SANTIAGO DE CUBA. – La comunidad de Songo La Maya, en Santiago de Cuba, quedó consternada cuando se supo que una embarazada de 24 años se había autoinducido el parto y desechado el feto. En noviembre de 2022, cuando ya rondaba las 37 semanas, Sarahí Figueredo usó óvulos de misoprostol ―los cuales se usan para acelerar la madurez del útero y provocar el parto― para poner fin a su embarazo.
El hecho fue confirmado por CubaNet con personas cercanas a la joven. Asimismo, se supo que Figueredo tiene tres hijos y vive en difíciles condiciones económicas. Tras los hechos, y mientras se desarrollaban investigaciones, estuvo internada en el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico. Poco después, fue dada de alta y regresó a su casa.
En los últimos meses han trascendido varias noticias de bebés encontrados en la basura.
En marzo de 2023, por ejemplo, se conoció la muerte de un neonato en Villa Clara, tras ser arrojado desde el tercer piso de la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) por su madre. La joven, una atleta de baloncesto de 17 años, escondió su embarazo. Antes, a finales de 2022, otros dos recién nacidos también fallecieron tras ser abandonados por sus progenitoras.
Aunque no han trascendido detalles de cada caso, muchos cubanos han señalado que las pésimas condiciones de vida en la Isla, la escasez de comida y la falta de medicamentos básicos, así como la crisis sistémica que vive el país, han desembocado en hechos tan terribles como estos.
Gestar en Cuba
Yenisey Rodríguez tuvo a su segundo bebé en enero de este año. Salió embarazada cuando su primer hijo solo tenía seis meses de nacido y su ginecólogo recomendó no interrumpir la gestación debido a los riesgos. Rodríguez pasó por una fuerte depresión y, en ese proceso, asegura que tomó infusiones y aspirinas con el objetivo de abortar, pero nada funcionó.
“Al final me resigné, me hice a la idea de que tendría dos hijos con 18 años. Pasé varias semanas pensando en qué sería de mí, porque soy huérfana de madre y no trabajo, pero, gracias a Dios, tengo a mi marido que siempre me apoyó. Muchas no cuentan con esa suerte”, dijo la joven santiaguera.
Debido al poco tiempo entre un embarazo y otro, también conocido en medicina como “periodo intergenésico corto” (menos de 18 meses entre ambas gestaciones), Rodríguez fue internada a las 22 semanas. Además, debutó con hipertensión que más tarde se convirtió en preeclampsia, uno de los cuadros más graves en este estado.
Ahí no terminó su calvario, dijo Rodríguez a CubaNet.
“Nunca yo había pasado tanta hambre y sed en mi vida y así estuve cuatro meses. Me ingresaron en la Clínica de los Ángeles por hipertensión y terminé con desnutrición, anemia e infección en los riñones. Nos daban una gota de comida y casi siempre me revolvía el estómago. El olor del pollo casi crudo era insoportable, la sopa era agua caliente y ni hablar del arroz hervido o los repetidos desayunos a base de pan y té. Todo eso, sumado a la suciedad y los malos tratos, hace que la embarazada viva un infierno”, describió.
Con esa descripción coincide en número y grado la adolescente Marianne Silva, de 15 años. Ella estuvo un tiempo internada en el Hospital Clínico Quirúrgico porque el peso y tamaño de su feto estaban por debajo de su edad gestacional. A este problema se le denomina retraso del crecimiento intrauterino o CIUR, y se da por diversas causas, asociadas, sobre todo, a cierta insuficiencia placentaria, la preeclampsia, la diabetes o embarazos múltiples. Sin embargo, entre los factores de riesgo que más influyen en los casos de CIUR, por lo menos en Cuba, figuran la anemia, la nutrición deficiente, el tabaquismo y el alcoholismo.
Justamente sobre la pésima alimentación y sus consecuencias en el embarazo, el doctor santiaguero Roberto Serrano destacó: “La malnutrición en la gestación aumenta los riesgos de mortalidad y morbilidad neonatal. Por otra parte, incide directamente en el retraso del crecimiento del bebé y, por consiguiente, en que nazca bajo peso. En la mujer desnutrida aumentan las probabilidades de sufrir un aborto espontáneo o parto prematuro y es más propensa a padecer diabetes e hipertensión gestacional. Si no se toman medidas, el cuadro suele empeorar a medida que avanza el embarazo, ya que el requerimiento nutricional es mayor”.
En enero de este año, el Ministerio de Salud Pública confirmó el fallecimiento de 10 recién nacidos en el Hospital Ginecobstétrico Diez de Octubre, en La Habana, por causas relacionadas con la prematuridad y el bajo peso al nacer. En la investigación se constató que seis de los neonatos presentaban signos presuntivos de infección, debido a violaciones de las medidas higiénico-sanitarias en la institución.
“Por eso es tan vital la buena alimentación en el embarazo, reforzada con suplementos de vitaminas y nutrientes que, dicho sea de paso, cada vez son más difíciles de conseguir en este país”, recalcó el galeno.
Para Marianne Silva, la estadía en el hospital fue “una amarga experiencia”. Sus familiares no podían ir a menudo por el costo que supone la comida y la transportación. En poco tiempo, la anemia que ya tenía se volvió severa hasta el punto de necesitar transfusión. Su calvario se extendió hasta el alta médica, pues en el parto sufrió todo tipo de maltratos por parte del personal médico, según denunció.
Una investigación desarrollada por organizaciones independientes, basada en 514 cuestionarios, indagó en 2022 sobre las expresiones de violencia obstétrica en la Isla. Aunque los resultados no son representativos de toda la población femenina mayor de 18 años del país, pues la mayoría de las participantes radican en La Habana, el estudio concluyó que la “violencia física y de género” son “sistemáticas” durante el embarazo y el parto.
“Las mujeres son concebidas como cuerpos sin anatomía y sin derecho a decidir nada, no reciben información sobre su estado o los procedimientos que le van a realizar”, agrega la investigación.
Maité Pardo es una joven de 19 años que casi muere durante su parto, en abril de 2022. Según la ecografía, su bebé no llegaba a siete libras, pero en realidad pesó nueve. Basados en ese dato erróneo, los médicos no valoraron la cesárea y la forzaron a parir, a las 41.6 semanas, sin que tuviera la capacidad física para hacerlo. Después de dar a luz, la muchacha sufrió una atonía uterina (incapacidad del útero de contraerse) que conllevó a una hemorragia excesiva. Tras dolorosos procedimientos, los médicos terminaron por realizarle una histerectomía, por lo que no podrá volver a quedar embarazada.
“Yo no sabía qué pasaba, solo sentía que me moría y veía la algarabía. Muchos médicos entraban y salían del salón, pero yo no tenía fuerzas ni para preguntar. Nunca me sedaron, ni cuando me hicieron los legrados para tratar de detener la hemorragia. En total fueron siete legrados a sangre fría. La hemoglobina se me quedó en dos, por lo que tuvieron que transfundirme cinco veces. Lo último fue que me vaciaron sin decirme nada”, lamenta.