CIUDAD JUÁREZ, México. – En la mañana Kenia Beatriz Trujillo Leyva se levantó sin él y con él. Miró la foto de su esposo asesinado en México hace casi un mes y rezó a la Virgen de la Caridad. Esta vez sabía que debía de orar aún más fuerte. Desde Velasco, Holguín, Cuba.
En Ciudad Juárez también rezaban en el humilde hogar del albañil que dio trabajo al migrante cubano Osmani Baldemira Pavón hasta que fue acuchillado un 18 de julio por su entonces compañero de cuarto, a quien había ayudado desde que lo conoció en Costa Rica.
De Osbel Nápoles Robaina, de Camagüey, no se sabe nada. Huyó en chancletas y pantalón corto, sin pasaporte ni dinero.
Ya estaba todo para identificar el único material que queda de Osmani: su cuerpo. En el día anterior había llegado, al fin, una carta poder de la viuda autorizando a que la esposa del albañil juarense y el mejor amigo de Osmani -con el que inició su viaje rumbo hacia Estados Unidos, un 11 de abril- pudieran realizar en su ausencia todos los trámites requeridos.
La carta poder tuvo una odisea. Un viaje en bus por 14 horas de Velasco hasta La Habana, y dos semanas después, otro viaje en camión para recogerla. Más las horas de espera. Y lo que hubo antes: conseguir el dinero para viajar. Viajes con el corazón quebrado y los sueños puestos en un ataúd.
Con la carta poder fueron a la Fiscalía General de Justicia de la Zona Norte, en Ciudad Juárez. La orden ya estaba dada por el Fiscal Jorge Nava López, sensibilizado por el clamor de la familia desde Cuba: el cuerpo del migrante asesinado será repatriado a la isla porque la Unidad de Atención a Víctimas asumirá todos los gastos.
“Es la primera vez que se nos presenta un caso así y que la Fiscalía asume todos los costos para un extranjero asesinado que será repatriado a Cuba”, confirmó a CubaNet Alejandro Ruvalcaba, vocero de la Fiscalía.
A diferencia de otros países en los que protegen los derechos de sus ciudadanos cuando estos fallecen en el extranjero, Cuba no asumió con los costos del traslado ni incluso con el deber de encontrar e informar a la familia de que su ser querido había sido asesinado en México.
El cadáver de Osmani Baldemira Pavón, de 40 años, se encuentra en el Servicio Médico Forense (Semefo), uno de los más destacados del mundo en técnicas para conservar los cuerpos, incluso durante años. No podrá ser cremado, al ser víctima de un asesinato.
Ni la Fiscalía ni la familia del cubano conocen la fecha exacta en la que Osmani regresará a Cuba en un ataúd. Pero ya una funeraria se está haciendo cargo de los trámites necesarios para que pueda retornar en los próximos días.
“Queremos dar las gracias a Fiscalía de Ciudad Juárez por toda la ayuda que nos han brindado, por pagar el tránsito a Cuba… a todos los que nos han ayudado sin conocernos. Dentro de este dolor que sentimos, que no hay palabras para describirlo, estamos con una luz. Gracias a todos lo que hicieron posible esta noble encomienda”, afirmó a CubaNet la viuda del asesinado.
La historia de lucha de “un hombre bueno, callado y trabajador”, como lo define el albañil juarense que compartió su trabajo para ayudarlo, conmocionó no sólo a los que conocieron sino a los migrantes cubanos que esperan su turno para cruzar ordenadamente y pedir su asilo político en Estados Unidos. Estos isleños, que comen una vez al día y viven hacinados, organizaron dos colectas en las que se recaudaron menos de 200 dólares, para intentar contribuir con lo poco que tienen a que Osmani regresara a ser despedido en la isla.
“Estoy contento de que la Fiscalía asumiera los gastos”, dice el albañil, de 42 años, del que, por motivos de seguridad, CubaNet prefiere mantener su nombre en anonimato.
“Uno piensa que vienen solos los migrantes y detrás de ellos tienen un papá, una mamá, una esposa, unos hijos y el sufrimiento que tienen por separarse por un sueño. Ahora sé que la esposa y sus dos hijos van a tener la oportunidad de llorarlo, de despedirlo, de cerrar un círculo de dolor”, subraya este hombre que encontró un día en la calle a Osmani y a sus tres amigos, y a los que ofreció que le acompañaran en el poco trabajo que le ofrecían.
“No conozco a la familia en Cuba, pero quiero que sepan que en Juárez, a pesar de que está horrible, hay personas buenas”, apunta este hombre casado con “una gran mujer, que ayuda a todos”.
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