LA HABANA, Cuba. – La propaganda oficialista cubana no pierde ocasión para insistir en la supuesta politización que llevan a cabo el presidente norteamericano Donald Trump y otros líderes occidentales acerca del tema de la pandemia del coronavirus.
En ese contexto sobresale, por ejemplo, un artículo escrito en el periódico Granma por el ex agente de la Seguridad del Estado y ahora colaborador habitual de ese diario, Raúl Antonio Capote. El articulista, además de injuriar al mandatario, opina que todo no es más que una maniobra con vistas a las elecciones del próximo noviembre.
Claro que tamaña insistencia, entre otras cosas, tiene el objetivo de encubrir la verdadera politización que por estos días se abate sobre el tema de la pandemia, y que es llevada a cabo por los propios gobernantes cubanos.
Una politización que cuenta, como elemento inicial, con el intento de exaltar a los médicos cubanos, despedidos últimamente de varios países de nuestra región. Pues bien, la propaganda castrista presenta a esos médicos como los mejores y más abnegados del mundo. Como si ellos fueran los únicos que estuvieran en condiciones de curar a las personas que contraigan esa enfermedad. Todos los días, al darse a conocer un parte sobre el estado de la pandemia en Cuba, el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) vincula las altas médicas (personas curadas) con la labor de esos profesionales de la salud, además de señalar como una heroicidad la permanencia de esos médicos en los sitios donde se hallan las personas contagiadas con el coronavirus.
También se presenta la partida a otros países de cualquier brigada médica de la Isla como un acto de solidaridad que únicamente están dispuestos a cumplir los profesionales formados en una sociedad como la cubana.
En realidad, el trabajo que vienen desempeñando los médicos cubanos no es nada del otro mundo. Es el que les toca por su profesión. Aquí habría que recordar que, por ejemplo, los meteorólogos se acuartelan por tiempo indefinido en el Instituto de Meteorología cada vez que la Isla es amenazada por un huracán con tal de mantener a la población informada al respecto, y nunca la propaganda oficialista los ha calificado como héroes.
En ese contexto se ha extendido la costumbre – ¿alguien podría creer que espontáneamente? – de aplaudir cada día a las nueve de la noche, desde las cuadras y barrios, a los médicos y enfermeras que de una manera u otra se enfrentan a la pandemia.
Y esto, una vez más, ha servido para reafirmar la polarización que existe en nuestros barrios. Cada noche son los mismos los que salen a aplaudir. Claro, los identificados con el gobierno, quienes, por supuesto, son los menos.
La gran masa de cubanos de a pie sabe que esa “iniciativa” partió de las altas esferas del poder y por tanto no se prestan para actuar como meros corifeos. Ni tampoco comulgan con el gobierno en eso de contemplar a los médicos como héroes que merecen todos los honores.
A propósito, en días pasados la prensa oficialista se hacía eco de la queja de una doctora debido a que, a su esposo, médico también, la población no le había dado prioridad en una cola para comprar alimentos.
Evidentemente, la doctora aspiraba a que todos vieran a su esposo como a un héroe que debía acceder a la tienda sin hacer cola porque así lo refleja la propaganda oficial.
Semejante suceso muestra a las claras que el mensaje oficialista no ha calado en el ciudadano de a pie. Porque los médicos tratarán de salvar vidas, pero no valen más que cada cubano que diariamente debe salir a la calle para no perder esa misma vida por hambre y otras necesidades.
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