LA HABANA, Cuba. – El pasado miércoles tuvo lugar en Santiago de Cuba el juicio al destacado líder opositor José Daniel Ferrer García y a otros tres miembros de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU). Las descripciones del acto judicial, hechas por familiares del fundador de la combativa organización que estuvieron presentes, me han recordado eventos de varios decenios de antigüedad.
La realidad es una: Han pasado muchos años; ya el fundador de la dinastía no rige los destinos del país; su hermano menor y sucesor incluso ha delegado la jefatura del Estado en un hombre que no es anciano ni pariente suyo, y que él mismo escogió. Pero a pesar de ello, la represión mantiene idénticas modalidades que, en la frontera entre el segundo y el tercer milenios, sufrimos los firmantes de La Patria es de Todos.
El día del juicio actual, el despliegue represivo fue intensísimo en la segunda ciudad de la Isla. A simpatizantes, activistas, defensores de los derechos humanos y hasta periodistas, se les impidió el acceso a la sede del tribunal actuante. Pese a ello, los seres queridos de los acusados, al llegar al lugar, vieron los bancos repletos de espectadores desconocidos. ¿Hace falta mucha imaginación para saber cómo llegaron allí?
En vísperas del acto judicial, el Ministerio de Justicia cubano, en su cuenta de Twitter, eructó un trino que más parece redactado por un represor brutal y feroz que por un graduado en derecho: “Ferrer tendrá un juicio justo en el cual se le garantizará su debido proceso, más de lo que tuvo el hombre que secuestró propinándole una severa golpiza. Es un delincuente común, no un preso político”.
Por consiguiente, el redactor anónimo del organismo que se supone que sea el gran asesor jurídico del gobierno cubano, ¡aun antes del inicio del juicio!, lo declaró culpable de los hechos imputados. De paso lo insultó al llamarlo “delincuente común”. ¡Y todavía tuvo la desfachatez de hablar de “un juicio justo en el cual se le garantizará su debido proceso”!…
El tuit fue borrado a las pocas horas. Tal vez por decisión del actual ministro del ramo, que en sus frecuentes comparecencias televisivas recientes ha demostrado ser menos torpe que otros representantes del mundillo jurídico castrista. Pero el incidente explicita qué puede esperarse de la multitudinaria pandilla de ganapanes del derecho enquistados en el propio Ministerio de Justicia y en otras dependencias del régimen.
También antecedieron al juicio los actos de coacción perpetrados por la policía política contra dos de los testigos citados a ese acto: los activistas prodemocráticos Ebert Hidalgo Cruz y su hijo Evert Luis Hidalgo. Según informa CubaNet, el primero “fue detenido y conducido a una unidad policial, advirtiéndole con ser llevado a prisión si su testimonio obstaculizaba el proceso contra Ferrer”.
Aquí conviene que yo recuerde mi trabajo de años como intérprete, y que, para esclarecimiento de los lectores, traduzca, de la neolengua castrista al castellano corriente, las palabras aparentemente enigmáticas o anodinas de los corchetes comunistas. Por “obstaculización del proceso”, éstos entienden el solo hecho de hacer planteamientos que no apoyen la sentencia sancionadora decidida de antemano por los mandamases, solicitada por un Fiscal y que en su momento —el 12 de marzo, según han anunciado— notificará el tribunal.
Y, dentro de su óptica obtusa y represiva, no les falta razón a los jenízaros castristas para tener esas prevenciones. Al día siguiente del supuesto secuestro y golpiza, Ebert y su hijo vieron salir al acusador, perfectamente ileso, del domicilio de José Daniel Ferrer. También conversaron con la esposa de dicho denunciante, quien les confesó las presiones que su marido estaba recibiendo de la policía política para que acusara al líder opositor oriental.
Poco se ha logrado saber sobre la práctica de las pruebas en el juicio. Los castristas han impedido el acceso a ese acto no sólo de los comunicadores independientes. También, poniendo en notable riesgo las relaciones internacionales de la famélica Cuba, le han negado el acceso a diplomáticos de países extranjeros que explicitaron sus deseos de hacer acto de presencia. Uno no puede menos que recordar la frase alada del Libertador Bolívar: “Al amparo de la noche no trabaja sino el crimen”.
Pero aunque no es mucho lo que se ha logrado saber sobre el desarrollo de la farsa judicial, sí conocemos la valoración lapidaria del hijo mayor del principal encartado: “Si lo declaran culpable es evidente que es una orientación del régimen, porque quedó más que probada la inocencia de mi padre”.
Debemos presumir que los aprendices de brujo del fatídico Departamento Ideológico estén preparando una nueva entrega televisiva, similar a la que sacaron a la luz cuando el Parlamento Europeo anunció su propósito de pronunciarse contra el espurio proceso. ¿Tendrán el desparpajo de incluir en ella los dichos de los inocentes niñitos santiagueros a quienes los cotorrones del régimen (quienes son, por ende, subordinados de dicho Departamento) entrevistaron —sin solicitar el previo permiso de los padres— acerca del “respeto a los derechos humanos” en Cuba!
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