LA HABANA, Cuba. – Continúan los desencuentros entre Cuba y el famoso Premio Nobel. Todo comenzó con un escamoteo clamoroso: Durante los primeros catorce años del Siglo XX (los que precedieron a su fallecimiento), jamás los académicos suecos consideraron pertinente reconocer el gran aporte hecho a la medicina por el doctor Carlos Juan Finlay.
Decenios más tarde se sumó otra omisión: la del gran novelista Alejo Carpentier. Estaba identificado con la dictadura castrista —sí—, pero su obra formidable bien merecía el Nobel de Literatura. Un nuevo olvido que, en el mismo terreno, se sumó a las de León Tolstoy y Marcel Proust. O al que sufrió el gran Gandhi al no recibir el de la Paz.
Tras la implantación de la dictadura castrista, continuaron los desencuentros entre la Mayor de las Antillas y el prestigioso galardón escandinavo. Éste (a diferencia de otros como el Premio Sájarov o la Medalla de la Libertad Truman-Reagan) nunca ha sido otorgado a algún luchador prodemocrático de la Isla. Pero debemos reconocer que tampoco a un personero del régimen.
Y no han faltado nominaciones para esto último, sin importar cuán infundadas. Las palmas, en ese terreno, corresponden sin dudas al académico francés Paul Estrade, quien en 2016 planteó que Fidel Castro “merece dos Premios Nobel”: ¡el de la Paz y… el de Economía!
La idea de conceder el galardón más prestigioso de la no violencia a ese señor que promovió y financió guerrillas en toda América Latina, intervino en los conflictos entre africanos, y colocó al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial al aceptar el emplazamiento de cohetes estratégicos soviéticos en Cuba, no es exclusiva del despistado académico galo.
Pero él tiene el monopolio de propugnar que también se le diera el de Economía al dirigente que desarticuló el aparato productivo de la Isla y transformó a nuestra Patria —antigua “Azucarera del Mundo”— en importadora ocasional del dulce y pordiosera internacional. Esto rebasa todos los límites que uno puede concebir. De todos modos, el deceso del personaje puso término a esas miradas codiciosas dirigidas al Nobel.
Han pasado los años, y ahora las aspiraciones nobelísticas del régimen de La Habana no tienen en mente a alguna de sus figuras dirigentes. Ni el general Raúl Castro (que como hermano menor sucedió al fundador de la dinastía en el mando supremo), ni el señor Miguel Díaz-Canel (presidente electo por 605 compatriotas) aparecen como nominados. Esta realidad indica de manera harto clara (a todo el que necesite de una demostración adicional) que el castrismo anda de capa caída.
A falta de perspectivas más halagüeñas para los jerarcas del régimen, ahora se persiguen objetivos mucho más modestos. Las cornetas propagandísticas del Departamento Ideológico se enfilan hacia los llamados “médicos internacionalistas” que, como integrantes del Destacamento “Henry Reeve”, han marchado a distintos países para ayudar en la lucha contra el Virus Chino.
Un despacho de Prensa Latina datado el 7 de junio, que comienza por afirmar que la petición del Premio Nobel para los médicos cubanos es respaldada por “más de un centenar de organizaciones de 20 países”. precisa que se trata de “grupos de solidaridad, partidos políticos y fuerzas sindicales de Europa y América Latina”. Pero la nota no esclarece de qué entidades se trata.
Como conozco a “esta gente” y las fullerías a las que suelen recurrir en casos como éste, imagino que los “grupos de solidaridad” serán los de “amigos de Cuba”, que los mismos castristas organizan y financian con generosidad a costa del hambre del pueblo cubano. Los “partidos políticos”, a su vez, supongo que cubran todos los matices del rojo y el rosado.
En cualquier caso, las propuestas se centran en las motivaciones supuestamente altruistas, tanto de Cuba como de los propios médicos. Olvidan de modo deliberado —pues— que la contrapartida del envío de los galenos es el desembolso de gruesas sumas de dinero, de las que el gobierno de La Habana se queda con la parte del león, mientras que más o menos una quinta parte llega a manos de los facultativos.
El trato, aunque leonino, goza de la aceptación de los médicos, pues lo que ganarían en Cuba sería muchísimo menos. Por eso aceptan sin chistar otras coyundas: su envío a zonas apartadas y barrios marginales y peligrosos, la condición de indocumentados (pues sus pasaportes les son ocupados por autoridades cubanas), el castigo de ocho años sin poder visitar su Patria en caso de “deserción” y un largo etcétera.
Ahora, la manipulación propagandística del régimen castrista se extiende al recibimiento de héroes dado a los médicos que cumplieron su misión en la Lombardía. Esto incluyó un recorrido por calles céntricas de la capital y una masiva asistencia popular.
Claro que el hartazgo con el largo encierro motivado por la COVID-19 contribuye a una mayor presencia de público. Pero tampoco cabe desdeñar el papel que pueda desempeñar el hecho de tratarse de médicos que han ido a salvar vidas en países extranjeros y cuya presencia en Cuba no se echó de menos, debido a la baja incidencia que, por suerte, ha tenido aquí la pandemia.
¿Pensará el régimen organizar un recibimiento similar cada vez que regrese al país uno de esos destacamentos? Si, como insinúan los mensajes subliminales de la propaganda castrista, el entusiasmo del pueblo refleja el respaldo de éste a las políticas gubernamentales, ¿entonces por qué no organizan un recibimiento similar cuando —digamos— el Ministro de Relaciones Exteriores retorne después de leer en un foro internacional el discurso de turno dirigido contra Estados Unidos!
En el ínterin, habrá que seguir prestando atención a la nueva campaña propagandística del régimen castrista. Será necesario precisar si países democráticos europeos seguirán pagando las facturas de la “Henry Reeve”. Con esto, ellos se han convertido, de hecho, en copartícipes del despojo económico que sufren los galenos cubanos, como también lo han sido la Organización Mundial de la Salud (OMS) y su filial panamericana, la OPS.
Y otro tema de interés: En caso de otorgarse el Premio Nobel a la Brigada Cubana, ¿adónde iría a parar la millonaria suma con la que está dotado ese galardón? ¿Sería distribuida entre los médicos? ¿O se quedarían con ella los jefes castristas?
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