LA HABANA, Cuba.- La represión en Cuba continua su preocupante camino hacia el encarcelamiento político. La sanción penal de un año de cárcel impuesta al abogado y periodista Roberto Jesús Quiñones Haces es el último ejemplo que describe el irrespeto del régimen por los derechos de los cubanos.
Cuba es el país de América con las leyes más restrictivas para castigar la libertad de expresión y prensa, según el Comité de Protección a los Periodistas (CPJ). Los métodos represivos de la policía están secundados por la parcialidad del sistema judicial hacia la ideología en el poder que, durante seis décadas, legisló disposiciones penales para castigar las opiniones críticas.
El régimen de la isla convirtió en una especialidad castigar el disenso con delitos tan controvertidos como Propaganda Enemiga, o el polémico Desacato hacia los dirigentes del país. Cuando no les alcanzan las leyes escritas para encarcelar, promulgan nuevas como la Ley de la Dignidad de 1997, diseñada para reprimir a quien “colabore con los medios de comunicación del enemigo”.
En tiempos de debilidad en el poder, las cárceles cobran valor y la represión extrema sus esfuerzos por escuchar el silencio. Pero no es solo bajo la amenaza de leyes mordazas que los periodistas negados a humillarse ante la censura ejercen su derecho a la libertad de expresión.
Los métodos coercitivos de la policía política en Cuba se extienden con mayor impunidad a los familiares y el ambiente social de los reprimidos, invade el ámbito laboral, religioso, educativo y los derechos sobre la libertad de salir y entrar del país.
Cuando el régimen ordena reprimir o encarcelar a un periodista, está dejando al pueblo sin la voz que se alza para señalar los excesos del poder. Si un gobierno que cumple escrupulosamente las leyes de hegemonía social encarcela a un periodista, es porque la verdad les duele.
El último gobierno de los hermanos Castro, arrendado por Miguel Díaz-Canel, está dejando claro que su debilidad es proporcional a la represión en aumento. Es el fin de una utopía que mantiene el discurso desconectado de la verdad que viven los cubanos, a quienes la revolución prometió mejoras sociales a cambio de silencio y obediencia cada vez más difícil de controlar.
Para quienes, como el periodista Roberto Quiñones, expresan su opinión, el régimen no muestra la más mínima señal de respeto, atribuyéndose el derecho a reprimir sin pudor en nombre del pueblo y la soberanía nacional.
Para quien no comulgue con la ideología del Partido Comunista de Cuba, la Constitución no garantiza protección, mucho menos las instituciones del Estado que deben velar por la salud constitucional del país. Toda una maquinaria represiva dedicada a eliminar el ejercicio de las libertades plenas de los cubanos.
La pena de cárcel impuesta contra Roberto Quiñones forma parte del manual represivo que mantiene funcionando débilmente el régimen. Todos los cubanos estamos expuestos al actual destino del abogado y periodista, a quien ahora envían a la cárcel.
Menciono a todos los cubanos porque puedo afirmar que todos llevan el disenso amarrado en la lengua. Aunque el lógico temor que causa la represión inmoviliza el deseo de liberar la palabra, y luego ser consecuente con ella para alcanzar ya sea la libertad individual o de nuestra nación.
Resulta cada vez más incomprensible que el régimen utilice el mismo manual represivo para los cubanos identificados por hacer uso de sus libertades, y utilicemos la liberación que hemos logrado para definirnos en corrientes ideológicas perseguidas en la isla.
Hay muchas formas de ser consecuentes con nuestras ideas cuando se trata de lograr la libertad individual del pensamiento, pero cuando es la nación quien necesita firmeza, resulta imprescindible resumir todas las ideas en una sola. Cuando eso suceda será evidente el repliegue de los excesos represivos contra la libertad de expresión y pensamiento, como la desatada contra Roberto de Jesús Quiñones Haces.
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