LA HABANA, Cuba. – Las recientes declaraciones del periodista deportivo Pavel Otero con respecto a las campeonas estadounidenses de la Copa Mundial Femenina de la FIFA, han generado algunas críticas debido a la exacerbada connotación política apreciable en sus comentarios. Como buen vocero del régimen, en lugar de resaltar el enorme significado que tuvo el evento transcurrido en Francia, se apresuró a manipular el controversial asunto de la desigualdad salarial entre los jugadores masculinos y las damas del soccer.
La abismal diferencia de ingresos es una realidad; pero la lucha sostenida desde el activismo civil y el mérito demostrado sobre la cancha, han comenzado a estrechar la brecha en favor de las féminas. Lógicamente, nada de esto es analizado por los heraldos del oficialismo, que no pierden oportunidad de politizar cualquier tema y revelar de paso su incapacidad para emitir juicios sin caer en francas imbecilidades.
Dando por segura la ignorancia y desinformación de los televidentes, Pavel Otero trató de establecer una torpe comparación entre “esa sociedad que busca exprimir al ser humano” y la equidad remunerativa de que gozan los cubanos. Lo que no dijo el comodín fue que debido a la presión, la FIFA elevó a 30 millones el premio repartido en la cita de Francia (superior a los 15 millones negociados para el Mundial de 2015 en Canadá), y lo duplicará para 2023. Los hombres ganan mucho más; pero el asunto ya está en las cortes y el fallo podría ser beneficioso para las futbolistas estadounidenses, muy superiores en resultados a sus pares masculinos.
Tampoco reveló Otero que la gran estrella del certamen, la centrocampista Megan Rapinoe (ganadora de la Bota y el Balón de Oro), ha tenido la libertad de alzar su voz en reiteradas ocasiones para criticar duramente las políticas del presidente Donald Trump, sin que por ello haya sido acosada, intimidada o amenazada con la posibilidad de perder su carrera. ¿Cuántos deportistas, científicos, artistas e intelectuales cubanos han podido criticar duramente al gobierno sin verse reducidos a la condición de apestados?
No hizo mención Otero a los deportistas cubanos que han desertado en lo que va de 2019, ni a la progresiva disminución de atletas femeninas de alto rendimiento. En dos décadas el Team USA ha crecido enormemente en sus resultados, y con cada triunfo avanzan un poco más hacia la consecución de su proyecto de igualdad. En idéntico período de tiempo, Cuba se esfumó por completo de la élite del voleibol femenino y ha menguado en disciplinas que antaño contaban con un fuerte protagonismo de las damas, como el judo y el atletismo.
Esos son los razonamientos que no acuden a las tontas cabezas de los emisarios del oficialismo cuando critican a los países capitalistas, o intentan defender a ultranza una Revolución fracasada. No hay sistema perfecto y cada quien tiene derecho a emitir sus opiniones; pero primero hay que pensar.
Preocupados porque la agresión verbal hacia Estados Unidos fuera lo más contundente posible, los realizadores del segmento deportivo ni siquiera notaron la incoherencia en la forma de presentar la noticia; y mientras pasaban imágenes del recibimiento al Team USA en Nueva York con el cintillo “Campeonas mundiales de fútbol demandan discriminación salarial que sufren en su país”, se veía a las atletas reír, saludar y tomarse fotos. No lucían “exprimidas” en absoluto.
De hecho las norteamericanas, además de refrendar públicamente su voluntad de continuar impulsando la equidad de salarios, estaban felices, orgullosas de haber llevado nuevamente el máximo lauro a su país y convencidas de que el éxito de público y el nivel profesional de este Mundial marcaron un importante giro en la historia del fútbol femenino.
A menudo los periodistas estatales pierden el sentido del ridículo, apelando a exageraciones y apologías para minimizar los éxitos de la sociedad civil en países con un sistema distinto del inoperante que existe en Cuba. Y hablo en plural porque lo que Pavel Otero quiso visibilizar como un problema exclusivo del modelo estadounidense, afecta en realidad a todos los equipos que participaron en el Mundial.
El reconocimiento del soccer femenino ha sido una lucha tenaz y prolongada a nivel global, que alcanzó un clímax muy prometedor con la Copa FIFA de Mujeres Francia 2019. A pesar de que la selección de casa cayó en cuartos de final frente a la oncena comandada por Jill Ellis, mujeres y hombres abarrotaron las gradas del Olympique Lyonnais durante los partidazos de semifinales y la gran final, apoyando una causa que trasciende el acto deportivo para involucrar a millones de personas en defensa de la justicia e igualdad.
Para Cuba es impensable formar parte de esa vanguardia debido a su crónica insolvencia, al machismo y la incultura imperantes. Tal vez el capitalismo no trae “flores en la punta” (horrible expresión, por cierto); pero hacia él corren los atletas cubanos porque no importa que en la Isla hombres y mujeres devenguen el mismo salario, si no les alcanza para vivir con dignidad. En el caso puntual de los deportistas laureados a nivel internacional, solo ellos saben qué porciento les robó “equitativamente” el gobierno cada vez que se coronaron campeones.
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