LA HABANA, Cuba. – La propaganda oficialista cubana critica las elecciones de diputados a los Parlamentos en la mayoría de las naciones del planeta. Ello obedece a que casi siempre esos parlamentarios son nominados por los partidos políticos, mientras que aquí, según se dice, “es la población la que nomina a sus candidatos”.
En la práctica, sin embargo, son las denominadas “Comisiones de Candidaturas”, a los distintos niveles, las encargadas de asegurar que sean los incondicionales a la maquinaria del poder quienes copen los escaños legislativos.
En esa labor sobresale la Comisión de Candidaturas Nacional. Ella tiene como principal función preparar las propuestas de precandidatos a la Asamblea Nacional del Poder Popular, que según la Constitución de la República, constituye el máximo órgano de poder del Estado cubano. Una vez constituida la referida Asamblea, la Comisión de Candidaturas Nacional presenta las propuestas para ocupar los cargos de presidente, vicepresidente y secretario de dicha Asamblea. De igual manera, la Comisión posee la “alta responsabilidad” de proponer a las personas que ocuparán los cargos de presidente y vicepresidente de la República.
Bueno, ¿y quiénes son las personas que conforman la Comisión de Candidaturas Nacional? Precisamente, el pasado 28 de agosto los medios de prensa nacionales dieron a conocer la conformación de la Comisión de Candidaturas Nacional con vistas a los próximos eventos eleccionarios que organice el gobierno. Se trata de una instancia de siete miembros, presidida por una funcionaria de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). El resto de la membresía la integran otro representante de esa central obrera, así como funcionarios designados por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM).
Como se observa, todas son organizaciones apéndices del Partido Comunista, atendidas muy de cerca por José Ramón Machado Ventura, segundo secretario de ese partido único existente en la isla. De esa manera, como es lógico suponer, las autoridades evitan el arribo a la Asamblea Nacional de cualquier persona que le resulte incómoda a la cúpula del poder.
Por otra parte, y muy importante en el afán totalitario de las autoridades, la Comisión de Candidaturas Nacional nunca olvida nominar a la Asamblea Nacional a los principales cuadros del Gobierno, el Estado, las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior. Así, reunidos en un mismo local los delegados de base con los mencionados camajanes —o sea, los que deben legislar con los que gobiernan el país— se hace trizas la separación de poderes que debe distinguir a un auténtico Estado de Derecho.
Esa inclusión a la cañona de dirigentes nacionales en la Asamblea Nacional provoca que con frecuencia haya diputados representando a municipios donde nunca han residido, ni jamás visitan para conocer los problemas que afronta la población de esos territorios. Además, se aprecian escaños parlamentarios desperdiciados por la presencia de fósiles que jamás dejan escuchar su voz en ese recinto, como por ejemplo los generalotes Leopoldo Cintra Frías, y sus subalternos Álvaro López Miera, Joaquín Quintas Solá y Ramón Espinosa Martín.
Por supuesto que resulta trivial la respuesta a la interrogante que encabeza el presente artículo.
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