LA HABANA, Cuba. – Ciudad Jardín es un nombre bastante pretencioso para la calle de alrededor de un kilómetro con unas decenas de casas a ambos lados —la Avenida de las Flores— ubicada entre el Reparto Eléctrico y Parcelación Moderna, en el municipio Arroyo Naranjo, al sur de la capital.
En los últimos meses, los moradores de las casas, en su mayoría rústicas, levantadas en los terrenos yermos adyacentes a la Avenida de las Flores viven temerosos del desalojo (o “extracción”, que es como los funcionarios del gobierno eufemísticamente prefieren denominar a los desalojos) y de que demuelan las viviendas que con tanto esfuerzo construyeron.
Los vecinos son hostigados continuamente por inspectores y funcionarios de Planificación Física y de la Dirección Municipal de Vivienda, que si no hallan sus papeles en regla —y siempre buscan el modo de encontrar irregularidades— les imponen cuantiosas multan y les notifican que tienen que demoler sus viviendas e irse del lugar —lo que implicaría, decreto 217 mediante, volver a sus provincias si no son residentes legales en la capital— o de lo contrario, serán “extraídos” por la fuerza, como ya ha ocurrido en varios casos.
Los más recientes desalojos ocurrieron el pasado sábado 30 de marzo. Funcionarios del gobierno municipal, respaldados por efectivos policiales, obligaron a la fuerza a varias familias a abandonar sus casas y luego ordenaron que las echaran abajo. Los policías quitaron los móviles a varias personas para impedir que grabaran las protestas que se produjeron y las pusieran en las redes sociales.
Refiere una vecina que presenció los hechos: “Aquello partía el alma, los gritos, familias con niños que lloraban, los bultos en la calle. Y la policía y los funcionarios, como si con ellos no fuera…”
Los funcionarios alegan que esos terrenos son “zona de presa”, y que allí corren peligro las personas que los habitan. La explicación es cuestionable. Si bien la presa Ejército Rebelde está a unos 200 metros del lugar, todos saben que sus aguas, por mucho ciclón o aguacero torrencial que haya, nunca llegan hasta allí. Cuando más, si llueve demasiado durante varios días, cubre, hasta poco más arriba del tobillo, un pequeño tramo de la calle 100.
La última vez que hubo inundación fue en 1979, unos ocho años después de la inauguración de la presa, y en mucha menor magnitud, en 1999. Y en ninguna de las dos ocasiones el agua llegó hasta las casas de Ciudad Jardín.
La presa Ejército Rebelde fue un fracaso. No embalsa el volumen previsto, drena, el agua escapa al subsuelo. Los especialistas que estudiaron el terreno se lo advirtieron a Fidel Castro con antelación, pero el Comandante se empeñó en construirla. Fue uno de sus sueños faraónicos: un lago Baikal a menor escala, cuyas aguas se utilizarían para el regadío y donde se criarían peces exóticos y habría un centro de deportes acuáticos.
La presa se terminó de construir en 1971. Costó mucho dinero y la destrucción con buldóceres y dinamita del poblado La Chorrera y de las fincas y sembrados que sobrevivieron a la locura del Cordón de La Habana. Pero resultó que el agua embalsada ocupó menos de la mitad del área planificada. En las tierras que sobraron de la represa se construyó el Parque Lenin, que se inauguró en 1972. Hoy, el parque, en su mayor parte convertido en un yerbazal, es más un monumento a la presa fallida que al líder bolchevique.
Los funcionarios, que dicen estar comprometidos en “la lucha contra las ilegalidades y la indisciplina social”, no toleran que haya casas en una zona de presa. Pero muchos vecinos, muy molestos, afirman que personas con influencia en el gobierno o con suficiente dinero para pagar sobornos, han construido sus casas en la zona y no han sido molestados por los inspectores de Planificación Física.
En cualquier país existen regulaciones para la construcción, pero con la grave situación de la vivienda en Cuba, estas regulaciones deberían ser más flexibles, especialmente con las personas de pocos recursos, dándoles oportunidades de legalizar sus casas, en vez de echarlos a la calle.
Los funcionarios, que no entienden de sueños ni necesidades de la gente, no se conforman con las multas: es como si disfrutaran los desahucios.
¿Y así, a este paso, con desalojos y demoliciones, dejando que los terrenos yermos se llenen de escombros y marabú, es como el gobierno pretende resolver en los próximos diez años el problema de la vivienda?