LA HABANA, Cuba.- Desde los primeros días de diciembre ya se observaba como cientos de personas se trasladan para cumplir una promesa a San Lázaro. Hasta la localidad habanera de El Rincón llegan devotos de todas las provincias, e incluso de otros países, para presenciar todo lo que acontece durante la festividad al santo conocido también como “el viejo Lázaro”.
Miles de cubanos creyentes marchan a pie hasta la iglesia de El Rincón, para la misa que se efectúa a las doce de la noche año tras año el 17 de diciembre. El lugar posee el título de Santuario Nacional, otorgado en los años 90 en la Conferencia de Obispos Católicos celebrada en México.
A lo largo del trayecto hacia la iglesia se pueden observar devotos del santo vestidos con tela de saco, y peregrinos que ofrecen enormes sacrificios para cumplir sus promesas a San Lázaro: arrastrarse, cargar objetos pesados –como grandes crucifijos– e incluso la flagelación corporal son muy frecuentes en el evento.
También la vigilancia de las carreteras que conducen a El Rincón comienza desde los primeros días de diciembre. El estado vigila y controla todas las rutas de acceso al lugar. Se acordonan todas las posibles vías de acceso al lugar en varios kilómetros a la redonda.
Para esto se movilizan tanto los trabajadores de los municipios cercanos de Bejucal y Santiago de las Vegas, como fuerzas de la policía. El chantaje es el método usado por los altos mandos y las direcciones de centros de trabajo para lograr que los trabajadores participen en las guardias de vigilancia en las carreteras; incluso bajo la lluvia y las frías noches de diciembre, empleados estatales deben permanecer atentos y vigilantes en las vías cercanas a Rincón.
“Nos toca hacer guardias de doce horas en días alternos dentro de los cañaverales que están al lado de la carretera; no importa que esté lloviendo o que sea de madrugada, a la intemperie. Esto no lo pagan; es por amor al arte, y si no lo hacemos simplemente nos quitan el estímulo en divisa que cobramos mensualmente (12 dólares aproximadamente)”. “Ese chantaje es muy efectivo y de esa forma logran que la mayoría venga de forma ‘Voluntaria’ a las guardias”, explica por su parte Gustavo Pérez, trabajador del Centro de Biopreparados (BIOCEN) del municipio Bejucal, que se encontraba haciendo guardia en la carretera hacia el Rincón.
Evelyn González es profesora de Gimnasia Rítmica, y como la mayoría de los trabajadores del Instituto Nacional de Deportes (INDER) debe participar en las guardias para obtener una buena evaluación.
“A nosotros nos chantajean con la evaluación. Si no participamos en las guardias nos evalúan negativamente y eso puede repercutir directamente en nuestro salario; también si optamos por una misión en el extranjero, que puede ser la única forma de ganar un poco de dinero para nosotros, los trabajadores del INDER. Por ese motivo estoy hoy aquí sin dormir toda la noche y bajo la lluvia y el frío”.
Salud para algún familiar o amigo enfermo, mejorar económicamente, poder viajar a algún país, o simplemente prosperidad y cambios en Cuba, son algunas peticiones más frecuentes de los cubanos a San Lázaro. Eva Fernández, de 38 años de edad, ya casi estaba llegando a las puertas de la iglesia con sus dos hijas de tres y cinco años de edad en brazos, y nos contó los motivos de su promesa: “Vengo todos los años, este específicamente vengo a pagarle una promesa a San Lázaro porque una de mis hijas se enfermó con meningitis y estuvo muy grave. Llevo más de cinco kilómetros caminando con mis dos hijas en brazos, pero la fe por este santo es muy grande en Cuba”.
A lo largo de la ruta se pueden observar muchísimos kioscos particulares de vendedores de alimentos, flores, velas y efigies del santo. Para algunos cuentapropistas estos días son los más importantes para su negocio.
“Son los días que más dinero recaudamos del año, por lo que tenemos que estar bien preparados con bastantes suministros de bebidas y comida. En una sola noche podemos ganar más dinero que en todo un mes de trabajo normalmente. Aprovechemos la gran cantidad de personas que pasan por aquí sedientos y hambrientos después de haber caminado muchos kilómetros”, explica Jorge Fleitas, trabajador cuentapropista de la cafetería “El pan con lechón”, ubicada muy cerca de la iglesia.
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