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Cien vecinos en peligro

  •  Fotos de Ernesto García Díaz

 

 

LA HABANA, Cuba – En el 2004, tratando de hacer un baño en su apartamento del 258 de la calle O´Reilly, a Héctor García Arocha, se le hundió el piso que cayó estrepitosamente en la tienda de los bajos.

Por ese desastre estuvo 17 días ingresado, se le perforó un oído del que no se ha podido operar. Hoy, Héctor padece de diabetes, por la que también perdió totalmente la visión.

En septiembre del 2008, el país fue azotado por tres huracanes (Ike, Gustav y Paloma). Aunque La Habana fue de las menos afectadas, la vieja construcción  donde Héctor vive con Chabeli, su hija de 10 años, sufrió serios daños. Un cuartico del último piso, se derrumbó. El gobierno municipal decidió reparar la edificación.

En 2014, seis años después, el edificio sigue sin reparar. Sus vecinos, temerosos de un derrumbe del edificio, se decidieron a denunciar su situación.

Héctor García Arocha, vecino del segundo piso, con más de 30 años residiendo en el edificio, usufructuario legal de su apartamento, ciego, padre de una menor, declaró a Cubanet: “El gobierno en el 2008, nos dijo que iba a reparar, quitó los tanques de agua de la azotea, porque iban arreglar la placa, tumbaron los techos de la última sección de apartamentos y, luego se marcharon, no hicieron nada más”.

García Arocha agregó: “Ahora tengo que bajar a coger unos cubos agua en la cisterna y no lo puedo hacer, porque estoy ciego. Estos funcionarios lo que nos han hecho no tienen perdón. ¿Y qué puedo hacer yo? Tengo un oído perforado y un hemovidrio en el ojo derecho”.

Héctor hablaba sin contenerse: “La cisterna está llena de agua sucia que debemos tomar, cuando la veas y la fotografíes ya tú me dirás. No hemos cogido cólera, leptospirosis, dengue, que sé yo, no nos hemos muerto de casualidad, porque si por estos fucionarios fuera, mañana mismo nos pudiéramos morir. En la cisterna hay cabos de cigarros tirados, mierda, basura, para qué contar: Los funcionarios de higiene y epidemiologia callan, no dicen nada, todos son cómplices”.

También, el otro vecino, García manifestó: “Esta edificio se va a derrumbar y seguro que vendrán algunos muertos, eso es lo que ellos están esperando, que se derrumbe y que vengan los muertos, así van resolviendo el problema de nuestra ubicación en el cementerio”.

Martha Bello Castillo, la vecina de Héctor, dijo: “Aquí ha venido todo el mundo, la delegada del departamento de la Vivienda, el del Poder Popular, la jefa de construcciónes del municipio, y dicen que no hay presupuesto. Seguro que se lo robaron. Eusebio Leal, no atiende  este edificio, no está  en su inventario. Este edificio es ‘de Vivienda (Instituto Nacional de la Vivienda)’. Aquí tú te acuesta a dormir y no sabes si te vas a levantar mañana. No puedes ni correr y ahora en la primavera vienen los aguaceros”.

Martha siguió expresando: “El techo está al caerse, una brigada vino, tiró un ‘mezclón’ en la azotea y no hicieron nada más. Este piso no aguanta, el agua se filtra cuando llueve y cae en la cablería de la electricidad, tremendo peligro. Yo tengo en mi casa a mi hija, dos nietos y a mi madre Bersaida Castillo Michel, que tiene 88 años. Todos estamos en inminente * peligro de muerte”.

Minerva, otra de las residentes agregó: “Yo tengo un hijo de 16 años sordomudo, tenemos una situación dolorosa, nadie nos escucha, nadie nos atiende. Martica Regalado es la dueña del apartamento “a cielo abierto” en la última planta, le tumbaron el techo y sus paredes para reconstruírselo. La metieron en un local que era una heladería y allí vive, esperando le reparen su techo, por ahí es que se filtra el agua.

Martha resumió: “Nosotros vivimos aquí, desde 1958. La tienda esta apuntalada, vende nada más leche y yogur. Omaida, la administradora y única empleada siempre está en la puerta de la calle porque teme que el techo le caiga encima”.

Minerva, expresó: “Mi piso todo se moja y ellos saben que se puede derrumbar, el agua cae y se filtra para los pisos del entresuelo donde viven unos viejitos y otra familia”.

Nelly García Arocha, hermana de Héctor dice: “El cuarto de mi hermano está cabrón, todo apuntalado, acostarse ahí es un peligro mortal, tú no sabes si amaneces”.

Martha, dijo: “Aquí estuvo un arquitecto y dijo que el edificio se mantiene  por la “ley de la estática milagrosa”, que todos los pisos han cedido, que se van a caer. Y aquí vive un burujón de familias. Esto era una casa de huéspedes y en el 1959, a los que viviamos en los cuartos, nos los dieron en usufructo, los baños estaban afuera y lo hemos ido mejorando”.

Martha insistió: “Yo tuve que ponerle al techo rieles de trenes que me costaron 15 dólares cada uno para asegurarme de que no me cayera encima. Cuando se caiga el techo de la azotea, nos vamos todos a morir, esto no aguanta. Y me duele, porque nosotros vivimos aquí desde septiembre de 1958, mi familia es la más vieja de esta maltrecha edificación”.

Héctor, interviene de nuevo para decir: “En Aguiar hay un edificio del que hicieron un reportaje. Los vecinos contaron que el delegado tenía una querida, que fueran a visitarla para que vieran lo bien que vive. Y bueno, resultó. Les arreglaron el edificio, lo dejaron que parece el (hotel) Habana Libre”.

Irritado el ciego objetó: “Yo creo que el peligro que estamos corriendo en este edificio, hay que denunciarlo, que lo conozca el mundo, porque aquí, los delegados son los primeros que se roban las cosas, se aprovechan del cargo y el pueblo carga las consecuencias”.

García Arocha nuevamente manifestó: “Bueno aquí, el Delegado Bárbaro, estuvo de presidente del gobierno municipal, después vino Leticia, que fue presidenta del consejo Habana Catedral. Los dos ‘explotaron’. Un bandidaje.  Bárbaro, había quitado todo aquí, mando a quitar la azotea, quitar los tanques de agua, trajo las vigas, los materiales, las cabillas, trajo una brigada del CECON, después se lo llevaron todo, todo se lo robaron. Leticia se quedó por él;  y ella acabó con lo poco que quedaba. Ahora el nuevo delegado ahora dice que el gobierno no tiene presupuesto”.

Según los vecinos, en el edificio viven cerca de un centenar de personas: “Martha con su hija, dos nietas (15 años y 5 el más chica) y su anciana madre; Roberto y Minerva; Mirta; Moline; en el entresuelo vive el Jimagua y un matrimonio de dos viejitos; y más abajo vive Mara; Wilfredo el carnicero (con nietos de la mujer);  Leo el negrito del motor; y María del Carmen más conocida como Mara; también otro matrimonio que vino de una permuta”.

Héctor, resumió: “Estamos viviendo una tempestad negra, cada día más negra. Aquí el peor ciclón que nos afectó a nosotros fue el gobierno, se lo robaron todo”. 

Nota de la redacción: Este trabajo fue publicado originalmente con el título erróneo “Cien familias en peligro”. En realidad, según los vecinos del lugar son 13 las familias que habitan el inmueble, con cerca de 100 personas. Pedimos disculpas a nuestros lectores por el error.