LA HABANA, Cuba. – Alrededor de cincuenta migrantes (entre ellos 12 cubanos desaparecidos) de los centenares que atraviesan Centroamérica tratando de llegar a la frontera norteamericana, murieron ahogados y sus cuerpos fueron arrastrados por la crecida de un río en la peligrosa selva del Darién, en Panamá.
Más de 72 horas después de conocerse la tragedia, el gobierno cubano no ha hecho una declaración al respecto ni expresado condolencias. Los medios oficialistas ni siquiera han informado del hecho.
Parece que la trágica muerte de esos compatriotas cae en la categoría de las noticias que los mandamases consideran que los cubanos no debemos saber, para que no se perturbe nuestra tranquilidad y no nos desviemos de lo realmente importante, que es el disciplinado acatamiento de las normativas oficiales y la búsqueda de la comida, cada vez más cara y escasa.
Habitualmente, los mandamases, de acuerdo a sus intereses, deciden lo que se debe informar o no a la población, y de qué modo, para que no cunda el pánico. Pero en este caso, indigna la indiferencia de este gobierno ante el triste destino de estos compatriotas, de cuya muerte es el principal responsable, por no haber querido con su empecinamiento en aferrarse a fórmulas fallidas, proporcionarles una vida digna en su país, y hacer que prefirieran arrostrar peligros y poner en riesgo sus vidas antes que seguir soportando escaseces, humillaciones y penalidades.
Si acaso en algún momento se dignan a referirse al tema, será para culpar a los Estados Unidos y al “recrudecimiento del bloqueo con el que pretenden asfixiar a la economía cubana”.
No olvidemos que el régimen, para eludir sus responsabilidades, hipócritamente se esfuerza en presentar a los cubanos que se van como “inmigrantes económicos”, igualándolos a los de los países centroamericanos.
Todos sabemos que no es así. Tal vez por eso es que los mandamases no expresan pesar por las víctimas. Si no lo sienten, para qué van a incurrir en otra pose ridícula que nadie les va a creer.
Con tantos motivos para preocuparse como tienen los mandamases en estos momentos, como la suerte que corra el régimen de Nicolás Maduro o el modo de impedir que se espanten los inversionistas extranjeros con el título III de la Ley Helms-Burton, ¿van a preocuparse por la muerte de cubanos que se fueron del país? Ellos se lo buscaron, pensarán. Si acaso, lamentarán que no puedan contar para las arcas del Estado con las remesas que hubieran enviado a sus familiares en Cuba si hubiesen conseguido hacer realidad su sueño de establecerse en los Estados Unidos.