes que sean, si no plasman los intereses de todo el pueblo y si no se cumplen. En este caso los documentos sólo reflejan los intereses de los comunistas, una gran minoría en comparación con el resto de la población. En cuanto a su cumplimiento veremos qué pasa. La Constitución y muchas leyes se incumplen cotidianamente por muchos funcionarios y por los miembros del Ministerio del Interior (MININT) con la connivencia de la Fiscalía General de la República y los tribunales. El Partido Comunista de Cuba (PCC) está reconocido por la Constitución como la fuerza dirigente superior de la sociedad, pero muchos de los documentos aprobados en sus congresos fueron engavetados para dormir el sueño eterno, aunque no precisamente el de los justos. Eso lo reconoció públicamente el General de Ejército Raúl Castro Ruz y refleja el voluntarismo y la falta de seriedad de este partido.
Según el articulista el proceso ha sido democrático pues los documentos fueron aprobados por más del 99% del millón seiscientas mil personas que los analizaron. ¿Pero, puede ser democrático un proceso en el que sólo se involucran los militantes del PCC, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el MININT, colaboradores y representaciones en el exterior y “algunas organizaciones religiosas” que no son identificadas?
Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en el 2007 la población cubana entre 15 y 64 años constituía el 70.2% y la que tenía 64 años o más el 11.6%. La propia ONE ha publicado que en 2009 la población cubana ascendía a 11 242 621 habitantes. Ocho años después la población adulta ha aumentado y debe ser aproximadamente de 9 196 463 si nos basamos en esas informaciones. Suponiendo que la cifra tenga un margen de error del 5% la población adulta de Cuba hoy sería de aproximadamente de 8 736 640.7791 ciudadanos. Partiendo de estos cálculos los documentos han sido discutidos por el 18.3136 % de la población adulta. ¿De qué democracia puede hablarse cuando el 81.6864% restante ha sido ignorado?
También siembra muchas dudas la afirmación de que se escucharon 718 229 intervenciones y fueron recogidas 208 161 propuestas de las cuales se recibieron 203 015. Se desconoce por qué fueron eliminadas 5 146. Más trascendente es que estos documentos no contienen absolutamente nada sobre los cambios políticos que la inmensa mayoría de los cubanos anhela profundamente.
Mi generación creció oyendo muchas promesas, pero sus integrantes tienen entre 59 y 65 años y no han conocido el triunfo de las “victoriosas ideas del comandante”. A muchos no les importa cómo se nombran esos documentos, su contenido ni la esencia del proyecto. Para ellos la patria se ha constreñido a un pragmatismo egocéntrico. Y es que el pueblo cubano cree muy poco a sus dirigentes y aunque en público los alaba, en privado los detesta y se mofa de ellos mediante chistes que permanecen en el imaginario popular. Por tantos abusos y promesas incumplidas, tanta separación familiar, tantas muertes, doble moral y muchas cosas más, a la mayoría del pueblo le importa un comino el nombre que el castrismo quiera ponerle a su proyecto ni lo que contienen estos documentos porque en ellos nada favorece a su empoderamiento. Es la socialización del poder lo que define al socialismo, no el control absoluto de todo unido a una política despótica. Rosa Luxemburgo aseguró: “La libertad solo para los partidarios del gobierno, solo para los miembros de un partido —no importa cuán numerosos— no es libertad”. No creo que los que sepan de quien estoy escribiendo la definan como una agente del imperialismo.
Lo que desea la inmensa mayoría del pueblo cubano es vivir dignamente, que con otras palabras es salir de la pobreza, alimentarse sanamente, tener un servicio de transporte eficaz, que no existan más intromisiones en su vida privada, que pueda elegir a los gobernantes y a los funcionarios públicos, que todos tengamos los mismos derechos y vivamos en un clima de tolerancia y de respeto a los más elementales derechos humanos, entre otros anhelos. Pero las dictaduras no terminan por los deseos del pueblo sino por los hechos que este sea capaz de ejecutar contra ellas.