LA HABANA, Cuba.- Occidente se revolvió en la madrugada del 15 de julio. En la localidad de Los Palacios, provincia de Pinar del Río, la gente se cansó del hambre, los apagones, el calor y los mosquitos, y “se tiró pa´ la calle” a exigir la inmediata reposición del fluido eléctrico. En ese mismo momento, en Centro Habana, una familia se plantaba en medio de la calle Reina para protestar por causa de un desalojo. La misma miseria en Pinar y la capital. La misma desesperación; a oscuras en Los Palacios, mal iluminada por los focos del parque “El Curita” en La Habana.
Tanto despliegue policial durante los días 11 y 12 de julio, que le sonaron los calderos el 15 al son de la conga más popular de estos tiempos, acompañada por esa frase cargada de flow que le da a Díaz-Canel donde más le duele. El castrismo tumbó el Internet por espacio de una hora, y en ese intervalo la policía política deshizo la concentración en Centro Habana. En Pinar tuvieron que salir los cuadros del Partido Comunista, con sus camisitas sudadas y pulovitos a rayas, para explicarle al pueblo lo que el pueblo ya sabe: que el país tiene problemas.
Pero al pueblo no le importa. Si hay problemas, resuélvanlos, que para eso están ahí. Los dirigentes no se percatan de que ya pasó el tiempo de la vaselina, que sus justificaciones avivan la ira de la gente y que dentro de poco ningún cuadro comunista podrá pararse delante de la masa hambreada, alterada por las altas temperaturas y la falta de sueño, sin el temor de no salir ileso. Sus trabalenguas molestan a la gente. Sus mofletes y barrigas acomplejan a la gente. Pero sus mentiras, especialmente, remueven algo maligno en el cubano que ya no aguanta el nivel de descaro que muestran los que mal gobiernan este país.
En los videos difundidos en redes sociales se ve claramente a los residentes de Los Palacios abuchear a cuadros y segurosos. Ahí mismo les cantaron la conga y le recordaron a Díaz-Canel que a pesar de tanto cubano preso, el pueblo no lo respeta. No importa cuánto inventen los medios oficiales, tuvieron que poner la luz para que la gente regresara a sus casas, y en un lugarcito apartado le hicieron una entrevista al funcionario mofletudo, completamente solo, quien para colmo aseguró haber escuchado y abrazado al pueblo.
El miedo tiene descolocados a los cuadros del PCC y a la prensa estatal. Todavía no entienden que la univocidad se terminó, que dondequiera que haya un teléfono móvil está la posibilidad del desmentido, y así sucedió. No hubo abrazos entre el pueblo y la dictadura. Es penoso que tengan que mentir a ese extremo para intentar sostener la creencia de que todo está bien, que el incidente de esa noche no fue otra protesta contra el sistema.
Lo fue, sin dudas. Es tan pacífico el pueblo cubano que permitió a la escoria del PCC personarse allí y balbucear explicaciones para luego dejarlos retirarse con todos sus huesos sanos. Tienen suerte esos delincuentes después de todo. Al menos por esta vez la tuvieron, pero cuidado, que la soga está a punto de romperse de nuevo y los cubanos saben que aquí las protestas pacíficas son respondidas con violencia. La próxima vez podrían sacarlos a pedradas de Los Palacios, o de cualquier otro municipio olvidado por la revolución de los humildes.
El mes de julio se está mostrando fecundo para un pueblo que revindica su amor a la patria con las estrofas del himno nacional. De nada sirven esos módulos culturales preparados a toda prisa quién sabe para qué, pues ni espectadores tienen. Cadenetas, dos danzantes transfigurados por el calor, una trabajadora que observa aquello con expresión de “trágame tierra”, y allá en el fondo la bandera cubana muriéndose de vergüenza, probablemente extrañando los hombros de Luis Manuel Otero Alcántara.
Rusia ha acudido en ayuda de su lacayo caribeño con 70 mil barriles de fuel, una cortesía por su apoyo incondicional a la guerra en Ucrania. Claro, que los camaradas del Kremlin tampoco están como para regalar, así que las malas lenguas ya están aclarando que ese combustible no es gratis. Cuba tendrá que pagarlo, en moneda dura o con el Cabo de San Antonio; pero todo lo que obtendrá de Rusia serán plazos flexibles. Se acabaron las malcriadeces.
Pese a la inyección de fuel, no hay que dejarse llevar por el entusiasmo. El régimen sabe que vendrán protestas masivas e intensas, por tanto dará prioridad al aparato represivo. El combustible ruso será para los carros patrulleros, las motos de la Seguridad del Estado y los camiones de Prevención FAR y las tropas de élite. Para CUPET algunos litros que serán acaparados en más de la mitad y revendidos luego a precio de oro.
Mientras la prensa estatal y los funcionarios mienten, los cubanos se preocupan cada vez más por su destino y el de la nación. La verdad se abre paso en las colas, los ómnibus repletos, los centros de trabajo, las escuelas y las charlas de sobremesa. Es inevitable lo que se avecina. La segunda quincena de julio promete.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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