LA HABANA, Cuba.- La emblemática ferretería “La Cubana”, popularmente conocida como “Feíto y Cabezón”, en Centro Habana, será cerrada al público antes que finalice 2019. Varias fuentes explicaron a CubaNet que el local reabrirá el año próximo convertido en una más de las tiendas que comercializan electrodomésticos mediante tarjetas magnéticas en dólares.
Podría pensarse que la decisión responde a la nueva “estrategia” gubernamental para recaudar divisas; pero a lo largo del año han sido varias las ferreterías desmanteladas en la capital, sin que con su desaparición mejore la cantidad, calidad y variedad de productos en las restantes de su tipo. La agudización del desabastecimiento en las TRD (Tiendas Recaudadoras de Divisas) ha evidenciado la inutilidad de tantos locales abiertos sin mercancía que vender, en estado deplorable en cuanto a organización y mantenimiento; algunos sin otra función que la de servir a prácticas corruptas por parte del personal administrativo, en alianza con los revendedores.
En marzo de 2018, el portal oficialista Cubadebate publicó un artículo acerca del reforzamiento de las líneas de ferretería en la cadena de tiendas TRD Caribe, administrada por la casta militar cubana. Según el texto, la iniciativa buscaba “cumplimentar la comercialización de artículos para la construcción tan demandados por la población…”, y para ello existían, en aquel momento, 53 puntos de venta con un módulo de productos básicos que incluía cemento, cerámicas para pavimentos y revestimientos, juegos sanitarios, fregaderos, tuberías, griferías y materiales eléctricos.
A lo largo de 2018 y hasta mediados del año en curso, varias ferreterías eran surtidas con regularidad, especialmente el almacén “Subirana”, “La Gruesa” (Carlos III) y “La Especial” (Corona), todas en el municipio Centro Habana; así como la “Viglacera”, en 5ta y 42. Si bien los revendedores acaparaban casi todo y la comercialización de juegos de baño, pintura de vinil blanco o cemento gris iba acompañada de tumultos y broncas, el público podía adquirir en tiendas estatales al menos una parte de lo que necesitaba.
Hoy la consecución de artículos de ferretería está exclusivamente en manos de comerciantes privados, los mismos que integran esa red de acaparamiento que arruina el bolsillo de todos los cubanos; incluso de quienes reciben remesas, ni hablar de los que apenas sobreviven con su salario estatal. Azulejos, tuberías plásticas, piezas de electricidad y plomería, cintillos, galones de pintura, sanitarios, cemento cola y cemento gris sellado han desaparecido de las ferreterías.
El cierre de establecimientos que solían ser muy frecuentados y la escasez crónica de otros, sumados a las expectativas con la reapertura de la Plaza Cuatro Caminos, hicieron suponer que el grueso de la mercancía almacenada o recién importada sería conducida al flamante mercado. Pero a poco más de un mes de inaugurado con algarabía estatal y desorden popular, en la enorme ferretería no queda nada que recuerde la abundancia de los primeros días. Los estantes se hallan desiertos para perplejidad de una clientela que en ningún lado encuentra lo que necesita y se ve obligada a acudir al mercado negro, pagando tres y cuatro veces el precio original de cualquier nimiedad.
El desabastecimiento de las ferreterías ubicadas en las zonas más céntricas de La Habana, donde habitualmente compran los simples mortales, se ha extendido a la “Viglacera”, ubicada en 5ta y 42, que meses atrás exhibía una nutrida selección de artículos de alta calidad para uso profesional. Hoy, esa ferretería especializada vende lo mismo que cualquier otra y casi la mitad de su espacio ha sido destinada a almacenar productos del mercado.
En poco más de un año, los planes de TRD Caribe se han pulverizado. La desaparición de tantas ferreterías ha espoleado la codicia de los revendedores que, avisados por los dependientes, adquieren mercancía en liquidación para comercializarlas a precios astronómicos en cuanto arrecie la crisis que promete empeorar para 2020. En el proceso de desmantelamiento se han descubierto cuantiosos desfalcos e irregularidades tales como el acceso de personal ajeno a los depósitos de mercancías, y las pésimas condiciones en que son almacenados productos de altísima demanda por la población.
En medio del caos al cual se precipita la economía cubana, cada ferretería cerrada preludia mayores concentraciones de público para adquirir lo poco que se comercialice en aquellos establecimientos que sobrevivan a la quiebra; y más penurias en hogares que ya son lo suficientemente humildes. Una vez más el régimen ha incumplido su plan de construcción de viviendas y tampoco ha podido garantizar la provisión de insumos que se vendían en las ferreterías estatales, si bien de modo intermitente y con precios nada acordes a la escala salarial de los cubanos.
El 2020 se augura como un año de cambios radicales y dificultades de todo tipo para un pueblo que a diario ve disminuir tanto sus opciones como su poder adquisitivo. Mientras el debate se concentra en la riña salario vs alimentación, nadie se detiene a pensar en cómo ese mismo cubano que se ve obligado a contar los centavos para comer, podrá arreglar su casa. Paralelamente a la desgracia, el régimen cierra, resta, niega, raciona y decomisa; pero hasta el delirio repite que vamos por más.
Recibe la información de Cubanet en tu teléfono a través de Telegram o WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 498 0236 y suscríbete a nuestro Boletín dando click aquí.