LA HABANA, Cuba. – Ojalá la historia de Yaquelín Vera Morfa se pudiera contar completamente en pasado, pero ella sigue siendo, junto a su familia, una cubana con estatus de refugiada política en Trinidad y Tobago. Desde hace cuatro años Vera Morfa espera por ayuda humanitaria y por un “reasentamiento” que la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) le sigue negando.
“Mi hija tuvo una reunión con un funcionario de ACNUR que se llama Andrew. Él le dijo que, aunque nos viera viviendo debajo de un puente, no nos iba a dar la ayuda, que si queríamos un reasentamiento teníamos que nombrar un abogado, pero nosotras no tenemos economía para eso”, explica la solicitante de asilo cubana.
Vera Morfa está convencida de que se han tomado el caso “como algo personal” en contra suya, mucho más después de descubrir que varios documentos que formaban parte de su expediente de refugiada se “extraviaron” de las oficinas de Living Water Community.
“Todo comenzó a partir de las protestas frente a la oficina de ACNUR”, explica la cubana. Ella fue una de las principales fuentes de Televisión Martí, el canal que viajó a Puerto España y mostró a los solicitantes de asilo cubanos en Trinidad y Tobago.
“He sufrido demasiado en este país, hasta racismo por ser latina. Es una tortura psicológica saber que mis hijos están creciendo y que no pueden estar en una escuela”, empieza a Vera Morfa a desgranar sus penurias. “Aquí no hay economía ni legislación para los refugiados. Este siempre fue un país de puente”.
El primer ministro de Trinidad y Tobago lo dijo hace más de un año, aclara Vera Morfa: “Los tenemos aquí de paso, no podemos acoger refugiados porque tenemos una economía pequeña”. Según la solicitante de asilo es la ACNUR quien debe responder por la situación de los solicitantes de asilo.
A la cubana le escupieron la cara mientras caminaba por el centro de la ciudad junto a Laura, su hija más pequeña. “No protesté, no dije nada, llegué corriendo a la casa y me metí debajo de la ducha a llorar”. Vera Morfa ahora se da cuenta de que “el castrismo” –que la señaló como “contrarrevolucionaria” y no le aseguró “un futuro mejor a sus hijos en su propio país” – es responsable de todas las penas que ella padece.
Después de las protestas frente a la oficina de ACNUR, donde participaron unos 200 cubanos, Vera Morfa y su familia recibieron la ayuda de un abogado que les “consiguió” un almacén para vivir hasta cambiar su estatus legal.
“Estando en el almacén la ACNUR usó una estrategia bajísima y puso mi vida en peligro”. Vera Morfa también asegura que la organización divulgó la noticia falsa de que ella recibiría el “reasentamiento”.
“Acabaron con la unión que había, a tal extremo que una persona quería explotar dos balitas de gas dentro del campamento, sin tener en cuenta que eso es un acto de terrorismo”, explica la cubana.
“Otro que se llama Eduardo Ernesto –continúa Vera Morfa– me dijo que se iba a comprar una pistola por si sacaban del almacén solo a los que tuvieran estatus [de refugiado]. Ese tipo ni siquiera quiso dar la cara cuando Televisión Martí estuvo aquí”.
Desde ese momento Yaquelín no se atreve a salir sola a la calle. La miopía progresiva que padece no le permitiría de las amenazas, dice. “Quien no puede, manda, y de mí dependen mis hijos y mi madre”.
“Lo que yo pasé no se lo deseo a nadie”, también asegura. “Comprobado, allí había oficiales del Ministerio del Interior. Había militantes del Partido Comunista de Cuba que crearon esos conflictos. Era gente que se había ido sumando por el camino como de casualidad, pero yo sé cómo funcionan los socialistas”, dice.
Luego de casi un mes de denuncias sobre la realidad cubana y a punto de ser desalojada, Vera Morfa ha comenzado a recibir algunas respuestas. La Organización Internacional para las Migraciones y la Embajada de Estados Unidos en Trinidad y Tobago han sido las primeras en brindarle ayuda. Living Water Community comienza apenas a reaccionar: le pidió que enviara nuevamente algunos documentos porque “se les habían extraviado”.
Sin dejar de ser la “madraza”, la “hija de Obbatalá”, la que ha “entendido que la pelea hay que librarla en Cuba contra los Castro”, la que no se arrepiente de haber protestado, aprendió que no podía descuidar su batalla personal. “Aquí me ves, lo que demuestra que todo lo que inventaron contra mí era pura infamia. Sigo sin reasentamiento y acogida a un programa de refugiados en donde nos engañaron totalmente”. Mientras, “los demás cogieron su propio camino”.
“Nada ha sido fácil. Ahora mismo me dicen ʻVamos para otro paísʼ y me voy con lo que tengo puesto”. Yaquelín Vera Morfa no olvida a quienes le han ayudado hasta hoy, pero la idea de huir a un futuro mejor la obsesiona igual que cuatro años atrás, cuando salió de Cuba.