LA HABANA, Cuba. – Para celebrar los 500 años de La Habana, “ciudad maravilla”, la dictadura ha invertido cuantiosos recursos en la reparación y restauración de sitios y edificios emblemáticos de la arquitectura cubana –que habían permanecido en total abandono durante años– con el objetivo de explotarlos fundamentalmente para el turismo. Mientras, persisten los salideros en viviendas y calles, y el incremento y acumulación de escombros y basureros se observan constantemente en cualquier esquina de la ciudad, con desagradables olores que delatan animales muertos, perros y gatos callejeros que husmean en busca de alguna carroña que los ayude a sobrevivir, y ratas, que no sólo merodean en estos basureros, sino que también en ocasiones invaden nuestros hogares. Son estos y otros problemas de salubridad acumulados los que contribuyen a la propagación de enfermedades, entre otras, las trasmitidas por el mosquito, como el dengue que azota a nuestra ciudad y nuestra Cuba.
El dengue es una enfermedad infecciosa trasmitida por el mosquito Aedes aegypti. En muchas ocasiones es asintomática. En otras, se presenta con mucho dolor de cabeza y en las articulaciones, músculos y detrás de los ojos, además de fiebre alta.
El gobierno cubano defiende a toda costa la imagen de que Cuba es una potencia médica. Es por esta razón que cualquier brote epidemiológico que se desata en el país es mantenido en secreto y sólo nos enteramos a través de “radio bemba”. Hay dengue, pero hasta hoy, como en otras ocasiones, el régimen no da información a la población. Aunque en estos días han pasado campañistas alertando de que si hay alguien con fiebre se debe acudir de inmediato al médico, llama la atención que la fumigación no ha sido tan constante como en otras ocasiones. Comentaba una vecina que le pidieron el visto (el papel donde se anota la visita del fumigador) pero luego no fumigaron. Sobre esta práctica de ciertos fumigadores se escuchan diversos rumores, pues es bastante habitual. Los ciudadanos, conscientes del peligro, procuran apertrecharse comprando veneno en los Mercados Artesanales Industriales (MAI), pero hasta eso, según algunos, “está perdido”.
Una señora que visitaba a un amigo común se lamentaba porque su nietecito de tres años y su yerno tienen dengue. Viven en 23 y Dolores, al lado de un vertedero. Según refiere, los únicos síntomas del niño fueron una fiebrecita por la tarde y al otro día, cuando la mamá lo revisó, le notó las encías muy enrojecidas. Le hicieron la prueba, y era dengue. Cuenta que le bajaron mucho las plaquetas y la hemoglobina. En el hospital donde está ingresado le dan gelatina, y el médico les recomendó a los familiares que le dieran carne.
En el 2001 el doctor Gustavo Kouri, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri, declaró a la prensa que para combatir el dengue era necesario invertir recursos en la higienización de las ciudades, recoger los desechos sólidos –puesto que degeneran en micro vertederos–, el control de los salideros y la fumigación sistemática. Sin embargo, nada de esto se cumple hoy. Algunos ciudadanos plantean utilizar los tributos territoriales para la higienización de cada zona y así cumplir el postulado martiano de que “la verdadera medicina que cura es la higiene”. Es indiscutible que el país invierte recursos financieros, materiales y humanos para controlar el Aedes aegypti, pero se malgastan por no seguir las orientaciones de los especialistas. También entre la población se comenta como una posible fuente de contaminación el escaso control aduanal que se realiza a los internacionalistas, muchos de los cuales –sobre todo los médicos– trabajan en zonas de riesgo, en regiones tropicales intrincadas.
Recibe la información de Cubanet en tu teléfono a través de Telegram o WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 498 0236 y suscríbete a nuestro Boletín dando click aquí.