LA HABANA, Cuba. – En Lawton el gobierno ha cerrado una serie de comercios de vital importancia para la comunidad. Estas decisiones arbitrarias afectan y disgustan a los vecinos, puesto que no se han tenido en cuenta sus necesidades y bienestar. Los más perjudicados son los ancianos, quienes hacen los mandados por lo general.
“Vivo al lado de la carnicería hace muchos años, pero de un día para otro esto se ha complicado. Ya desde el amanecer están haciendo cola y no me dejan dormir”, se queja una vecina, molesta por el bullicio de las personas que esperan para comprar los huevos por la libreta de racionamiento. Y es que al cerrar varias carnicerías y concentrar a los clientes en una sola, son demasiadas las personas para comprar, como demasiadas las horas de cola.
Mientras esperaba su turno, recordaba una señora: “Antes compraba en la carnicería de Concepción esquina a 11 y no se formaban estos molotes. Pero la cerraron (se la arrendaron a un cuentapropista que la reparó y abrió una cafetería). Y nosotros, a hacer cola.” El desespero de la población se incrementa puesto que con frecuencia los productos normados llegan con “faltante”, especialmente los de la carnicería. Es por eso que en estos tiempos de escasez las colas se han recrudecido, ante el temor de no alcanzar.
Pero el problema no se limita a la bodega y la carnicería. También el Mercado Artesanal Industrial (MAI) ubicado en Concepción entre 10 y Acosta, antes bien abastecido, permanece cerrado hace más de dos años. A través de los cristales se pueden observar las cajas donde, según algunos vecinos, un buen día recogieron las mercancías. Al principio se pensaba que era para repararlo, pero ya se sabe que no volverá a abrir. La cercanía de este MAI era muy apreciada por la población, que ahora tiene que caminar mucho más, incluso coger guagua, en su búsqueda muchas veces infructuosa de productos de aseo en moneda nacional, la opción más socorrida.
También la cafetería estatal de Concepción y 13, donde tantas veces resolvían el almuerzo los más pobres comprando pan con croquetas, con pasta o con tortilla, frozzen y otras chucherías, cerró porque últimamente sólo tenían cigarros. El local le fue arrendado a un cuentapropista, que lo reparó y vende bebidas y comidas ligeras, también con entregas a domicilio.
Y por si fuera poco, de la misma manera los contenedores situados en distintos puntos del barrio –esos que vendían artículos de primera necesidad, como alimentos y productos de aseo, en CUC–, han sido cerrados sin explicación. Unos comentan que la falta de combustible ha obligado al gobierno a tomar esa decisión, mientras otros opinan que la verdadera causa es la innegable escasez imperante. Pero sea una u otra, lo cierto es que esta medida afecta a la población, a la que ni siquiera se le informan los motivos. Precisamente ayer estaban desmantelando el quiosco de 15 y Dolores. Al preguntarle a un señor que presenciaba el ajetreo, este se encogió de hombros al responder: “¿Eso? Lo están desarmando, parece. No dicen na’. Como es todo aquí en Cuba”.
Con el cierre de estos establecimientos son cada vez menos los espacios donde la población pueda acceder a los artículos de mayor urgencia y necesidad. Como consecuencia, cuando abastecen de cualquier rubro aumentan las colas. Asimismo, muchas veces tras horas de espera escuchamos: “Se acabó”, “Hasta aquí”, o “Vamos a cerrar”, pues al haber más compradores, pero igual desabastecimiento, las mercancías se agotan antes. Además, con un transporte encarecido o inexistente, para una población en Cuba que envejece es cada día más difícil acceder a lugares distantes, por lo que la desaparición de comercios de barrio, cercanos a sus domicilios, les limita su integración al medio.
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