GUANTÁNAMO, Cuba. – A las 5:40 p.m. del pasado viernes 16 de agosto fui citado por la Sala Primera de lo Penal del Tribunal Provincial Popular de Guantánamo para que me presentara allí a las 11:00 a.m. de este lunes 19 de agosto.
La citación no informaba sobre su objetivo, lo cual constituye una violación del apartado 3 del artículo 86 de la Ley de Procedimiento Penal de Cuba. Tampoco —como comprobé después— tenía relación con los artículos 173, 206, 281 y 313 de la Ley de Procedimiento Penal, impresos en el borde superior derecho de la cita, así que atribuyo esa ausencia de información al deliberado deseo de prolongar el clima de hostigamiento psicológico contra mi persona y familia.
Cuando me presenté en la Secretaría de la Sala Primera de lo Penal del Tribunal Provincial Popular de Guantánamo me notificaron un documento titulado “Auto de Radicación de Apelación”, que contrariamente a su denominación, no menciona el número de la radicación de mi recurso de apelación, el que sí aparece identificado como el 147 del 2019 en la citación recibida el pasado viernes 16 de agosto.
El documento que me notificaron este lunes afirma que la Sala Primera de lo Penal, conformada por los jueces Amalio Alfaro Matos, Yadira Giro Hernández y Julio J. Tamayo Arévalo, decidió no celebrar vista oral —es decir, el juicio de apelación— y va a dictar sentencia sin practicar nuevamente las pruebas reproducidas en el tribunal municipal y —lo que es peor— sin escuchar a las personas que propuse como testigos y que pudieran haber esclarecido importantes aspectos de un juicio en el que no me permitieron ejercer los más elementales derechos del debido proceso. De esta forma el Recurso de Apelación que he presentado ante el Tribunal Provincial no tiene ninguna garantía de que va a ser analizado con equidad y profundidad, porque los jueces no van a tener a su disposición otros elementos de prueba que ofrecerían una versión de los hechos muy diferente a la aceptada por el tribunal que me sancionó.
Estoy absolutamente convencido de que en estas condiciones resulta muy difícil —por no decir imposible— que la sentencia dictada en primera instancia resulte modificada. Así que estoy preparado para lo peor.
Ojalá me equivoque, pero no me siento optimista en cuanto a lo que me espera. De lo que sí estoy seguro es que con la ayuda de Dios sabré enfrentar todo, y que los nombres de todos los que se han unido a esta nueva injusticia de la dictadura quedarán registrados y algún día tendrán que responder por ella.
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