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La otra cara de la ofensiva contra la basura en Cuba

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LA HABANA, Cuba.- El trabajo intensivo en la recogida de los desechos sólidos en La Habana ha sido tema de interés en los medios oficiales y alternativos, con especial participación de la ciudadanía que ha criticado tanto la omnipresente suciedad, como las deficiencias en las entidades estatales responsables por la higiene urbana.

Aunque cierta, esa es solo una arista del conflicto. A las irregularidades de los servicios comunales se suma la indisciplina ciudadana, factor que empeora la situación al punto de anular cualquier esfuerzo por parte de las instituciones. CubaNet entrevistó a funcionarias encargadas de organizar y revisar la recogida diaria de desechos sólidos en los municipios de Habana Vieja y Centro Habana, para confirmar que no obstante las irregularidades del Estado, el pueblo es igualmente responsable por la proliferación de basura en la capital.

A principios de noviembre se dio a conocer que Cuba ha aprobado la creación de una empresa mixta para la recogida de residuos sólidos en La Habana; una solución que podría mejorar tanto el problema de sanidad como la imagen de la capital con miras a su aniversario 500. El gobierno provincial ha señalado que la optimización del proceso de recogida de basura requeriría un aumento del número de camiones colectores, mano de obra y depósitos para el vertimiento de escombros.

Según precisó la agencia EFE a inicios de noviembre, se espera que Japón destine cien vehículos colectores para aliviar la situación de la flota disponible, que apenas supera los 50 carros, en su mayoría averiados a causa de la sobreexplotación y falta de mantenimiento. Mientras se negocian posibilidades, en las calles habaneras no se percibe interés alguno por cuidar el espacio público.

La recogida de desechos simples en la capital comienza cada día a las cuatro de la madrugada. Divididos por áreas, los pickers (barrenderos) garantizan que la ciudad amanezca limpia; pero apenas avanza la mañana vuelve a acumularse la basura en las cunetas, aceras y alcantarillas.

Los municipios de Habana Vieja y Centro Habana acogen la mayor cantidad de población flotante; de modo que el personal de Servicios Comunales no deja de barrer en todo el día. Es una labor mal remunerada y peor apreciada por las personas, que prefieren botar los residuos domésticos en medio de la calle con tal de no caminar hasta el depósito.

Si un vertedero es trasladado temporalmente debido a acciones constructivas u otras obras de desarrollo urbano, los residentes continúan tirando los desechos en el mismo lugar con absoluta impunidad; pues no existe un sistema de medidas que los obligue a desplazarse hasta el sitio designado.

El problema de los escombros se ha agravado porque se necesita un transporte especial para su recogida. A ello habría que añadir la falta de información, pues la mayoría de los cubanos desconoce que tiene la opción de realizar un contrato con la empresa de Servicios Comunales para que acuda un vehículo, pago mediante, a recoger los remanentes de obras de albañilería.

Las cajas de metal son las únicas aptas para soportar el peso de los escombros; pero tampoco hay suficientes y su ubicación es aleatoria, evitando sobre todo afectar la circulación vial. Sin impedimento legal, la gente vuelca los sacos de escombros en las esquinas, que pocas horas después se convierten en enormes vertederos.

Se estima que diariamente La Habana genera unas 2400 toneladas de residuos, manteniendo un déficit de 12 mil contenedores. Aunque se ha procurado estabilizar la frecuencia en la recogida de basura, la Empresa de Servicios Comunales no ha logrado complementar la labor de los pickers con la acción de los carros colectores debido a la escasez de insumos, personal, transporte especializado y combustible.

Para solventar el problema, el gobierno procura atraer capital extranjero. Sin embargo, tanto el esfuerzo de los obreros como las inversiones serán inútiles si no se castiga la indisciplina social y se acometen de forma organizada las empresas de desarrollo urbano. Se espera que para 2019 sea más apreciable el impacto de la ofensiva contra los desechos sólidos; pero hasta la fecha es imposible separar la imagen de La Habana de la inmundicia y el mal olor que inunda sus vecindarios.