VILLA CLARA, Cuba. – Este fin de semana Madelín Plaza, vecina del reparto Virginia en Santa Clara no pudo lavar la ropa acumulada por dos fines de semana por falta de agua. “Solo atiné a darle un ojito, como decimos los cubanos, a las camisas de uniforme de los muchachos, porque eso sí, no me gusta que vayan sucios a la escuela”, comenta ella, una madre de 45 años. En su casa no hay pozo, ni turbina, solo un tanque elevado que no logra llenarse cuando la presión del agua es muy ligera.
“El sábado pasado tuve que recoger en todos los calderos, cubos, y en un tanquecito que tengo en el pasillo, pero eso no me dio para nada”, protesta. “Cuando se va la corriente eléctrica, como la presión es muy poca, aquí nadie puede coger agua las cinco horas que te la ponen, y tienes que esperar más de una semana para que te toque otra vez. Oye, el día que viene el chorro a la llave uno se pone tan contento como cuando llegaba la luz en el período especial. No hay comida y ahora, para colmo, tampoco tenemos agua”.
La mayoría de los barrios y repartos santaclareños sufren actualmente una crisis aguda con el abasto de agua. Solamente en El Carmen, zona céntrica y empinada de la ciudad, hace más de tres semanas que no recibe suministros y sus habitantes deben suplir esta necesidad básica por sus propios medios. “La cargamos de un pozo viejísimo que hay en el parque o de casas que tengan pozos, pero esto no hay quien lo aguante, apenas alcanza para tomar. Es feo decirlo, pero aquí en mi casa está prohibido descargar el baño hasta que no vayan cuatro o cinco veces”, narra Heriberto Iglesias, un jubilado que vive con sus hijas y tres nietos.
Más allá, en la zona de Santa Catalina, los habitantes de edificios y calles inclinadas rezan por que llueva en las tardes para acumular suficiente agua para lavar e higienizar las viviendas. En otros barrios, algunas tuberías rotas han propiciado que el líquido se mezcle con heces fecales en esta etapa estival en la que suelen proliferar enfermedades contagiosas como el cólera o brotes diarreicos agudos.
Para paliar la situación, algunos cubanos alquilan camiones particulares o aguadores que la entregan a domicilio. Otros, con mejor posición económica, compran los bidones que comercializa la empresa Ciego Montero para mantenerse protegidos de infecciones. Solamente, el envase pequeño, que contiene 500 mililitros cuesta 13 pesos en moneda nacional o 50 centavos CUC.
La ciudad de Santa Clara debe surtirse de tres sistemas provenientes de represas y embalses aledaños y conocidos como Minerva Ochoíta, Hanabanilla Palmarito y Gramal Agabama. Esta semana, los medios oficialistas anunciaron que la conductora de Palmarito presenta serios desperfectos técnicos y que, por esta razón, se verían afectados la mayoría de los circuitos hidráulicos de la ciudad.
Con un acueducto de más de cien años, construido sobre los años 20, el sistema pocas veces ha recibido mantenimiento “por falta de recursos”. De ahí que, más del cincuenta por ciento del agua que debe entrar a la urbe, se pierda entre salideros y tuberías en mal estado que datan de la república, al igual que las propias hidroeléctricas en las que escasean piezas de repuesto para echarlas a andar cuando presentan roturas.