LA HABANA, Cuba. – Se le conoce como “dieta” pero en realidad se trata del estipendio que reciben los trabajadores, directivos o funcionarios de una empresa u organismo estatales cubanos cuando realizan un viaje de trabajo a una provincia o al extranjero.
En todos los casos, la cuantía de una “dieta” diaria sobrepasa o iguala el salario mensual del trabajador, de modo que uno o varios viajes se traducen en una verdadera fortuna para un sujeto asalariado que apenas recibe como pago menos de un dólar en una jornada de ocho horas.
El verdadero objetivo de trabajar para el Estado se convierte entonces, para algunos, en viajar, y viajar para obtener dietas u otros beneficios asociados al viaje. No importa si este soluciona un problema de la empresa o lo empeora, “todo se reduce a buscar un pretexto para viajar”, me comenta a su modo cierto viejo conocido que actualmente se desempeña como subdirector económico de una importante firma comercial cubana.
De acuerdo con su testimonio, mientras oficialmente recibe unos 700 pesos como salario mensual oficial (alrededor de 28 dólares), por el recurso de los viáticos sus ganancias en el mes se incrementan en más de veinte veces ese valor, al rondar la cuantía diaria por entre los 30 y los 50 dólares cuando se trata de salidas al exterior o entre los 10 y 15 dólares cuando debe desplazarse dentro del territorio nacional.
“Como subdirector económico quizás esté entre los que menos viajan, pero es raro el año en no salgo de Cuba unas cinco o seis veces, la directora general sale hasta dos y tres veces en el mes, la jurídica también está por ahí, los compradores (seis) se pasan el tiempo en España, Venezuela, Canadá, Inglaterra y lo que podemos hacer en un par de días casi siempre lo extendemos a una semana, a veces un poco más, porque es mucho más dinero”, comenta este directivo estatal que no se contiene en su alarde o, como diría cualquier cubano, en su “especuladera” porque, como él mismo reitera, “así funciona en todos lados”, “es normal”.
Las normas para el pago de dietas o viáticos no son las mismas para todo el sistema empresarial o institucional estatal. Cada ministerio establece su propia normativa y esta, a su vez, es aplicada por las dependencias de acuerdo con el presupuesto aprobado para tales casos. Una cantidad variable que deberá ser usada en el año en curso y que, de no tocarse, no se transfiere al presupuesto del siguiente año.
“Prácticamente te obligan a usar ese dinero aunque no sea necesario, ni tampoco puedes usarlo en otra cosa”, me comenta vía internet un amigo, quien fuera vicedecano de una las facultades de la Universidad de La Habana hasta que, durante uno de sus tantos “viajes de trabajo”, decidiera no retornar a Cuba: “Por ejemplo, si necesitas arreglar un techo o comprar papel, no puedes usar ese dinero para eso, tiene que ser en viajes, eventos, cursos, intercambios, si no lo pierdes, ese dinero no se acumula”, explica el que además fuera profesor y aceptara el cargo por las ventajas que suponía el ascenso en asuntos de viajes, es decir, en mejor “segundo salario” no declarado.
“Mi economía no podía depender del salario (mensual) que ganaba, 600 pesos (24 dólares) como profesor y después 700 y un poco más como vicedecano, eso se iba en un día o dos. Dependía de los viajes, me pasaba el año en eventos en España, Estados Unidos, México y eso al año me daba unos cuantos miles de dólares, justificados (…), yo viajaba a Venezuela, por ejemplo, con 37 dólares por día para comidas y alojamiento, si era a Europa entonces eran 50, 60, incluso 80 por día, dependía del país (…), casi siempre uno buscaba algo económico o se iba a casa de amistades para ahorrar”, me escribe este amigo.
Otra de las tantas aristas del asunto, apenas tratado en la prensa oficialista, tal vez porque a pocos conviene llamar demasiado la atención sobre algo que pudiera complicar las cosas, es lo que sucede en los estratos inferiores del fenómeno donde se han creado verdaderos sistemas kafkianos que para algunos suponen la mera subsistencia pero para otros es todo un negociazo.
Me escribe un asiduo lector de CubaNet, residente en la isla, y quien me estimulara a indagar sobre este tema, que la cuestión de los viáticos en las empresas se ha convertido en un tipo de “estimulación”, al punto que sobre estos, y no sobre el salario real, se sostiene la estabilidad de la mano de obra, en tanto muchos aceptan los trabajos por la cuantía de las dietas.
“En las cafeterías de (la cadena estatal) Palmares se ve todo el tiempo”, me escribe este lector que ha vivido la experiencia como trabajador: “Es donde se pueden hacer los cambios con tarjetas magnéticas, sobre todo de (la cadena de turismo) Islazul (…), el dependiente va realizando ventas pero no las pasa por la caja sino que las anota en una lista aparte, refrescos, confituras, helados, todo menos alcohol y cigarros. Cuando llega alguien con una dieta, hace una revisión de la lista y si el efectivo es suficiente, hace el cambio (…), por ejemplo, de 15 cuc pasan la tarjeta por ese valor, el dependiente se queda con 5 y le da 10 al portador (…), hay chóferes incluso que le dejan la tarjeta al dependiente y entonces al regreso recogen el dinero”.
En las empresas estatales algunas normativas suelen contemplar que un trabajador deberá cobrar dieta si este ha de desplazarse a más de treinta kilómetros fuera de la localidad donde radique o si va a permanecer fuera de esta por períodos de más de una jornada. Los choferes son los principales beneficiarios y como sus salarios básicos apenas rebasan los 12 o 15 dólares mensuales, han creado los mecanismos antes descritos para poder usar los viáticos como segundo salario, además de aquello que ya conocemos sobre el combustible, piezas de repuesto y demás elementos del peculiar mercado negro cubano.
Nos quedaría entonces pendiente establecer el comportamiento real de tales gastos en las empresas estatales, de acuerdo con lo que se infiere a partir de una mirada superficial del problema. Mientras en algunas zonas excepcionales de lo estatal los viáticos ocupan un por ciento mínimo del presupuesto económico anual, sobre todo en aquellos donde impera algún tipo de autonomía financiera, en otros donde los salarios dependen del subsidio estatal anual asignado o cuyas producciones no alcanzan a cumplir los planes, las dietas de viaje absorben una parte importante del presupuesto e incluso pudieran superarlo. Otro gran enigma de la economía cubana.