LA HABANA, Cuba. ─ Por estos días arrecia la propaganda oficialista cubana en torno a la próxima celebración del VIII Congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC). En especial, se insiste en vincular a este partido con el Partido Revolucionario Cubano (PRC) fundado por José Martí en 1892. Se recalca que Martí creó un solo partido para preparar la guerra contra los colonialistas españoles y de ahí el supuesto paralelo con el partido único que hoy rige los destinos de la Isla.
Se trata de un argumento que mueve a risa, ya que nadie puede organizar más de un partido en un momento dado. Pero nada se dice que una cosa es fundar un partido para preparar una contienda y otra, bien distinta, es pretender que ese partido se eternice en el altar de la nación.
Por otra parte, la televisión cubana ha inaugurado una serie titulada “Conquistando un sueño”, en la que se mencionan a casi todas las agrupaciones de izquierda que han existido en la Isla, pero se omiten los partidos de otras vertientes ideológicas.
Sin embargo, estos comunistas cubanos de hoy, que se aferran a la existencia de una sociedad de partido único ─por supuesto, el suyo─, no pensaban de esa manera cuando formaban parte de la oposición política en el país.
Entonces, clamaban por una democracia representativa, donde se permitiera la libertad de asociación y el libre juego de los partidos políticos; donde pudieran organizarse diversos gremios sindicales; y donde la libertad de expresión les posibilitase contar con sus periódicos y emisoras de radio. Incluso, donde podrían presentar sus candidatos a la presidencia de la República.
De no existir tales posibilidades de participación, enseguida los comunistas la emprendían contra el gobierno, acusándolo de dictadura derechista o de régimen fascista.
Mas, una vez que los comunistas acceden al poder cambian de color como auténticos camaleones. Desmontan todo el mecanismo de participación de la sociedad civil y lo sustituyen por otro al que denominan “democracia participativa”. Una participación que, desde luego, no tiene nada de democrática, pues a los ciudadanos solo les queda cumplir con las directivas emanadas de los niveles superiores del aparato comunista del poder.
Uno de los arsenales de la actual propaganda castrista tiene que ver con la supuesta inutilidad del pluripartidismo en la Cuba anterior al año 1959, y, en consecuencia, exaltar la hipotética viabilidad del unipartidismo reinante hoy en nuestra patria.
En ese sentido, por ejemplo, podríamos ubicar un reciente artículo aparecido en el periódico Granma. En ese trabajo periodístico se expresa: “Si todos los partidos de ustedes no le resolvieron el hambre y la miseria de la gente en más de 50 años de pseudo república, ¿cómo se supone que ahora resolverían los problemas de Cuba?
Claro que se trata de una afirmación que no valdría la pena tomarla en serio, porque es ya una evidencia que el actual partido único ha llevado la hambruna y la miseria a estadios nunca antes alcanzados en el devenir de los cubanos.
Conviene subrayar que el pluripartidismo de finales de los años 30 de la pasada centuria, durante el gobierno de Federico Laredo Bru, posibilitó que todas las fuerzas políticas de la nación participaran en la confección de la Constitución de 1940, calificada ahora por los propios comunistas como una de las más progresistas de su época.
Y que ese pluripartidismo permitió que comunistas como Juan Marinello, Blas Roca, Salvador García Agüero y Jesús Menéndez fueran elegidos a la Cámara de Representantes en el Congreso de la República en vez de ser reprimidos al tildarlos de mercenarios al servicio de una potencia extranjera (el estalinismo soviético), tal y como hace hoy el castrismo con sus opositores. Entre otras cosas, para eso sirvió el pluripartidismo que ahora los comunistas cubanos intentan denigrar.
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