LA HABANA, Cuba. – Cinco días tras el paso del poderoso tornado que causó estragos nunca antes vistos en varios municipios de La Habana, la cuantificación de los daños y el proceso de recuperación transcurren en un clima de desesperación para quienes lo han perdido todo, y abiertamente declaran que no tienen esperanzas de sobreponerse a corto o mediano plazo.
El equipo de CubaNet acudió a la barriada de Luyanó, una de las más afectadas, donde desde horas muy tempranas los trabajadores de la Empresa Eléctrica procuraban restaurar el servicio. En la avenida aún permanecían escombros y árboles caídos. Delante de las carpas donde se vende la limitada ayuda estatal, mucha gente se aglomeraba para adquirir galletas y huevos sin percatarse de que justo sobre sus cabezas inmuebles severamente dañados por el tornado podían derrumbarse en cualquier momento, aumentando el número de víctimas fatales.
Con resignación los vecinos se esfuerzan por recomponer sus vidas; pero la avanzada de burócratas enviada por el gobierno ha generado un profundo disgusto en la comunidad, que ve mucho papeleo y no aparecen las soluciones. Subrepticiamente se ha activado la corrupción en los servicios, con operarios que priorizan a quienes pueden pagar en moneda dura por el reemplazo de tuberías de agua e instalaciones eléctricas.
La respuesta del gobierno a quienes han criticado la venta de alimentos que deberían ofrecerse gratuitamente a los damnificados, ha sido sustituir el pollo por jamonada en algunas de las carpas. Otra incongruencia ha sido la comercialización de tanques de fibrocemento a 950 pesos (40 CUC), un precio excesivo considerando las circunstancias y el salario promedio mensual devengado en Cuba (25 CUC).
Como suele suceder, hay diversos estratos en la desgracia. Mientras algunos vecinos aguardan el restablecimiento de los servicios básicos sin grandes pérdidas que lamentar, en el solar “El Otero” puede apreciarse la terrible mezcla de devastación y pobreza extrema.
Varias barbacoas fueron arrasadas. La fuerza del tornado levantó techos de madera y zinc; la lluvia dejó inutilizables muebles, electrodomésticos y efectos personales. Los habitantes aseguraron a CubaNet que ninguna autoridad del gobierno se ha presentado para interesarse por ellos. Las labores de recuperación fueron acometidas por los propios vecinos apenas pasó el vendaval, y no fue hasta ayer, 31 de enero, que comenzaron a desfilar arquitectos, empleados de la Vivienda y trabajadores sociales para tomar nota de los daños, sin ofrecer explicaciones acerca de cómo y cuándo se verificará la entrega de materiales de construcción.
Nadie habla de fechas ni acciones; pero aseguran que el gobierno solo puede asumir la reparación de cubiertas. No habrá remedio para los bienes perdidos en un país donde todo es necesario y ridículamente costoso. Las familias entrevistadas por CubaNet ahora mismo viven y duermen hacinadas en la planta baja de sus viviendas, con la amenaza de que se desplome el falso techo de bagazo de caña, abofado por la acumulación de agua y mal sostenido por vigas de madera roídas de comején.
Los residentes de “El Otero” han contado únicamente con el apoyo generado entre ellos y la solidaridad de artistas como X Alfonso y los reguetoneros Yomil & El Dany, quienes distribuyeron alimentos enlatados, leche, caramelos… hasta que el gobierno les prohibió continuar con su asistencia; una decisión que ha generado frustración e inconformidad entre las personas afectadas y quienes desean auxiliarlas directamente.
En el exterior los cubanos recaudan cuanto pueden y muchas voces se han alzado en favor de flexibilizar las normas aduanales para que pueda entrar la ayuda humanitaria a la Isla. Pero subsiste siempre la duda de si realmente llegará a quienes se encuentran en condiciones críticas o se perderá en los vericuetos de la ilegalidad y el acaparamiento.
El discurso oficial es incompatible con la realidad de la gente. Rodrigo Malmierca —Ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera en Cuba— aseguró que su entidad centralizará las donaciones que lleguen del exterior, con ayuda de las embajadas. Pero entre esas altas instancias y los damnificados hay un largo camino en el cual desaparecen colchones, ropas, calzado, medicinas, alimentos, pañales desechables y cuanto puede necesitar un pueblo en situación de desastre.
Siendo imposible saber qué productos han sido donados, en qué cantidad y a quienes serán entregados, resulta fácil para el gobierno desviarlos hacia las Tiendas Recaudadoras de Divisas con el propósito de ahorrar dinero en importaciones, mientras las víctimas del tornado quedan a merced de la caridad ciudadana, dependiendo de salarios y pensiones que en escenarios como este se revelan más insuficientes que nunca.
Miguel Díaz-Canel pide a la población tener calma para enfrentar la contingencia, primera de su tipo en 500 años. Hasta el momento el saldo es de cuatro muertos y 195 heridos; una cifra que podría aumentar si no llegan pronto las brigadas de demolición para encargarse de los restos suspendidos que dejó el meteoro.