LA HABANA, Cuba.- Informan agencias internacionales de prensa que la empresa constructora francesa Bouygues emplea desde hace dos meses a más de un centenar de trabajadores procedentes de la India en la construcción de tres hoteles en Cuba, uno en Varadero y dos en La Habana, uno de ellos el Manzana, en donde estaba la emblemática Manzana de Gómez.
Cuentan vecinos de la Habana Vieja que han visto a los indios que laboran en el Manzana, enfundados en overoles de color naranja, algunos presumiblemente sikhs, con barbas y turbantes. Dicen que las jineteras ya les tienen echado el ojo. Y eso que aun no se han enterado de cuánto les pagan…
Bouygues paga a los indios, que trabajan como electricistas, albañiles, carpinteros y plomeros, alrededor de 1 500 euros al mes, amén de los gastos de alojamiento, transporte y alimentación, que se ahorrarían con los nativos.
La empresa francesa prefiere traer trabajadores extranjeros, aunque le resulte más costoso, porque los cubanos, debido a los bajos salarios que reciben, se sienten desmotivados, y trabajan de mala gana y con muy poca calidad.
No es que Bouygues u otras empresas extranjeras paguen poco a sus empleados cubanos, sino que el Estado cubano, que es quien cobra ese dinero, se queda con la mayor parte y les paga un ínfimo porciento a los trabajadores.
Debido a esos bajos salarios, las empresas constructoras estatales se están sintiendo la falta de mano de obra, luego de que aparecieran las brigadas de construcción particulares, donde pagan mucho más a los empleados.
El Estado cubano hace, también en este caso, como el perro del hortelano: antes de permitir que esos compatriotas constructores ganen salarios dignos que les permitan vivir un poco mejor a ellos y a sus familias, prefiere quedarse sin empleados o que empresas como Bouygues y otras que seguirán su ejemplo, atenidas a las regulaciones especiales de la Ley de Inversión Extranjera, traigan a trabajadores de otros países a Cuba, donde tanta falta hacen fuentes de empleo y más si pagan en divisa.
Es asombroso cómo este gobierno desperdicia el provecho que podría sacarle al capital humano del que dispone y se vanagloria, todo con tal de no pagar salarios mínimamente decorosos. Se esmera en que la gente, por mucho que se esfuerce, no halle modo de prosperar.
Parece que hubiera en las políticas de este régimen mafioso y mezquino, un propósito, intrínsecamente perverso, de mantener a la población sumida en la miseria, aunque ello redunde en la ruina de la nación. Como dice el refrán, “son capaces de sacarse un ojo con tal de dejar ciegos a los demás”.
Así, aunque diga incluirlos en la llamada “actualización del modelo económico”, no facilita a los emprendedores privados la adquisición al por mayor, a precios razonables, de los insumos y mercancías que necesitan. Saben que los fuerzan a comprar en el mercado negro lo que se roban de los almacenes estatales, pero no les importa: así tienen el pretexto, cuando los descubran, para cerrarles los negocios, multarlos o meterlos en la cárcel.
En vez de zafar los nudos impuestos por la burocracia del Ministerio de Agricultura, de sembrar las tierras improductivas y llenas de marabú que están en manos de las ineficientes empresas estales y aumentar la producción agrícola, que sería la única forma de abaratar los alimentos, no se les ocurrió otra idea que topar los precios, y volver a recurrir a Acopio, luego que tantas veces fracasó y solo consiguió el desabastecimiento mientras que las cosechas se podrían en el campo, bien fuera por falta de camiones, de combustible o de envases. Pero eso no importa: la cuestión es que no se enriquezcan los campesinos.
Ahora mismo, justo cuando escasea el combustible, empeora el transporte público y amenazan con volver aquellos días del Periodo Especial cuando las guaguas demoraban varias horas en pasar y los pasajeros tenían que viajar colgados de los estribos y las ventanillas, decidieron topar los precios de los taxistas particulares, que son los nuevos satanizados, como antes fueron los intermediarios de los agro-mercados y los carretilleros, a riesgo de agravar más la situación y generar el caos que ya se ve venir y que el estado es incapaz de evitar.
Adicionalmente, para que no se pierda el hábito de la chivatería, las autoridades han habilitado un número telefónico para denunciar a los choferes que violen las nuevas ordenanzas. ¡Lástima que no les dé por habilitar otra línea telefónica para denunciar los robos de los dirigentes que no detectan en la Contraloría General! Y quien dice eso, otro número para denunciar las violaciones de los derechos humanos, por ejemplo, las golpizas a las Damas de Blanco y los opositores.