HOLGUÍN, Cuba.- Una rara sustancia “tiñe” de blanco las aguas del río San Rafael provocando que su corriente se torne más lenta. Son desechos de la producción de la estatal empresa de productos lácteos de Holguín que durante más de 40 años vierte en este arroyo que desemboca en el Cauto, el río más extenso de Cuba.
Con una afectación incalculable al ecosistema, el problema parece no tener fin a pesar de la demanda constante realizada al Gobierno por los vecinos de San Rafael, un poblado campestre situado a tres kilómetros al este de la ciudad de Holguín.
La intensa y persistente fetidez que emana de los desechos vertidos perjudican a los habitantes cuyas casas están próximas al río.
“Es un planteamiento que año tras año realizamos al delegado de la circunscripción, pero que hasta hoy no ha tenido respuesta”, dijo a CubaNet Pablo Enrique, un lugareño.
La solución parecía estar en el año 2017, cuando la empresa inició la construcción de dos lagunas de oxidación donde se instalarían cuatro aireadores y una planta de tratamiento residual que se comprarían en el exterior.
“Así disminuiría la contaminación con el control de los residuales de la industria, el de los pluviales y los albañales.”, comentó a un medio local Migdalia Moreno Gómez, directora del Lácteo, como popularmente se conoce a la instalación.
Los equipos “arribarían a finales de este año”, dijo la directiva en enero de 2018.
Sin embargo, un año después, la tecnología no se ha puesto en marcha, y en cambio la contaminación acuífera en la zona se incrementa con la instalación de equipos de pasteurización y descremado de leche, así como el aumento de 15 a 21 las variedades de queso, detalló a CubaNet un trabajador que prefirió el anonimato por temor a ser despedido.
La fábrica de Conservas de Vegetales Turquino también está incluida en la lista negra de las entidades del territorio altamente agresivas al medioambiente.
Sus directivos anunciaron en el año 2018 que se aprobaría el presupuesto para iniciar el montaje de una planta de tratamiento de residuales. Pero los desechos de la fábrica siguen contaminando al Miradero, otro río que desemboca en el Cauto.
A diferencia del río San Rafael, las aguas del Miradero son negras y llenas de tomates podridos. Por el hedor que desprende, sus moradores lo han nombrado jocosamente como el río La Peste.
Con pesimismo Ana Gloria, una vecina, opina que el nombre llegó para quedarse. “Ya nadie le dice Miradero. Aunque parezca cómico, el problema es muy serio y afecta a la comunidad”.
Además de las dos industrias mencionadas, los expertos señalan a 140 organismos estatales en Holguín como altamente agresivos al medioambiente, sobresaliendo los cinco centrales azucareros, los tres hospitales de la ciudad y los centros integrales porcinos, que en total son los más contaminantes del área, al verter desechos químicos de gran magnitud en los ríos que desembocan en el Cauto.
Especialistas afirman que estas entidades aumentan la carga contaminante al no realizar el tratamiento residual en origen, violar los planes de mantenimiento, no ubicar correctamente los pozos de infiltración para el residual y mantener los colectores obstruidos.
Un fracasado plan de inspecciones estatales aprobado por el Instituto de Recursos Hidráulicos y la pésima fiscalización del cumplimiento de la política nacional del agua que define la afectación de la calidad del preciado líquido en el entorno de cada una de esas instituciones, son solo dos indicadores negativos que inciden para que la provincia sea “la principal fuente contaminante de la cuenca del río Cauto”. Así la calificó Inés María ChapmanWaugh, vicepresidenta de los Consejos de Estados y Ministros de Cuba, durante una visita al territorio.
A esto se suma los errores cometidos en el proceso de sedimentación, así como el mal uso de las trampas de grasas, encargados ambos de reducir las sustancias oleaginosas que arrastra el residual líquido.
“Necesitamos que las entidades estatales cumplan lo dispuesto en los decretos que regulan las contravenciones personales o institucionales en relación con la protección de las aguas”, solicitó el doctor Julián Mojena Martínez, subdelegado de Inspección Estatal de Recursos Hidráulicos en Holguín.
¿Qué dice la Ley?
El 14 de febrero del pasado año entró en vigencia la Ley del Agua, que fija el cumplimiento de la norma cubana sobre la protección de las aguas terrestres y el vertimiento de los residuales líquidos industriales a los cuerpos receptores del agua.
La Ley, estructurada en 13 títulos, 36 capítulos y 127 artículos, determina responsabilidades para algunos organismos de la Administración Central del Estado de cara a la gestión integral del agua.
De acuerdo a un informe al que tuvo acceso CubaNet, el pasado año, en el ámbito del sector estatal, en Holguín se impusieron 77 multas y medidas administrativas por contravenciones de determinadas regulaciones en relación con la protección de las aguas terrestres o su uso racional.
Una parte de las multas fueron aplicadas a directivos de empresas “cuyo actuar negligente propició el derroche o la contaminación del agua”.
Sin embargo, esta penalidad “es una formalidad pues su monto no es lo suficientemente elevado de acuerdo a lo que tipifican los decretos que la regulan”, comentó en calidad de anonimato un trabajador de la oficina de Inspección Estatal de Recursos Hidráulicos en Holguín.
En el caso de las sanciones institucionales que se aplican a empresas estatales, si afectan el desempeño empresarial e impactan negativamente en su economía y en el salario de los trabajadores, precisó Mojena Martínez.
Las inversiones ejecutadas para la recuperación ambiental de la cuenca del Cauto no han dado el resultado esperado. La creación en 1996 del Consejo Técnico de la Cuenca del Cauto, con un “carácter multidisciplinario y ampliamente participativo” y la Oficina Coordinadora de la Cuenca del Cauto en 1999, significó un gasto considerable de recursos sin lograr los objetivos para los que fueron creados.
El río Cauto, el más extenso del país, cuenta con trescientos cuarenta y tres kilómetros de longitud y una cuenca de nueve mil quinientos kilómetros cuadrados, un territorio donde viven más de un millón de personas de las provincias de Santiago de Cuba, Holguín, Granma y Las Tunas. Ellos esperan un accionar más firme contra aquellas empresas estatales que con su actuar irresponsable contaminan el Cauto.