LAS TUNAS, Cuba.- “¡Oh… jugando a la casita de muñecas como si atendieran contagiados de COVID-19…!”, exclamó alguien la semana pasada al ver personal médico y paramédico con atuendos de protección extrema en el desierto hospital Guillermo Domínguez de Puerto Padre.
Luego de la “ola de insatisfacción” ciudadana provocada por autoridades provinciales de Las Tunas con la designación del hospital Guillermo Domínguez como sanatorio para contagiados de coronavirus, y de que publicáramos en CubaNet el pasado 30 de abril el artículo Cuba: censura, aguas de cloacas y coronavirus, en el que, a propósito de esa decisión gubernamental y las consecuencias de llevar contagiados con el coronavirus SARS-CoV-2 a un hospital con mal manejo de sus aguas residuales, expresamos:
“Cuando esos albañales desprotegidos comiencen a inundarse con las deyecciones de los contagiados de la COVID-19 recluidos en el hospital Guillermo Domínguez, y cada litro de agua residual lleve unas 100 mil copias de material genético del mortal coronavirus, ¿qué sucederá si una cabra, un caballo, un hombre o un niño, entra en contacto con el virus SARS-CoV-2 en las llamadas `lagunas de oxidación´ y lo transporta al muy concentrado poblado de La Aguada del Negro?”
Para beneficio de los lectores de CubaNet, debemos informar que, afortunadamente, la decisión gubernativa provincial de ingresar a todos los contagiados con la COVID-19 de la provincia Las Tunas en el hospital municipal Guillermo Domínguez de Puerto Padre no se ejecutó.
Advertidos por autoridades nacionales, llevados por su buen juicio, o vaya usted a saber si conminados perentoriamente por alguna autoridad política o jurídica, recuérdese que en este caso nos referimos a la concurrencia de un “delito de peligro”, que necesariamente no tiene que producir una consecuencia, sino “basta su concurso ideal para constituir crimen”, tipificado en el Código Penal cual propagación de epidemias, lo que pudo ser un foco de propagación de la pandemia en Puerto Padre no pasó del “concurso ideal” del hecho criminoso.
Digo hecho criminoso, sí, criminal, porque es un hecho delictivo, canallesco, lo que hoy ocurre con el sistema de salud en Puerto Padre.
Cuando a mediados del pasado abril las autoridades provinciales de Las Tunas decidieron transformar el hospital municipal Guillermo Domínguez de Puerto Padre en un sanatorio para contagiados con la COVID-19, esa determinación conllevó cesar todos los servicios médicos de esa instalación, que no sólo atiende pacientes del municipio Puerto Padre, sino también a residentes aquejados de diversas dolencias de los municipios Manatí y Jesús Menéndez, en la costa norte de Las Tunas.
Apresuradamente, todos los servicios especializados del hospital municipal Guillermo Domínguez de Puerto Padre fueron dislocados hacia improvisadas consultas en la misma ciudad o fuera de ella. Mujeres parturientas, personas necesitadas de cirugía y pacientes necesitados de tratamientos con técnicas específicas, con un hospital aceptablemente dotado y personal médico y paramédicos de experiencia a pocos pasos, deben ser trasladados a más de 50 kilómetros, a la ciudad de Las Tunas.
El hospital municipal Guillermo Domínguez de Puerto Padre desde hace muchos días, y hasta el día de hoy, es un hospital subutilizado. Con extremas medidas de seguridad en un escenario pandémico ficticio, como si “jugaran a la casita” a decir de un amigo, y atendieran contagiados con el coronavirus SARS-CoV-2, hoy esa instalación de cuatro plantas y múltiples servicios médicos especializados sólo acoge a unos pocos pacientes diagnosticados bajo el rotulo de, “enfermedades respiratorias agudas”, ninguno de ellos, reportado de haber contraído la COVID-19.
Los contagiados con el SARS-CoV-2 de esta región oriental desde la eclosión de la pandemia, y hasta hoy día, son remitidos a un hospital en la ciudad de Holguín donde reciben los cuidados pertinentes. Cabe preguntar: ¿Por qué las autoridades provinciales de Las Tunas y el Ministerio de Salud Pública mantienen un hospital subutilizado en Puerto Padre, careciéndose en Cuba de servicios médicos especializados y hasta de medicamentos de uso corriente?
De “completo disparate y gastos innecesarios” calificó un médico, profesor universitario, la determinación gubernamental de transformar el hospital municipal Guillermo Domínguez de Puerto Padre en sanatorio provincial de la COVID-19 en Las Tunas. Los hechos acaecidos han venido a dar la razón a la premonición del doctor. Pero al respecto la prensa gubernamental nada dice.
En el noticiero de la televisión estatal ahora está de moda y cada noche vemos reportajes de cómo la policía atrapa a comerciantes ilícitos y cómo brigadas médicas parten a “colaborar” en el extranjero. Pero nada se dice de cómo en la provincia Las Tunas, mientras miles de personas esperan por una consulta médica especializada, en la ciudad de Puerto Padre tienen personal médico y paramédicos “jugando a la casita”.
En un hospital de cuatro plantas, el Guillermo Domínguez, atienden a algunos pacientes aquejados de enfermedades respiratorias cuales contagiados de COVID-19. Nuevo será este coronavirus SARS-CoV-2, pero de vieja data y resistente resulta la virosis de la burocracia comunista. Y quien no lo crea que venga a Puerto Padre y vea.
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