Sabemos que el referendo es una mamarrachada, otra más, pero es el único espacio que tiene la oposición en este momento para dar la batalla
Urna de votación en Cuba (EFE)
LA HABANA, Cuba. – Hay un sector de la oposición a favor de la abstención en el referendo constitucional del próximo 24 de febrero. Habitualmente los opositores no participan en las votaciones auspiciadas por el régimen, y hacen bien, porque todos sabemos que esas votaciones son una farsa. Pero en esta ocasión debían reconsiderar esa posición, y acudir a las urnas, sin aspavientos ni algarabías que justifiquen la represión, y votar por el No a la nueva constitución que nos quieren imponer para perpetuar el castrismo posfidelista. Es la única forma de salir del encierro en el ghetto y hacerse sentir. Aunque sepamos que manipularán los resultados e impondrán ese burdo espantajo de constitución, que no es mucho mejor que la anterior sino más matrera, y que ya fue aprobado por el sanedrín de mascotas aplaudidoras y repetidoras de consignas que llaman Asamblea Nacional del Poder Popular.
La abstención es el menor de los males para el régimen. Le conviene más que los votos por el No. La abstención de los opositores la da por descontada, no le preocupa. Tiene previsto que haya entre un 15 y poco más de un 20% de abstenciones, como de costumbre. Lo que no entra en sus cálculos, lo que les preocupa —lo demuestra su agobiante campaña propagandística por el Sí— es que haya un alto porcentaje de votos por el No a la Constitución y que no puedan exhibir una aprobación de un 80 y pico % como “una victoria de la revolución”. Eso los forzaría a inventar explicaciones, a la trampa y la maroma. Y el fraude, mientras más evidente y descarado sea, mejor: que se les corra el antifaz, que muestren su feo rostro.
Para los efectos del régimen, a la hora del conteo, solo cuentan los votos válidos. Un boicot al referendo solo sería efectivo si hubiese un porcentaje muy elevado de abstencionismo, más del 50%. Menos que eso, aun si el régimen admitiera oficialmente la verdadera cifra de los que se abstuvieron, digamos, por ejemplo, un 35 o un 40%, siempre apelaría al argumento de que, en otros países, por ejemplo, en los Estados Unidos, el abstencionismo es muy alto y nadie les cuestiona la legitimidad de sus procesos electorales.
Ese porcentaje de abstenciones tan elevado como para que resulte un desafío al régimen, no se va a producir. Al menos no ahora. Por mucho descontento e insatisfacción que haya, aun es mucha la apatía, la inercia, la indefensión inducida por tantas décadas de dictadura. Y el miedo. El miedo a señalarse como desafectos, a que tomen represalias contra ellos si no votan. Eso, a pesar de que el voto en Cuba no es obligatorio.
Muchas personas no se atreven ni siquiera a anular o a dejar la boleta en blanco. Dicen que temen que las boletas estén marcadas, que haya cámaras de vigilancia, etc. Y entonces, para salir de eso, para no buscarse problemas, votan disciplinadamente, como quiere el gobierno, temprano, antes de que los vaya a buscar el CDR a sus casas, y por todos los candidatos, el “voto unido”, como lo llaman oficialmente, o como harán en este caso, por el Sí a la Constitución.
¿Y así, con esa apatía y miedo generalizado entre la población, y con la represión que es previsible haya en los días previos al referendo, esperan los opositores partidarios del boicot conseguir un alto porcentaje de abstenciones?
Más realista es que la oposición aproveche el descontento, que es mucho, y pida a la gente que vote por el No. Motivos de sobra tienen para ello. Y así, acudiendo a votar, los medrosos no se señalarían, no se buscarían problemas con las autoridades. Pero podrían ser honestos con su conciencia y votar No para expresar su descontento. Que no anulen las boletas o las dejen en blanco, porque eso sería regalárselas al régimen. Que voten por el No. Hay que lograr que venzan el miedo, que no se sientan coaccionados, convencerlos de que no hay modo de que se sepa cómo votaron. Y si lo averiguan, ¿qué? ¿Acaso no están en su derecho como ciudadanos a optar por el No, por mucho que los bombardeen con la campaña gubernamental por el Sí?
Sabemos que el referendo, que no es vinculante ni en modo alguno significa un plebiscito, es una mamarrachada, otra más, pero es el único espacio que tiene la oposición en este momento para dar la batalla. Solo votando No podremos hacernos sentir los que aspiramos a la democracia.
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